Publicado en www.acercarweb.com.ar el 05/07/09
En
ésta evocación de los cien años de nuestro pueblo los
recuerdos más queridos de cada uno reverdecen en nuestra
memoria; cómo habrá sido aquel inicio… el arado mancera,
aquel de una reja, tirado por el fiel caballito criollo,
abriendo surcos para la simiente; o tal vez los bueyes
cinchando delante de las cuatro rejas… Pero claro, el
pueblo se hizo con la gente en el campo para el sustento
diario, porque pueblo es todo, y cuando digo “todo” lo
digo porque era el poner el hombro, el ayudarse el uno
con el otro, era el luchar -por ejemplo- a abrazo
partido entre vecinos para terminar con la plaga de
langostas, cuando colocaban las barreras de chapa
alrededor del sembradío con las estacas de hierro y se
las exterminaban con aquella máquina lanza-llamas.
Y pueblo era todo… la engavillada
del alfalfar ya cortado con la guadañadora, para luego
hacer los montes con la horquilla, y después venían la
emparvada, entre vecinos y amigos en una ayuda alegre y
fraternal; como el tirar maleta para descargarla en
aquella enorme bolsa de arpillera que luego iba ala
chata con el aparejo, remontándola a ella tirada por el
matungo fiel, y el caballo… Siempre el caballo en los
trabajos de campo, en el traslado de la gente con los
sulkis, las jardinera o las volantas; y, como les decía,
aquellas espigas que llegaban hasta la troja, para
después pasar la desgranadora y ahí se llegaban a la
bolsa ya desgranado. En toda ésta evocación la
carneada era otro de los momentos de encuentro con
familiares, amigos y vecinos para ayudarse mutuamente.
Pero pueblo
es también además de trabajo, el juntarse y compartir
momentos gratos como podía ser la llegada de aquellas
compañías teatrales que se escuchaban por radio y que
después salían en gira por los pueblos para personificar
y hacer real aquella imaginación de lo que nuestros
oídos escuchaban. Y también estaban los circos con las
obras teatrales después de la función en la pista.
Y qué decir
del mágico cine. De aquellas
películas que casi siempre eran de “acción”, de
pistoleros o de guerra los días miércoles; y
después, el sábado y el domingo, más actuales. Incluso
teníamos la matinée de los domingos. Cómo, entonces, no
recordar aquel tema de…” se va el caimán, se va el
caimán, se va pa´ la barranquilla” que anunciaba el
inicio de la matinée. Y claro, teníamos aun en mente de
cómo había terminado el domingo anterior el episodio de
“Enmascarado solitario”, o quizás “El zorro”; y el
final había sido de los más intrigantes, así que
teníamos que hacer cualquier cosa -bien los deberes- para
no perderlo.
Pero si pueblo es
todo, también lo era en aquellos encuentros de los
bailes populares, grandes, jóvenes y chicos, familias
enteras gozando y compartiendo eso momentos tan gratos.
Los bailes de los conscriptos que ya partían muy pronto
al Servicio Militar, con el nombramiento de princesas y
reina. También es pueblo la llegada de la gente que
fueron personajes, por ejemplo aquel patinador que quedo
en el recuerdo por su record de permanencia sobre
patines, Alfonso Esteban García era su nombre. Y el
altoparlante del legendario “Prado Español” que
anunciaba todo los días, en la voz de Juancito Miculan o
de Eduardo Pozzeti, las horas y minutos que el patinador
llevaba hasta ahí de permanencia. Realmente es
conmovedor recordar la gente que lo acompañaba día y
noche con comida, bebida y café, y distrayéndolo para
que no se durmiera.
Nombré al
Prado Español, el refugio obligado en cada festejo
patronal, todo los Santa Isabel eran el regocijo de la
gente. Aquel recordatorio en la solapa del lado
izquierdo, allí donde el corazón parecía latir más
fuerte en esos momentos; realmente el recordar a las
familia que unían pueblo y campo, porque el campo era
una parte muy importante de gente en las chacras, pero
el Prado Español tenia algo muy especial, porque la
familia Miculán misma era muy especial. Y hablo en
tiempo pasado por el recordatorio, pues Doña Elvira y
Don Mario a la cabeza, era gente entrañablemente querida
por todos, y además la atención y simpatía de Nelly,
“Coca”, Juancito y “Lulo” nos contagiaba a todos. Es que
no eran solamente los helados, también estaban aquellas
picadas con el vermucito que era como una excusa para
compartir momentos gratos con los amigos, aquella vereda
que se ensanchaba y llegaba más allá del cordón hasta
pasar las calle de tierra, esa vereda ficticia de madera
rodeada de la baranda protectora que daba más lugar para
comodidad de la gente. Y ahí nomás, enfrente, la plaza,
las familias con los chicos, los matrimonio y novios
dando vueltas en ella, para luego recalar casi
obligatoriamente en la heladería de “Don Mario”, o si no
para entrar al Prado y sentarse bajo las plantas de
ligustrines donde también se degustaban los helados y
bebidas predilectas. Cómo olvidar a “Don Mario” en su
bicicleta con su cajón de helados vendiendo por calles
del pueblo.
Y qué decir
de otro refugio obligado: nuestra Sociedad Italiana que
tiene tantos años…casi… casi como el pueblo, un
verdadero templo de recuerdos y emociones vividas.
En la
evocación desandamos caminos en el tiempo y surge la
barra de amigos en nuestra niñez que, por supuesto,
¿quién no la tuvo?. En mi barra de andariegos estaban
los amigos de la escuela primaria y otros que eran del
barrio, buscando algún baldío para hacer un
“picado”. Aunque lo más difícil de encontrar era alguien
que tuviera una pelota de fútbol, la tan preciada Nº 5;
y sí, seguro que el dueño de la pelota jugaba de 9, el
puesto mas codiciado, el llamado centrojas; el dueño de
la pelota también se adueñaba del puesto aunque no
tuviera actitudes para eso. Él ponía las condiciones y
nosotros las respetábamos, lo importante era “Jugar a la
Pelota”.
Y en ese
recuerdo tan mío están esos pibes de ayer, Mis
Compañeritos, exactamente como se llamaba nuestro libro
de lectura de esos años, aplicando los puntos y coma y
la pausa, levantando la vista, como nos enseñaba nuestra
maestra de aquel primario, la tan recordada Señorita
Úrsula.
Vuelvo
a mis “compañeritos” pueblerinos. Nnos juntábamos con
"Nito" Lombardi, "Quinito" Salemme, "el Turco" Alianak,
"Panchito" Paulini, "Dieguito" Colomba, "Vichéndalo"
Sánchez (seudónimo que se lo puso Lisandro Salemme, que
era menor que nosotros y vivía casi enfrente de la
familia Sánchez, y por eso, por ser mas chico, no
era de nuestra barra, lo de “Vichéndalo” era por
Vicente, pues se llamaba Héctor Vicente Sánchez)...
Continúo con la barra de ataño: “Musculito” Elbio
Martínez, "Ninimo" Enrico, que venia a la casa de
su abuelo para las vacaciones; Román, que también
llegaba en las vacaciones y se afincaba con sus
familiares, la familia Salemme; y Pocho Ferro. A Ferrito
lo dejo para el final porque cuando jugábamos a las
bolitas nos “gelaba” a todos. "Gelar", en la jerga “bolistica”
significa que nos “limpiaba” a todos y nos dejaba sin
bolitas, pues Ferrito tenía una “quema” bárbara, y
cuando nos daba con esa bolita “puntera” que él tenia en
la línea que hacíamos de bolitas, producida un
desparramo de aquellos… él se guardaba las bolitas en el
bolsillo y nosotros nos quedábamos con esa cara de
“circunstancia”. Para colmo, “el Pocho” se nos reía con
esa risa casi “sarcástica”… y nos dejaba con la congoja
y sin bolitas…
Pero
bueno, volviendo a las andanzas de buscar pelota y
potrero, esto último, en esos tiempos no era nada
difícil pues baldíos y potreros los había; lo complicado
era la pelota. Ocurrió que una vez alguien de los
nuestro se hizo dueño de una Nº 5, no se si por el buen
oficio de los Reyes Magos”o quizá por el día de su
cumpleaños (12 de Octubre). Con este dato puntual, (el
destinatario ya debe saber de quien se trata) ya
teníamos a uno de la barra con pelota de fútbol y
teníamos el lugar para hacer “el picado”, muy cerca de
nuestras casas, era allí desde calle Mitre, por la
avenida Santa Fe, hasta casi frente al hotel. En ese
recorrido había una hermosa arboleda, desde frente al
club Juventud Unidad de aquel entonces hasta la calle
San Martín, detrás de la línea de árboles donde había
varios bancos para el descanso estaba el alambrado, y
detrás de el, por supuesto, el predio del Ferrocarril
que llegaba hasta ahí nomás, sobre calle Mitre. Todavía
el pueblo no se había cortado por la vía, hacia el lado
Norte. Y en ese lugar, antes de la vía, entre lo álamos,
sauce y paraíso, había un claro, donde la gente se
reunía para hacer el pic-nics; ahí mismo jugábamos los
“picados”. También se llegaban pibes de más lejos, que
no vivían en el centro y entonces nos juntábamos con
Osvaldo Gadea, o con "Lobito" (Rubén Lobos). O con Darío
Carrera, o quizás con "Calandria" Arce.
Pero
después me alejé de mi barra pueblerina, volvimos al
campo, a nuestra casa natal, allí donde nacieron mi
querida madre, mis también queridos tíos: Chela y Tina,
nuestro inolvidable tío Lito, mi hermana Marta y yo. Ya
mi hermana Norma había nacido en el pueblo. Así que
regresamos al campo de mi abuela Gavio y entonces, allí
se sumaron a aquellos que ya nombré, los amigos del
campo, el recordado “Norbe" Fulconi, “Bubi" Petricich,
Pedrito Scatagrini y Mario Kovasevic, que ahora con el
paso de los años tiene el orgullote ser Presidente
Comunal en los 100 años del pueblo.
Y, desde ya,
la pibada del pueblo, de vez en cuando llegaba hasta
“nuestra” chacra a jugar a la pelota o a lo que fuera, y
por entonces ya venían otros compañeros de escuela como
Orlando Sunde o el recordado Juan Carlos Angeleri, y
también el cariñosamente “Loco Diba” (Alfredito Di
Bastista), que también vivía en una quinta lindera al
pueblo; también se unía a nosotros el “Negro” Carpi
(Juan Carlos). Y ahí conocí en los picados que jugábamos
en el potrero del Bajo a grandes compañeros como Pepe
Reato, el “Pato” Cisterna o al “Rulo” Montefiore, por
nombrar algunos. En esos tiempo de pibes, qué decir de
las trenzadas que tenia con "Saturno" Martínez.
Principalmente cuando jugábamos por las etiquetas de
cigarrillos para ganar la más fácil, y lo mismo ocurría
con las figuritas de los jugadores de fútbol de la
época, nos jugábamos entero a las bolitas para conseguir
la más buscada. Pero recordando los juegos es difícil de
olvidar y muy grato recordar los momentos cuando con
Elbio Martínez marcábamos con tiza en el mosaico de
nuestra casa la cancha para jugar al fútbol con los
botones, los dos somos de la misma divisa, Elbio era el
Racing Moderno de aquella época y yo el Racing Antiguo
Veterano, qué momentos tan hermosos…
Todo esto que
es recuerdo, es pueblo también; como es pueblo los
personajes tan nuestros. Y para nombrar a uno de ellos,
llega a la memoria aquel peluquero que también fue
recitador en los carnavales, aquel que llegó ha ser
comisario del pueblo; el tan conocido “Manga” de
apellido Lombardi. El dueño de la peluquería “El
Criollo”, aquel que dejaba sentado a su cliente en el
sillón para tomar abruptamente la máquina de flit y
perseguir así alguna mosca intrusa, o para regar y
barrer la vereda de tierra; o tal vez para salir a
regar la quinta con aquella regadera que ya tenia
preparada detrás de la puerta que daba al patio. Claro
que su clientela ya estaba acostumbrada a “sus cosas” y,
en todo caso, esa pérdida de tiempo servia para
compartir alguna charla amena. Por lo general ahí se
reunía la gente mayor, los que vivían en las quinta
circundantes. A unas cuadras de allí estaba la
peluquería de “Don Gallito”, que después se fue al
centro para unirse a su colega “Kito" Dueñas. Y también
estaban las peluquerías de los belgranistas y las de los
de Juventud Unida; por ejemplo para “los verdes” era la
de Don Bastino” y para los azulgranas la del “Flaco"
Enrico; allí casi enfrente a la de Enrico estaba la de
Don Domingo Lorenzatti, y estaba la cancha de paleta que
los fines de semana se colmaba de gente y donde se
“jugaba fuerte” .
La
paleta... Cómo no recordar entonces al gran Valentino
Romero quien en su canchita era invencible. Casi
podríamos decir que fueron discípulos de él Osvaldo
Gadea, el “Vasco” Montes, el recordado “Norbe” (Ferrari)
o Eterovich. Y, después, más al centro, estaban
los hermanos Carlovich, “Polaco” y “Pocholo” o Antonio
Ducay; todos eran animadores en la pelota a paleta. Y,
más allá en el tiempo, recordar también a “Tito" Salemme,
y claro, mucho mas acá, a una gran promesa que
desgraciadamente quedó trunca: “Tatano” Aquino.
¿Quién
puede negar que esto no es pueblo? Como los dichos que
son el folklore pueblerino, por nombrar algunos, como
aquel: “te lo debo Angeleri”, o “quedó como la gallina
de Baldessari” (el destinatario era mi tío Ángel), o el:
“arriba dijo Pijuán”, o aquel otro tan conocido de un
“caudillo” político que fue historia…
Personajes
que hacen a un pueblo, como aquel dicho de Don Silvio
Marino: ”Y tu mamá que dijo?”. Así respondía cuando
algún interesado le pedía que le fiara el alquiler de
alguno de los Ford A que alquilaba. Con esa respuesta le
daba a entender que no aceptaba el fiado del auto, pero
pasaba que después venia la "vendetta” de la barra que
alquilaba el Ford A para ir algún baile de pueblos
vecino. Y la “vendetta” era que desconectaban la “tripa”
del velocímetro por algunos kilómetros para abaratar el
viaje, pues Marino les cobraba por kilómetros recorrido.
Pero el dueño de la “escudería” del Ford A -llámese
Silvio Marino- se avivó de la trampa; entonces la
muchachada de aquella época inventó otra, la de
volver marcha atrás algunos kilómetros, desandando
camino para ahorrar algo del alquiler. Anécdotas de esos
tiempos…
Y la
evocación y los recuerdos pueblerinos siguen… Como la de
las serenatas en las fiestas de Nochebuena y Año Nuevo,
las familias que esperaban a los serenateros, el
escuchar el golpecito”en las ventana anunciando:
“serenata!” y en el sonido de una guitarra y de alguna
voz, quizás con berretín de cantor, o por qué no en el
sonido de alguna vitrola rayando un disco debajo de la
púa. Las serenatas… ¿te acordás Roberto Bastino de
aquella glosa que vos recitabas anunciando nuestra
serenata?: “A la familia presente con un augurio
sincero, les deseamos un feliz y próspero año nuevo,
lleno de felicidad y de todo… nosotros, de cualquier
modo con habilidad y destreza le ofrecemos esta pieza, y
para tirarle la manga, nos tire alguna cerveza”.
Recuerdos
inolvidables, sin dudas, como lo eran los torneos de
baby-fútbol en la canchita que tenia el Club Juventud
Unida sobre calle Belgrano, a la derecha de la entrada
del portón, cerca de donde está la actual pileta. Se
jugaban esos torneos pegadita a la que entonces era la
cancha de básquet, allí también se hacían partidos de
papi-fútbol como también lo eran en Belgrano. Los
comerciales de básquet eran otros espectáculos en
Belgrano donde se reunía mucha gente los día de semana.
Los recuerdos
hermosos de esos años nos llevan a los carnavales de
ataño mezclados en serpentinas, papel picado y agua
florida que ya venía incorporada en aquellos pomos de
plomo. Los corsos… desde Avenida Santa Fe por calle
Mitre hasta la José Ingenieros, en la esquina de la
herrería de los hermanos Pennachietti. El palco adornado
con hojas de palmera en las esquinas de Mitre y General
López, cantores y cuentistas o recitadores hacían quizás
su “bautismo actoral”, la gente, los autos y disfraces
girando alrededor del corso, y después la cita obligada
en el “Prado Español” para el baile final del festejo.
Todo era
pueblo. Cosas de recordación. Las familias en sus
paseos, el recuerdo de la familia Cañete, por ejemplo,
paseando por el pueblo en sulke con las ruedas engomadas
y aquel caballito briosos de trotecito parejo y
seguidor. Y cómo no recordar a los lecheros que
aguantando heladas, lluvia y vientos llegaban siempre
para que no faltara en cada casa lo imprescindible,
aquel carro inclinado para atrás facilitando así la
bajada y subida del lechero y, mientras éste dejaba en
el recipiente la cantidad de leche que fuese, ya el
caballito seguía el trayecto y se detenía en el
domicilio del recorrido, caballo y lechero conocían por
igual el lugar indicado. Lo mismo con los soderos, su
caballo y recorrido. También es para valorar el gran
trabajo y sacrificio que hacían los carniceros en la
época del matadero comunal, en los días inhóspitas
salían casi de noche, antes de amanecer para realizar su
trabajo.
Pero claro,
eran otras épocas y otra gente ya mentalizada en lo
suyo. Era cuando los chacareros le daban vida al pueblo
y estaban los negocios de ramos generales. Para tener
una idea de esto vamos a tomar al azar una manzana
céntrica del pueblo, esto por los años 50. Por ejemplo
arrancamos en la calle Mitre y General López, la esquina
bazar y librería de los Hermanos Dall`Ochio, más allá la
carpintería de Mario Tirelli, pegadita a ella la
librería de Don Bertú, luego la sastrería de los
Hermanos Rasello, luego la relojería Big-Ben de la
familia Caminos, y llegando a la esquina de la calle
Belgrano el taller y estación de servicio de la Empresa
PAN-AM que patrocinaba Silvio Marino, el señor que, como
les conté anteriormente, alquilaba sus Ford “A” y que
tenia fama de muy agarrado. Siguiendo ya por calle
Belgrano, el almacén y ferretería de Don Máximo
Martínez, luego la carnicería de Alfredo Otamendi y ya
llegando a la esquina de la calle Sarmiento la tienda de
“Saldos y Retazos” de los socios por entonces:”Chalo"
Carpi y Silvio Marino y familia. Por calle Sarmiento y
llegando a la esquina de General López, el almacén de
la familia Carlovich, pegadita a ella y siempre por
General López la verdulería “El Gallego”, su dueño de
apellido Pérez, que se decía era boxeador y que falleció
muy joven. En ese mismo lugar puso peluquería Don
Bastino. Siguiendo, luego aparece la tradicional
panadería de Don Romero y casi llegando a la esquina, la
carnicería de la familia Costa, en la que atendía el
recordado y querido "Guido" Costa.
Esto nos da
una pauta de los negocios que había en Santa Isabel por
aquella época.
Cambiando
bruscamente de tema y evocando nuestro recuerdos tan
entrañables, los enfrentamientos históricos de nuestro
clubes tan queridos, Belgrano-Juventud o
Juventud-Belgrano, son sin duda parte y vida de nuestro
pueblo. También el “Bochas Club”, un lugar donde la
gente grande, por lo general, se reunían y aun se junta
para alguna partida de truco a "cara e' perro”. Y
aquellos bochófilos que se refugiaban jugando horas y
horas enteras. Como también lo es en la época del
Turismo Carretera, cuando el T.C. era realmente eso,
recorriendo pueblos, ciudades y provincias, abriendo
caminos incluso a países limítrofes; basta recordar
aquel gran premio de América de Sur en 1948, en el
recorrido de ida y la 2ª carrera de vuelta. Por esos
tiempos las familias en los pueblos esperaban a la vera
del camino o dentro del mismo pueblo el paso de sus
ídolos, preparando el mate o arrimando leña al fuego
para el posterior asado, mientras el avión que seguía al
puntero ya anunciaba su llegada. Todo esto también es
pueblo.
Y pueblo, por
supuesto, son también los referentes puntuales, los
personajes que hicieron cosas muy importantes, en el
pueblo. No voy a hacer una evocación prolija de nombres,
simplemente de algunos, porque el querer nombrar a todos
nos llevaría a margen de error involuntario y dejaríamos
de lado a gente que también luchó y colaboró para el
progreso. Pero el devenimiento de “escuela de comercio”,
aquella Mariano Moreno y hoy 214, nos lleva
inevitablemente a reconocer la visión progresista de
personas como Humberto Albanesi (hijo) a “Pipo” Tabaco,
o quizás a Alfredo Vázquez que tenia un puesto muy
importante en la provincia y a su hermano Justo Vázquez
que salía por el campo a buscar alumnos, a mentalizar
diría yo, a padres e hijos en la importancia de seguir
estudiando, pues en esa época la idea de proseguir con
los estudios era muy remota. Terminábamos la escuela
primaria y nos dábamos por cumplidos. Y aquí les pido
disculpas; primero a mis padres por no haber hecho el
sueño de ellos, segundo a mis profesores o maestro que
no eran como tales, pues todos colaboraban
desinteresadamente sin tener titulo ni sueldos de
profesores. Les pido disculpa por no reconocer el
esfuerzo de todo ellos, por no darme cuenta en ese
momento que lo hacían por nuestro futuro, pues yo hice
el 1er. año de la secundaria y después abandoné como
muchos otros de ese curso porque quedamos en el camino.
El recuerdo
de esa gente tan querida que dejaba parte de su trabajo
para preocuparse por esos muchachos y chicas de
entonces... Solamente voy a nombrar a nuestro primer
rector, el Doctor Carlos Farr, profesor de inglés que
tanto nos recordaba aquel “signo fonético”. Y digo de
nombrar al rector porque fue la cabeza de ese conjunto
de gente extraordinaria, de aquel 1956. Ya la escuela en
sus 50 años recordó a los primeros alumnos y profesores
de ésa época y a los demás que pasaron por las aulas,
todos inolvidables.
El recuerdo
de gente importante nos lleva al reconocimiento por su
capacidad de Rafael Pasquinelli, que entre otras cosas
consiguió la reapertura del Hospital Miguel Rueda, luego
el asfalto en el pueblo, y la importancia de lograr
aquel tan esperado motor para la entonces Cooperativa de
Luz.
Y en los
emprendimientos hubo algo muy importante, que justo en
los 100 años del pueblo, nuestra radio cumple sus 50. El
“Gringo” Aldo Vanni junto con otra gente muy importante
puso en marcha aquella O.P.S.I. con sus altoparlantes
que cuando se silenciaron, por esas cosas del progreso,
entristeció al pueblo. Primero fue el circuito
cerrado con los monitores, y después avanzando el tiempo
es la F.M. actual que recorre kilómetros e pueblos
vecinos.
La
importancia de las imprentas, en épocas en que la
fotocopia no estaba en el pensamiento de nadie. Si
apenas teníamos aquel mimeógrafo que en la escuela nos
parecía casi milagroso. La familia Pensa, junto con la
familia Pessino quienes aún
continúan con esta noble y hermosa
profesión de imprimir y crear, como lo son
Hugo, Teddy y su hijo Mauro.
En
el progreso industrial, nuestro molino harinero fue
orgullo muy nuestro. El tesón y trabajo de gente como
Don Francisco Farrando, Don Paganini y el señor Dedios;
esto por nombrar cabezas del emprendimiento. Aquel
molino que después de modernizarse, a los pocos años se
le derrumbó parte de un silo, pero que luego, con enorme
esfuerzo, lograron reconstruirlo.
Desgraciadamente después del alejamiento de los ya nombrados, los intereses y malos manejos de gente que jamás le importó ni el pueblo, ni el molino, ni las familias que vivían de él, tiraron todo por la borda y nos dejaron sin esa industria tan importante. Algo muy parecido, aunque con diferentes ribetes o dificultades ocurrió también con la llamada Fábrica de Leche que después de cambiar de mano en mano quedó en ruinas.
Desgraciadamente después del alejamiento de los ya nombrados, los intereses y malos manejos de gente que jamás le importó ni el pueblo, ni el molino, ni las familias que vivían de él, tiraron todo por la borda y nos dejaron sin esa industria tan importante. Algo muy parecido, aunque con diferentes ribetes o dificultades ocurrió también con la llamada Fábrica de Leche que después de cambiar de mano en mano quedó en ruinas.
Sin embargo
algunos siguieron en pié e incluso progresaron, como
aquel taller de rectificaciones que en un inicio era de
la firma “Fassi-Teppaz y Cía.”, los empleados del taller
tienen hoy su fuente de trabajo propia, y el hijo de Don
Atilio Fassi, Norberto Fassi ,sigue en el mismo lugar
donde se inició su padre junto con Antonio Teppaz.
Cambiando de
tema, las cooperativas cerealeras, han tenido gran
importancia. Primero la Cooperativa Unión y Fuerza con
aquel almacén inmenso de ramos generales y ferretería y,
más adelante, la Cooperativa Agropecuaria. Es de hacer
notar que antes de trasladarse al lugar actual, la vieja
Cooperativa Agraria Unióny Fuerza se encontraba en el
predio de calle Rivadavia y Belgrano, luego en ese mismo
lugar llegó el transporte de la familia Comuco que
también tuvo su importancia en nuestro pueblo.
Después, con
el paso de los años, los hermanos Balassone se
instalaron en el mismo lugar con ese gran emprendimiento
de comercio mayorista que fue orgullo de nuestra zona y
quienes le dieron trabajo durante muchos años a
infinidades de familias de Santa Isabel. Pero, como
siempre, desgraciadamente, los vaivenes y cambios de
nuestra mal manejada economía echó por tierra el
sacrificio de la familia Balassone.
Hoy en día
tenemos otra cooperativa, en otro rubro, por supuesto,
me refiero a la industria frigorífica, me refiero
COTRASI. El esfuerzo y la preocupación de su gente
mantiene en pié a esta planta. La misma que llegó a
tener momentos de gran productividad pero también graves
problemas con cambios de mano y en la cual Jorge Tirelli
fue un luchador incansable. Luís Miculán fue otro, junto
a la gente que bregó por la fuente de trabajo. Imposible
olvidarse de los muy buenos oficios de nuestros
presidentes comunales que en diferentes gestione
lucharon para mantener en pié la mas importante fuente
de trabajo en nuestro pueblo, por eso Norberto “Pichón”
Cugnofis fue ejemplo en esto, como también lo fue hasta
hace poco tiempo Juan Enrique Lombardi.
Actualmente
la empresa Hathor como también
Syngental
son señeras también como la salida laboral y además por
importante emprendimientos. Se agrega otra fuente
laboral, la familia de Enrique Vázquez con su criadero
de cerdos, una importante cuota laboral. Y, por
supuesto, las dos empresas de transporte, El Andar y
Ruta Joven son fuentes de trabajo de enorme importancia.
La fábrica lechera en Runciman es, en buena medida, otra
ayuda laboral. Pido disculpas si me olvido, en este
recorrido, de algún emprendimiento de trabajo.
Con el paso
de los años surgió algo muy importante en el pueblo y
fue una idea magnifica de gente que pensó, primero, en
el prójimo, en el de servir a los demás sin ningún
interés propio. Nuestro Cuerpo de Bomberos Voluntarios
es orgullo de Santa Isabel y de toda la zona. Sin hacer
nombres, sin caer en injusto olvidos, los que pasaron,
lo que están y los que vendrán, para todos ellos, que
son ejemplos de tesón, sacrifico y abnegación, nuestro
agradecimiento.
Pero aun nos
queda algo para recordar; el paso por nuestro
pueblo de los sacerdotes, los curas, aquellos con
sotanas negras. En esos tiempos, el padre Llonch que
venia de Villa Cañas a dar misa en aquel Chevrolet azul,
creo que modelo 38, con el que muchos de nosotros
tomamos nuestra primera comunión; o quizás el padre
Traversa, de gestos algo huraño, pero que dejo un buen
recuerdo, o quizás el padre Fabroni, muy deportista él,
si hasta jugaba al fútbol con la muchachada. Y de allí
que muchos jóvenes empezaron a ir mas asiduamente a misa
y también otros que jamás iban. El Padre Tetamanti
también nos dejó un muy buen recuerdo, y llegamos a
nuestro Padre Raúl, ahora Don Raúl Trognot , el paso de
los años nos hace llamarlo Don Raúl. Es que son mas de
40 años en que el Padre esta al frente de las comunidad,
son muchos años de recuerdos; como las primeras
reuniones de novios-futuros matrimonios de ese entonces.
Y luego la entrevista con el Doctor Sylvester en esas
mismas reuniones, realmente cuantos casamientos,
bautismos y comuniones de la mano de nuestro Padre Raúl,
el recuerdo de la catequistas que tanto colaboraron con
los niños. En mi tiempo de pibe Oldita Nesprias fue, aun
ella muy joven, una de las mas recordadas.
Y bueno…
nombré al Dr. Sylvester, y por eso el recuerdo a los
médicos, pero también incluso el gran aporte de aquellas
parteras que tanto de bueno hacían para lograr el
nacimiento en momentos que el médico, por diferentes
causas, no llegaba o no estaba en el lugar. Y vuelvo
otra vez a nuestros médicos, desde el Dr. Carrillo,
pasando por el Dr. Horsman o el Dr. Farr. O el Dr.
Cequeira que, recuerdo, tenía gran afinidad con los
niños. Después sí, el Dr. Norberto Sylvester, el Dr.
Bozernitzan y su señora. Ella tenía la especialidad de
bioquímica, también el paso fugaz del Dr. Soldini. El
Dr. Ernesto Araujo marcó también una senda en medicina
pero, claro, los primeros médicos tuvieron que luchar a
brazo partido en épocas muy difíciles, con medios muy
precarios. Ya en tiempos mas cercanos el Dr. Jorge Del
Grecco, que ya hace muchos años está entre nosotros, lo
mismo que el Dr. Armando Alianak, orgullo de los
isabelenses, que por ser nativo de nuestro pueblo, para
todos es cariñosamente el “Dr. Armando”, y por supuesto,
el ultimo recién llegado y afincado entre nosotros: el
Dr. Ignacio Costa.
Desde ya,
otros médicos han pasado por nuestro pueblo, por ejemplo
el Dr. Sarjanovich, que llego después del Dr. Sylvester
y se alejó al tiempo, dejando un muy buen recuerdo. Lo
mismo que los doctores Salvai y Chiacherini al igual que
el Dr. Pereyra, incluso el Dr. Procaccini es otro de los
muy queridos y que ahora atiende en su especialidad
especifica. El Dr. Zanini es muy recordado también, al
igual que el Dr. Tejerina que hizo muchas guardias en el
hospital y la clínica. El Dr. Morelli aun en ocasiones
atiende en nuestro pueblo. No nos olvidemos del Dr.
Reynaldo Casco, otro gran medico que todas lasa semanas
se llega a Santa Isabel para atender sus pacientes, y
bueno… actualmente completan el plantel de nuestros
médicos: el Dr. Raúl Bugnon y la Dra. Lorena Had, más el
aporte invalorable de pediátricos, oculistas y
especialistas de diferentes especialidades. Los
anestesistas es otro rubro muy importante también en
este quehacer.
Y ahora ¿qué
nos queda? Tantas cosas. Los médicos, dentistas, por
ejemplo, con el recuerdo tan entrañable del Dr. Roberto
Busto que ahora se actualiza se alarga en el tiempo con
su hijo, para nosotros: el Guy Busto. El Dr. Balachino
fue otro de los odontólogos de nuestro pueblo, hasta
llegar al matrimonio de los doctores Gambini junto al
matrimonio Iglesias que atienden tan eficazmente en
nuestro hospital. Imposible dejar de lado a nuestros
bioquímicos: el Dr. Durand recordado él que venia de
Venado Tuerto para atender en Santa Isabel, el Dr. Feijó
de Villa Cañas, un profesional muy querido y que
falleció muy joven, para luego llegar el Dr. Palumbo
quien echó raíces aquí, donde formó su familia. Otro que
tuvo su paso en nuestro pueblo, no por mucho tiempo pero
nacido aquí y que ahora desarrolla su profesión en la
ciudad de Villa Cañas es el Dr. José Luís Pellegrini. El
Dr. Sosa fue otro de nuestros bioquímicos en la
localidad.
Los
radiólogos, otra faceta importantísima. Pero por
supuesto es imposible recordar tantas cosas y personas
importantes de nuestro querido pueblo; porque… como
dejar de lado a los farmacéuticos, esa gente linda que
nos saca tantas veces de un apuro inminente. Así que es
muy noble recordar a la Faminia Cumba; por ejemplo el
apellido Armincchiardi desde “Don Pedro” y “Don
Alberto”, llegando a Luís ahora, pero al que por el
momento no lo llamamos “Don”. Una familia arraigada y
querida por todos, sin dudas, la familia. Miculán, que
son familiares por herencia y por profesión. Los
entrañables ”Beba y Bambín”, nombrados así tan
amigablemente, el matrimonio Albanesi, y ahora se
actualiza también con su hija Marcela. El matrimonio
Severini en farmacia Cabello.
Y siguiendo
en esto de la comunidad isabelense, el trabajo abnegado
y solidario de las enfermeras que pasaron y de las que
están actualmente bregando por la salud de todos es algo
que debemos reconocer con la dignidad que se merecen,
las mucamas son también verdaderas mujeres que en un
trabajo muy sacrificado se brindan por la gente, bueno…
cuando nombro a los muchos mas incluyo también a las
cocineras, que es un metié de suma importancia. En la
parte administrativa en lo referente a salud es muy
encomiable al trabajo que realizan también. Otra faceta
importante es el trabajo de la Asistentes Sociales, que
en nuestros días cobra tanta relevancia.
En
este repaso y recuerdos, habrá cosas
importantes que puedo recordar, pero en todo este
recorrer de caminos de cosas pasadas, añoranzas y
recuerdos, el Club de Leones, fue otro logro de gente
que trabajó por los demás. No tengo en mente los nombres
que lo integraban, recuerdo sí que Albino Gobbi fue uno
de los principales animadores, también Humberto “Chalo”
Carpi y el desaparecido Antonio Risso fueron personas
importantes en aquel Club de Leones. igualmente el
reconocimiento a todas aquellas personas que integraron
algo tan importante en obras de beneficencia, para todos
nuestro agradecimiento.
Cambiando de
tema, en el aspecto cultural, la creación de La Fachada
nos llena de orgullo por chicos tan jóvenes que lograron
una cuota importante de cultura, para conseguir con
esfuerzo y desinteresadamente un lugar donde expresar y
demostrar cualidades, tal vez para muchos o algunos
desconocidos. Y qué decir de la La Marrupeña, cuántas
chicas y chicos surgieron de allí, como profesores de
baile también, incluso con presentaciones de gran
importancia a nivel nacional. La Marrupeña es orgullo de
nuestro pueblo. Y los hacedores de ésta, la familia.
Sunde con Nilda y Orlando a la cabeza y además Carmen
Mondino; con estos nombres es hacer el homenaje a todos
aquellos que contribuyeron a que La Marrupeña haya
logrado tantas cosas importantes para todos.
El casi ya
legendario A todo Pulmón es un orgullo isabelense que va
ganando terreno año tras año, sin duda que el recordado
”Lalo” Colomba fue junto con otra gente su más ferviente
luchador.
Y ahora… me
pregunto una vez más… ¿que nos queda?, es imposible
recordar a tanta gente que fue de tremenda importancia
en nuestro pueblo.
Pero hay una
mujer que yo quiero homenajear, así humildemente, porque
creo que ejemplo de sacrificio, digo esto porque en
noches crudas de frió, lluvia o viento, jamás dejo de
atender a aquel para aliviar algún dolor, y
principalmente donde había criaturas, ella con su
bicicleta salía a cualquier hora para colocar esa
inyección que aliviara el dolor o hiciera bajar la
fiebre, por supuesto hablo de Mabel Costa, sin duda que
ésta Mujer es el emocionado agradecimiento de todos
nosotros, de la comunidad, sin duda.
Y en el final
de esta humilde evocación, llega el recuerdo ferviente
de nuestros queridos "Fundadores”, así, entre comillas y
con mayúscula. Para los que están y para los que no
figuran ni en las fotos ni en los escritos, los que
están me refiero a aquellos que vemos en fotografías y
escrituras, que los otros, los anónimos también fueron
fundadores pues hay apellidos que quizás, y seguro que
sí han luchado con sacrificio en épocas muy difíciles y
remotas, sin medios pero con la fuerza y la inteligencia
de los pocos que tienen y todo lo dan; los nombres… ya
lo sabemos, hay otros que quizás ignoramos, todos ellos
son “Fundadores”… todos ellos son el esfuerzo que ahora
cumple 100 años, ese logro y ese esfuerzo que se llama
Santa Isabel.
Levantemos
las copas y brindemos en un abrazo fraternal por estos
primeros 100 años… y por los muchos 100 que vendrán…
Pido perdón
por el olvido de cosas y gente que si no los recordé,
igualmente los quiero en todo caso fue esta negligencia
mía por olvido, por falta de conocimiento o por
ignorancia, pero jamás por mala intención.
Soy un retoño
más de este árbol imaginario llamado Santa Isabel, un
hijo más de nuestro pueblo…
Un hijo más
que gracias a Dios y a la compañera” inolvidable” se
proyecta en el tiempo con otros hijos y una nieta hasta
hoy…pero siempre esperando que las semillas sigan dando
flores y frutos.
Con
el permiso de ustedes a los amigos de “Mi barra de Oro”
que se fueron en plena juventud, José Ángel, Eduardo y
después Héctor.
Y a los míos tan
queridos… que ya no están, pero que viven en mi corazón
hasta el fin de mis días…
Por Juan Jorge
Baldessari
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