martes, 12 de marzo de 2013

El gaucho Milanesi, un criollo de mi pueblo.

Publicado en "Acercar a la Gente" Nº 41 - 05/03/2003 
 Hijo de inmigrantes italianos, nacido en Melincué en 1924, Luis Eduardo Milanesi -el gaucho Mila- continúa apegado a las cosas y costumbres gauchescas que supo cultivar y amar desde niño. Su figura suele aparecer en desfiles gauchescos, domadas, carreras cuadreras o de sortijas y también a la hora de exponer sus trabajos en cuero o de enseñar a ensillar un caballo. Es un baluarte de las tradiciones camperas, raza en extinción, y un personaje singular de Santa Isabel.

En su quinta, donde vive con Dominga, su mujer, nos recibió para contarnos mil anécdotas, creencias populares y mostrarnos sus trabajos artesanales en cuero.
   Usted es un gaucho con apellido italiano.
=Si tengo un apellido gringo, soy un gringo criollo porque soy hijo de italianos.
  ¿De donde le viene esto de las costumbres camperas y lo gauchesco?
= Nosotros nos criamos en el campo, entre el gauchaje. Donde estábamos, agricultura no se hacía, las vacas se criaban bien, se amansaban caballos. A mi viejo siempre le han gustado los animales, y yo me crié entre ellos, en un campo que ahora debe tener 5 metros de agua de la laguna de Melincué, que en esa época estaba cerquita.
  ¿Como era la laguna en ese tiempo?
= Yo no me acuerdo, pero mi padre siempre decía que la cruzaban con el sulky, que era una lagunita nomás. Él la conoció en 1903 y siempre contaba que se empezó a agrandar cuando pasaban con las máquinas trilladoras, esas máquinas viejas con el motor a vapor; y decía que uno de esos motores se enterró y no lo pudieron sacar más, se fue abajo y de ahí se empezó a agrandar la laguna. Esa es la historia que siempre contaban.
  ¿Vivió mucho tiempo en Melincué?
= No, ya en el '29 vinimos a una chacra de Santa Isabel. Ahí había un peón, Don Lucero, que era un gaucho de los verdaderos, yo lo imitaba en las costumbres y con él fui aprendiendo muchas cosas del campo. A los 13 años ya sabía castrar y me vestía como Don Lucero, con bombacha, rastra, alpargatas y llevaba en la cintura un cuchillito que él me había regalado.
  ¿En qué se destaca más?
= Bueno, en un poco de todo. Yo he amansado, porque es lo que me han enseñado. Sobre que me gustaba, a mi viejo también le gustaba amansar los caballos de pecho y de sulky. Tuve unos maestros muy buenos, entonces ahí aprendí. Para amansarlo bien tiene que tener un año y pico; para conocerlo bien, para que vos te colgués del estribo y no se te asuste. Lleva tiempo y hay que tener paciencia y conocimiento, porque al caballo vos le hacés hacer cualquier cosa si querés. Hay muchos que a los ocho días quieren que el caballo se siente en un bar a tomar algo... no puede ser.
Después, con los trabajos en cuero, fui aprendiendo de unos y de otros. Una vez, un viejo no me quería enseñar unas cosas, y yo le decía "enseñame", "no, vení que yo te lo hago". Y era tuerto, pobre hombre; mientras él trabajaba yo le cebaba mate y lo bichaba del lado del ojo que no veía. Y... aprendí.
Las primeras cosas que hice fueron bozales, rebenques, maneas, encimeras, frenos; los aperos para el caballo. Después fui haciendo cosas más trabajadas, con adornos gauchescos.
En eso he trabajado mucho cuando tenía bruselosis y no podía trabajar. También trabajo en los días de lluvia o en invierno, que las noches son largas.
  ¿Qué preparación se le hace al cuero antes de trabajarlo? 
=Hay que sacarle el cuero al animal, puede ser en lonjas que se pelan frescas a cuchillo o entero y cuando está medio queriéndose secar, por lo menos un mes y medio o dos, hay que empezarlo a cortar y sobarlo.
Al cuero vacuno hay que estaquearlo a la sombra, sino se reseca mucho, después a la noche, si hay rocío se le pone una bolsa arriba. En los tiempos de mucha humedad hay que ponerlo bajo techo. Después hay que sobarlo, cuando las lonjas están sobadas ya se puede empezar a trabajar.
El cuero de oveja, ya es más jodido, porque cuando lo ponés a secar, si está amontonado o con humedad se calienta, ese es el que da más trabajo. Al yeguarizo hay que sacarle las lonjas, no más, porque la lonja se prepara para hacer tientos. Pero lo que más se usa es el cuero de vaca.
  ¿Usted vivió siempre en esta quinta?
=No, primero en el campo Rueda, allá fuimos en el año '31. Compramos ahí y después, cuando vino la inundación, en el '73, '74, aguantamos cuatro años y no aguanté más, porque de las 100 hectáreas había una islita nomás. Y me asusté más cuando al tercer día de viento norte se llenaba el campo de agua sin llover, que venía de abajo, por la laguna de Melincué; cavabas una punteada y ya salía el agua. Y era perder cosecha un año, perder cosecha otro año, malvender la vacas, malvender los chanchos...
De ahí compramos un campito frente a la estancia Santa Marta, después lo vendí y compré en La Carlota, un campaso. Y allá, muy bien, me gustaba. De cuatro cosechas, una sola cosechamos, que era el girasol. Al girasol, cuando lo sembramos, valía 12,80, lo cosechamos, sacamos 1.500 quintales, lo vendimos a 5, 80! Una vez le agarró una peste al trigo, otra vuelta sembramos soja, un sojal, le agarró la arrolla cuando ya estaba queriendo largar la chaucha... no sirvió más. Cuando la sembramos, ahí no la conocían, sacaban fotos y todo; y se quedaron con la foto nomás.
Y el último año había sembrado trigo, que ya había empezado a cosechar, habíamos sacado poquito ¡y se vino un tornado!... Las dos y media de la tarde. Mirá, el trigo quedó como una gramillita, alta así, y gracias a Dios que nos salvamos nosotros! Yo nunca había visto un eucalipto, que entre dos no lo abrazabas, arrancarlo de raíz y levantarlo; y a otros los cortaba!
"Mila! Mila! saque la chata de ahí!", me gritaba el puestero. Estaba cerca de una planta, y había un tinglado abierto y lo metí ahí nomás, le puse los frenos y la dejé. ¡La mesa del comedor en contra de la mesa de la cocina, los bancos arriba! "Mila!, cualquier cosa abajo de la mesa, eh".
Al techo no se lo llevó porque eso es como una hectárea de puro monte y la casita al medio. Eso paró un poco el viento, pero le arrancó la rueda con máquina y todo al molino.
  ¿Vivían en esa chacra?
=Ya estábamos acá en la quinta, por ahí iba para allá, o estaba acá. Y después vino un comprador, vos lo veías y no dabas nada, un crotito; sacó un paquete con una bolsita de plástico y ahí tenía la plata. Me la pagó en efectivo sin hacer boleto ni nada. "Deme la mano, no precisa que hagamos boleto ni nada, ni que haya comisionista, venga la otra semana y ya tiene toda la plata", y así lo vendí.
  Además se ha dedicado a los animales...
=A las vacas, más que nada. Ahora tengo ovejas nada más. Los chicos criaron chanchos, yo también crié chanchos pero ahora no, la osamenta ya no me da.
  ¿De curandero tiene algo?
=Y, más o menos... El ardor de las quemaduras, los bichos de los animales y el dolor de muela los puedo curar, por lo menos dicen que se les pasa.
  ¿Será sugestivo o será que Ud. tiene algún poder?
= Y será, no se. Yo no se, porque eso es cosa de Dios nomás.
  ¿Como se curan los animales embichados?
=Se cura por el color del pelo. Se cura con el color rabicano, que entran todos los colores, igual que el cristiano, yo veo uno negro, otro rubio, el color rabicano y a la miércoles.
  ¿Usted dice una oración mencionando el color del pelo?
= Si, claro. Y... por lo menos los bichos de los animales se mueren y el dolor de muela se pasa. Pero yo les digo, si no les pasa el dolor vayan a un dentista, porque puede haber un quiste, o inflamación, yo no estoy para curar eso.
Si veo un animal embichado, aunque no sea mío, yo lo curo igual, de palabra. Otra forma de curarlos es con la pisada; donde está la marca donde pasó el animal embichado la cortás con el cuchillo y la das vuelta y ahí le decís lo que tenés que decirle.
Ahora me enseñaron otra forma de curarlos pero todavía no encontré ningún animal embichado. Me dicen que cuando se termina de curar, los bichos del animal se caen. Mi padre siempre contaba de un vecino que sacaba un poquito de tierra y la tiraba sobre el lomo del animal y como caía la tierra caían los bichos.  
 

  Hay gente que no cree en estas cosas...
=Ah, no. Pero si les toca, después cree, no se... Me acuerdo que fui un día al hospital y sentí un chiquitín que lloraba desesperado. Y no aguanté, "yo voy a preguntar que le pasa", y era una nenita que se había volcado agua caliente. Le digo a la madre "voy a casa (para no errar alguna palabra, porque tengo todo escrito), la curo y vengo de vuelta, vamos a ver que pasa". Vine y la curé, cuando volví dormía, che, tranquila.
  ¿Esto se puede enseñar? 
=Si, a mi me enseñaron, me la dieron escrita, "abrir en noche buena", ahí se puede transmitir. Y hay otros que no se puede enseñar ni en noche buena ni nada. Yo tenía un concuñado que era una barbaridad para curar animales o bichos en el cereal. "Enseñame", le decía, "no, no puedo". "¿Y en noche buena?, "no, no, pierdo el don". La habrá aprendido solo.
  ¿De donde provienen estas creencias? 
= Acá, en la Argentina y en todos lados siempre ha habido, porque mi madre y mi padre, decían que en Italia había curanderos. Mi viejo se clavó una astilla en la panza y los doctores no querían abrirlo para sacarla, entonces fue de un cura. Le dijo "cuando estés abajo de esa planta, te das vuelta y me saludás y después mirate la espina". Lo saludó y cuando miró, la espina estaba afuera, sola había salido! Eso siempre lo contaba.
Y a mi madre, cuando era chica, tenía 11 años, eso en Italia, le iban a cortar la pierna en la rodilla, no sanaba. Entonces, como mi abuela era muy católica, habló con un cura y la mandó a lo de Don Bosco; le hizo una carta y todo. Se fueron en tren. Las hizo dormir en piezas separadas, puerta de por medio y a la madrugada, cuando estaba saliendo el sol, se despierta asustada, se levanta de la cama y sale caminando!... Mi mamá murió a los 87 años y con la pierna bien, son cosas que parece mentira pero que son ciertas.
  ¿Y eso de curar los lotes sembrados?
=Yo a eso no lo hago pero da resultado, si señor.. En Colón había una señora, siempre nos han contado, que cuando había isoca en el lino, porque antes se sembraba mucho lino, ella no las hacía morir, ella miraba y decía, "¿por acá no hay un lote de tierra arada? yo las mando ahí", las mandaba ahí, se morían de hambre y el lino se salvaba. También había gente que curaba la isoca del girasol.
Y están los que dicen que pueden cortar las tormentas...
=Yo, hasta ahora, me tengo fe.
  Pero a esa de La Carlota no la pudo parar!
=No ¡Si cuando la vimos ya estaba encima!
  ¿Y cómo es eso de cortar tormentas?
=Y, una cosa así también. Tenés que decir unas oraciones, hacer unas cruces...
   ¿Y se cortan o no?
=Si, sin ir más lejos, el otro día cuando vino ese viento fuerte, me vi venir a esa tormenta, y bueno, se abrió. Hay que agarrarla a tiempo, porque si la tenés encima ya no podés hacer nada.
Mirá, una vez había ido a una domada en Runciman. Hay m'hijito, venía un tormentón! que hizo daño, todo por ahí. La gente disparaba y digo "yo me le tengo fe que voy a cortar esa tormenta " y todos me miraban. De la cancha de fútbol que hay ahí, salí al campo y la tormenta se abrió. Parece que ella te obedece, se corta donde estás.
  Usted se convence de que eso va a suceder...
=Claro. Ahí, lo que tenés es la fe.
  ¿La gente le pide su ayuda?
= Me lo piden por teléfono, otros vienen.
  Hay quienes viven constantemente detrás de los curanderos...
=Para mi eso no es bueno. Ya se pasan, ir por una recalcadura vaya y pase. Yo no receto nada, si sana así bien, y si no que vayan al médico.
  Usted siempre participa de peñas y desfiles gauchescos... 
= Algunas peñas se han perdido, otras siguen. La nuestra es Refugio de Amistad, tenemos un terreno pero no se por que no siguen los muchachos.
Y a los desfiles siempre voy porque es lindo, porque le hace honor al pueblo y se junta mucha gente para ver.
Además me llaman de las escuelas para mostrar como se ensilla un caballo. Ahora llevo el caballete porque el caballo se me murió, ahí lo tengo enterrado. ¡Criollo sin caballo! Y yo les digo, a los de la peña, "¿por que no le enseñan ustedes?".
  Para terminar, ¿Como se ensilla un caballo?
=Primero hay que agarrar el caballo, ponerle el freno y el bozal, si es arisco tenés que manearlo, para que no te de una patada. Para ensillarlo se pone primero la sudadera, que es una lonita. Después le ponés los mandiles: la carronilla y la carrona de suela. Después tenemos el basto, que va arriba; ahora agarramos la cincha, que tiene los estribos y que viene con la maletita para llevar la botella de vino o de ginebra, se pasa por abajo de la panza y se aprieta. Después viene el pellón, el cojinillo, un cuero de oveja y la sobrecincha, apretando el cojinillo.
Después de andar, cuando se desencilla, hay que lavarle el lomo y abajo, porque está sudado. En los días de frío también, porque si queda el sudor, peor. En verano se le puede tirar unos baldazos, porque si lo largás así se seca el sudor y le sale unos granitos en el cuero.


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