sábado, 23 de febrero de 2013

Cuando el agradecimiento era la mejor paga.

Publicado en "Acercar a la Gente" Nº. 83 del 31/10/2007
 Mi memoria me lleva a la época de la cancha vieja de Belgrano, en esa época realmente era muy pibe y mi viejo (Raúl) me llevaba a los partidos. Lo que me quedó grabado fue que, un domingo, le dio un ataque de epilepsia a uno de los jugadores y lo llevaron al patio de los vestuarios donde había un bomba sapo; ahí estuvo el pobre tipo con las convulsiones
mientras lo único que hacía la gente era echarle agua en la cabeza. Al rato se recuperó y me imagino que se habrá seguido jugando el partido. ¿Algún lector se acuerda quién era éste jugador? Debe hacer de esto como 40 años.

 De esa época también me acuerdo de Jorgito Carlovich (hijo de Alberto), íbamos con el abuelo de él todas las tardes al futuro estadio. El pibe le decía "Abuelo Pipa" y era porque siempre fumaba en pipa de madera, era Don Manuel Boggio, que cuidaba los arbolitos que, recién plantados, serían la arboleda que circundaría la cancha nueva. Me acuerdo que era todo un campo lleno de yuyos altos y de nidos de teros; cada vez que íbamos los teros nos hacían vuelo rasante sobre las cabezas.

 Don Manuel llevaba la regadera, la azada y el veneno, y uno a uno regaba los arbolitos y los mantenía protegidos. Para que se sepa, entonces, el nombre del estadio belgranista se debe a Don Manuel Boggio quien, además de ser presidente de la institución, fue quien puso el primer esfuerzo para gestar lo que hoy es el Polideportivo. Murió un día de un ataque al corazón.

 De esos años también recuerdo el tornado que se vino un febrero y que tumbó la pared de la cancha de paleta vieja, recuerdo el estruendo que oímos en mi casa, que queda en frente. Con el tiempo se reconstruyó la cancha y se hizo el techo nuevo. Por aquel entonces la Comuna había cambiado las luces de la calle colocando las columnas de caño. Las luminarias viejas que eran "de colgar" tenían una forma casi esférica, la mitad de arriba era de aluminio y la de abajo era de un plástico blanco con un agujero en la parte de abajo para poder cambiar los focos. El hecho es que la Comuna donó a los clubes las luminarias viejas y recuerdo cuando mi viejo hizo la instalación eléctrica y colocación de éstas luces bajo el techo nuevo.

 Hablando de luces, Raúl también había ayudado en la instalación de las luminarias viejas en la cancha de Juventud; eran muchos enormes focos incandescentes, creo que de 300 watts cada uno. Cuando se encendía la iluminación de la cancha, una parte del pueblo se quedaba a media luz debido al gran consumo de esa montonera de focos.

 Cuando decidieron hacer la iluminación en la cancha de Belgrano ya había más tecnología y se incorporaron los reflectores que eran seis, uno por columna (eran marca Siemens y absolutamente caros). Al ser todo más liviano, las torres eran mucho más chicas que las de la cancha de Juventud. Recuerdo que las construyó Carlitos Brega ayudado por la gente del fútbol, mi viejo por supuesto también hizo la instalación eléctrica y me acuerdo que hacía falta una gran base aislante para disponer todos los interruptores y sus fusibles, y no se les ocurrió mejor idea que hacer todo sobre un mármol que, si mal no recuerdo, lo sacaron del cementerio.

 Todas las tardes se venían para mi casa Nelo Astolfi, Edmundo Pellegrini y otros más que, junto a mi viejo hacían uno a uno los agujeros en el mármol con las máquinas a manija (no existían los taladros eléctricos); pobres viejos ¡Que manera de hacer agujeritos! Cuando se fueron haciendo las pruebas cada uno hacía sus comentarios y recuerdo una noche que Pedro Arminchiardi, que creo había sido arquero, fue orientando las luces de las esquinas porque, en los córners, encandilaban al portero.

 La noche de la inauguración no recuerdo contra qué cuadro había jugado Belgrano un amistoso. Sería bueno que quien lo sepa sea tan amable de comentarlo; me parece que el local había traído algunos refuerzos de cuadros vecinos. Lo que sí me quedó grabado fue que, como tantos otros que trabajaban por amor a la camiseta, mi papá hizo tanto la instalación de la cancha de fútbol como la de básquet y de paleta totalmente gratis. Le dieron un pergamino de agradecimiento, que aún conserva, y una cena. En aquella época los que colaboraban se sentían muy bien pagos con las gracias (¡qué distinto a la época actual!).

 Creo haber hecho un pequeño aporte, ojala muchos tomen la posta y sigamos contando nuestra historia, pues los pueblos que conocen sus hechos y sus costumbres son pueblos cultos.

           Gerardo Severini.


 
 Boletería, vestuarios e ingreso a la cancha de Belgrano en la esquina Este de Sarmiento y Misiones. Fines de la década de 1950.










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