jueves, 28 de febrero de 2013

Con el dinero en nuestras manos

Publicado en "Acercar a la Gente" Nº 26 del 05/05/2001

Charla con Domingo Romero, ex gerente de la primer entidad financiera de Santa Isabel.

 Alguna vez las cosas fueron distintas a este presente de quietud e incertidumbre económica en nuestro país. Se tenía la certeza de que el mañana sería mejor y de que trabajando fuerte y honestamente se podía progresar. Alguna vez las cosas fueron así... también en Santa Isabel.

 Durante algo más de dos décadas, desde mediados de los '50 y hasta comenzar a diluirse lentamente en el final de los '70, se vivió un tiempo de progreso local en el que se dejó atrás una economía pastoril para entrar en otra de mayor diversidad, marcada por hitos tales como la llegada de la corriente alternada, la puesta en marcha de la "Prolacón" (la vieja "fábrica de leche"), del frigorífico, de la fábrica de oxígeno o del molino harinero, entre otros. La gran pavimentación de las calles céntricas y su nueva iluminación y la creación de un colegio secundario también marcaron esa época de desarrollo, a tal punto que algunos se animaron a escribir en 1966, en un libro editado con motivo del cincuentenario del Club Belgrano, que "tal vez dentro de veinte años Santa Isabel sea una ciudad". Y no era para menos, porque ese progreso se reflejaba también en el sector financiero de la localidad que acompañaba apoyando los proyectos económicos. La "Caja de Ahorro y Crédito de Santa Isabel Cooperativa Limitada" fue la entidad que durante mucho tiempo representó a ese sector que aglutinaba los ahorros y el crédito de los isabelenses.

En febrero pasado se cumplieron 40 años del inicio de las actividades de la" Caja" -tal como se la llamaba vulgarmente- que contó con muchas personas de nuestra localidad como mentores y propulsores de este proyecto. Domingo Romero, aunque vivía en Venado Tuerto, es otra de esas personas, en este caso quien tuvo a su cargo la gerencia desde el comienzo y por muchos años. En las oficinas de su inmobiliaria de calle Belgrano de esa ciudad dialogamos con él sobre éste y otros temas.

  ¿Usted es oriundo de Venado Tuerto?
= No, nací en 1926 en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, pero como mi padre fue contratado por la usina eléctrica de Venado Tuerto vinimos a vivir aquí cuando tenía 14 años. Yo hice el primario en Avellanada, de ahí que soy hincha de Independiente y representante del Club en esta ciudad, y seguí estudiando acá, en el único colegio secundario que había.
  ¿Cómo es que llegó a la gerencia de la Caja de Santa Isabel? 
= Tiempo después de terminar de estudiar fui a trabajar al Banco Nación en la agencia Urquiza de Buenos Aires y después conseguí el traslado a la sucursal venadense donde estuve más de 15 años y llegué a tener firma autorizada por gerente. Pero después de una huelga bancaria quedamos afuera los que eramos jefes. Como no cedimos nos quedamos sin trabajo; fue en el '59. Después de muchos años, cuando me reintegré al Banco, vi que habíamos quedado cesante por "abandono del trabajo".
 En ese tiempo comienza el auge de las cajas de crédito. Se había creado el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y esta gente recorrían los pueblos y ciudades entusiasmando a personas de ciertos conocimientos para ponerlas en marcha. La gente de Santa Isabel buscaba una persona que entendiera algo de temas financieros y me hablaron a mi, que estaba sin trabajo. Y bueno... acepté y doy gracias a eso, fue una experiencia muy buena armar la Caja de Ahorro y Crédito de Santa Isabel que quedó fundada el 2 de julio de 1960.
Empecé a trabajar desde antes de su apertura, organizando todo. Lo hacía desde el escritorio de Enrique Canal, en calle Santa Fe al 1000. Todos los días iba a trabajar allí y visitaba a los vecinos para suscribir las acciones.
  ¿En que lugar establecieron las oficinas y cómo fue evolucionando la entidad?
= La Caja abrió en calle General López al 1200 (a pocos metros de lo que es hoy el Banco de Santa Fe) con unos 6.000 pesos de esa época como capital, muy poco para ese tiempo. Una empresa financiera con ese dinero podía dar muy pocos préstamos, pero la evolución fue haciendo el resto y 10 años después el ejercicio daba números extraordinarios.
 Al poco tiempo la Caja parecía una sucursal del Banco Nación por la forma en que lo había planteado con mi experiencia bancaria. Tal es así que vinieron de Elortondo y Carmen a aprender el funcionamiento, estuvieron unos días y después inauguraron sus respectivas Cajas. Santa Isabel fue precursora en la zona, la única que estaba era la de Venado Tuerto. También se ayudó a organizar sus respectivas Cajas a Hughes, Sancti Spíritu y María Teresa, entre otras.
 En 1963 se inauguró la sede propia en calle San Martín al 1100 (ahora hay un salón de videojuegos) y en junio de 1981 el nuevo edificio, frente a la plaza, cuando ya era el Banco Ces.
 No puedo dejar de mencionar el valor y coraje de aquellos que la fundaron. Porque antes, algunos vecinos pidieron la instalación de una sucursal del Banco Provincia y dos inspectores, que estuvieron una semana en el pueblo, informaron que Santa Isabel no daba para eso. Tal vez heridos en el orgullo se reunieron para formar la Caja y demostraron que querer es poder. Sin plata, pero con el esfuerzo del pueblo, crearon un ente modelo.
  ¿La Caja financió proyectos importantes?
=Uno de los más importantes fue el de la primera gran pavimentación del pueblo, toda la parte céntrica. La Caja le dio un préstamo a los frentistas para pagar la obra. Recuerdo que la primer cuadra que se pavimentó fue la de calle Irigoyen, desde Santa Fe hasta Gral. López .
  Mientras tanto, Usted siguió viviendo en Venado Tuerto...
= Si, todos los días, durante 12 años, viajé de Venado Tuerto a Santa Isabel. Al principio en colectivo, salía a las 7 de la mañana y volvía a las 7 de la tarde, llevaba comida de casa y al mediodía comía en el lugar de trabajo.  Después avancé y le compré el auto a Arminchiardi y ya era otra cosa. Todas las semanas había una reunión del Consejo así que ese día dormía en el hotel o, después cuando se hizo el nuevo edificio, en los sillones de allí.
  ¿Hasta cuando trabajó en la Caja?
= Dejé en 1970, con permiso, porque pasé a cumplir una función pública en la municipalidad de Venado Tuerto durante tres años. Cuando terminé esa función me pidieron que retorne, pero surgió una reincorporación al Banco Nación y estuve allí unos tres años más. Volví cuando se debió transformar la Caja en banco. El Banco Ces, que comenzó a funcionar en junio de 1979 y a mediados de los '80 abrió una sucursal en Venado Tuerto de la cual fuí gerente hasta jubilarme, aunque mucho no quería porque estaba muy bien en Santa Isabel. Junto a dos o tres muchachos de los que me iban a acompañar , visité amigos y conocidos de la ciudad para adherirlos, por eso abrimos con 50 cuentas corrientes muy buenas; este fue un desafío que felizmente salió bien.
   ¿Por que se creó el Banco Ces?
 = En un principio las Cajas de Crédito fueron subestimadas por el gobierno, pero tomaron tanto auge que tenían un movimiento de fondos muy importante. Los bancos deben rendir cuentas al Banco Central. Pero el Central no podía controlar el dinero de las Cajas por lo que empezaron a tomar medidas antipáticas para estas, como impidir la circulación a las Letras de Cambio, similares a los cheques. Como no pudieron cortar su funcionamiento, en 1977 el gobierno hizo un decreto para que se transformaran en Bancos Cooperativos. Así, por la fusión de las Cajas de Santa Isabel, Carmen y Elortondo, se creó el Banco Ces Coop. Ltdo. Se hizo un banco chico que en el movimiento cooperativo fue citados como modelo. Al avanzar el tiempo y las medidas gubernamentales terminó siendo un solo banco cooperativo: el Credicoop.
  ¿Se conserva aquel espíritu cooperativista de los impulsores de las Cajas de Crédito?
= Hay algunos límites, pero los conse-jeros conservan ese espíritu. Es así que en cada pueblo los asociados integran un consejo que controla el funcionamiento de la sucursal, se hacen actos culturales o donaciones que otros bancos no hacen. Siempre destinan en los balances dineros para las instituciones de bien del pueblo.
  ¿Alguna vez sufrieron robos o asaltos?
= Nos asaltaron cuando aún estaba la Caja en la calle San Martín. Yo estaba en la gerencia y en un momento determinado veo por la puerta que daba a contaduría a algunos empleados con las manos en alto. Pensé que me hacían una broma, pero era un asalto, los tipos venían atrás y ya habían sacado la plata de la caja. Nos amontonaron en la gerencia. "¡Quien tiene la llave del tesoro!!?", gritó uno. La tenía yo, saqué la llave y abrí; después que abrí, "¡Todos al suelo!". ¡Ni que lo hubiéramos ensayado 100 veces!, en un cuarto chiquito nos tiramos todos al suelo y ninguno se hizo mal, bien disciplinados. Era horario de atención al público y uno de los ladrones había quedado en la puerta, pero un muchacho que venía por la calle se dio cuenta y fue a avisar a la policía. El tipo de la puerta lo vio y avisó a los otros, así que ahí nomas se fueron, sin la plata del tesoro pero sí con la de la caja.
  ¿Durante su gestión debieron rematar bienes de algún deudor? 
= La gente era muy respetuosa de sus obligaciones. Yo no recuerdo tener que ejecutar a algún deudor, tengo la satisfacción de nunca haber tenido que ejecutar a un vecino.
 Te puedo dar un ejemplo de lo importante que es que los vecinos de un pueblo manejen sus fondos, que es el ejemplo que dieron las cajas de crédito: Un buen día, cerca de las 12, me llamó la esposa de un asociado porque un abogado le quería sacar el auto que tenía; las cuotas de pago estaban atrasadas porque un interme-diario le había retenido el dinero. Hice varios llamados, se reunieron algunos consejeros después del horario habitual de atención al público, cuando ya habíamos cerrado, y se resolvió otorgarle un crédito a esta persona. Ubiqué al abogado, le expliqué y así salvamos la situación.
  ¿Cómo recuerda a Santa Isabel?
= Yo estoy orgulloso de Santa Isabel y no olvido el ejemplo que dieron los vecinos: cuando hay unidad y buenas intenciones en un pueblo se pueden hacer grandes cosas, y yo hablo con conocimiento de causa porque viví el movimiento, cuando se hizo grande me llamaban de todos lados. Nadie me comprometió en nada de nada, no había intereses personales al llevar adelante esto, cosa que es rara. Es rara pero si no hubiese sido así yo no volvía la segunda vez. Gente servicial, que ponía el hombro... muchas veces, cuando por algunas medidas del Banco Central se producían corridas bancarias, cuando la gente va toda junta a sacar la plata, y la plata no está porque se prestó, en esa situación los directivos se turnaron para acompañarme a mí para ver si alguno venía, para pedirle que no saque el dinero. Pero el pueblo fue fiel, no hubo problemas en esas corridas bancarias.
 La Caja de Crédito de Santa Isabel fue ejemplo, porque un pueblo de pocos habitantes logró grandes cosas. Me identifique tanto con Santa Isabel... tan buena gente... En el manejo de plata siempre hay tentativas de querer hacer algo anormal, pero nadie jamás me comprometió para hacer algún negocio raro, jamás! Ha habido directivos de la Caja que fueron respetados en el orden provincial a raíz de esta entidad, era palabra mayor, se la respetaba... a Santa Isabel lo hicieron conocer y bien, demostraron cariño por su pueblo chico.
 Puedo mencionar, con riesgo de olvidar a alguno, a los vecinos que actuaron desde los comienzos de esta patriada: Antonio Amorós, Alberto Arminchiardi, Juan Balassone, Enrique Canal, Atilio Lombar-di, Máximo Martínez, Florencio Mercé, Hugo Pessino...
También hay que destacar que siempre se contó con un grupo de empleados eficientes y responsables.
  ¿Como ve a la actualidad, en cuanto a la economía y al proceder de la gente en general?
= Ahora no es lo mismo, antes el porcentaje de honestidad era muy bueno. El materialismo ha avanzado tanto que existen esos desvíos que notamos a través de los diarios y demás. No se si es la necesidad de la gente que la hace así, pero hay otra frialdad, más en las ciudades grandes.

 Además de estas funciones administrativas y financieras, Domingo Romero ha desplegado una amplia actividad social en Venado Tuerto. Es socio vitalicio del Automóvil Club Argentino (que ayudó a fundar en esa ciudad), del Jockey Club y del Club Jorge Newbery (del que fue presidente y organizador de las 24 "Vueltas de Santa Fe"). Estas son algunas de las instituciones que lo tienen como uno de sus grandes impulsores, donde ha manifestado algunas de sus pasiones: el automovilismo y la pelota a paleta. Su trayectoria le valió el reconocimiento del Rótary Club Venado Tuerto hace unos meses. Pero estas son otras historias.

 La Caja de Ahorro y Crédito de Santa Isabel, a la que ayudó a poner en marcha y crecer tenía, entre otros, estos objetivos: "conceder préstamos a sus asociados, fomentar el ahorro, promover y/o realizar la construcción de viviendas para sus asociados, fomentar el adelanto industrial, económico, social y cultural de la población". Luego se transformó en un gran banco. Esa... también es otra historia.
 

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