Publicado en "Acercar a la Gente" Nº 67 del 05/05/2006
Yolanda
y Alberto Tavani nos atienden en su negocio de tejidos. Llegamos hasta
allí atraídos por la curiosidad, para conocer sobre los orígenes de
este trabajo que realiza este matrimonio desde hace más de seis décadas
en Santa Isabel y para conocer historias del comienzo de nuestro pueblo
que sabemos nos van a contar.
Yolanda
y Alberto Tavani nos atienden en su negocio de tejidos que manejan en
su propia casa de Irigoyen 861. Llegamos hasta allí atraídos por la
curiosidad, para conocer sobre los orígenes de este trabajo que realiza
este matrimonio desde hace más de seis décadas en Santa Isabel y para
conocer historias del comienzo de nuestro pueblo que sabemos nos van a
contar.
Alberto comienza con la de su familia, la de sus padres, que vivían aquí cuando Santa Isabel aun no había nacido:
=Mi padre nació en Italia y fue a trabajar a Brasil. Al lado de ellos estaba Joaquín Polverini y su esposa, que tenían una hija que se llamaba Santa. Los dos trabajaban juntos, y se miraron, se miraron, hasta que se casaron. Eso fue en el Brasil. Mi papá se llamaba José, y allá nació Alejandro Tavani. Después se vinieron a la Argentina, a Teodelina, y de Teodelina vinieron a Santa Isabel.
Ellos estuvieron antes de que se hiciera el pueblo, frente a la estación del ferrocarril (la vieja), en la esquina del campo de Las Dos Hermanas (Santa Fe y Francia). Había un almacencito, que era de Goría, Bautista y Marini. La gente venía de Villa Cañás o de Teodelina en sulki, en breque o de a caballo; iban a Melincué a pagar los impuestos, porque por acá no se cobraba nada. Entonces paraban ahí y le pedían a mi mamá una comida, una taza de mate, o un churrasquito. Y mi papá les largaba el caballo en el corral, le daba un poco de pasto y agua y, cuando terminaban, les agarraba el caballo y se iban. Y a la vuelta, volvían a hacer lo mismo.
O sea que ellos estuvieron cuando se realizó el remate que dio origen al pueblo...
= Si. El martillero de Devoto remataba los campos y mi papá le llevaba el mapa y los portafolios.
La gente quería ver donde estaba el terreno que iban a comprar. No había ninguna demarcación, nada, estaba lleno de yuyos, y mi papá los llevaba al lugar. Me acuerdo que cuando yo era chico, y ya habían pasado varios años del remate, amigos de mi padre venían a retarlo porque no les gustaba el terreno que habían comprado. Con el yuyal que había en el momento en que se hizo el remate, qué sabían si un terreno era bajo o no! Claro, cuando cortaron los yuyos, llovía y por ahí veían que se formaba una lagunita, y venían a retarlo al viejo! Qué sabía yo, decía, si estaba lleno de yuyos.
¿Qué trabajos hizo su padre?
= Él era albañil. Trabajó en la construcción de la iglesia de Melincué y en la de la alcaidía. Allá murió una hermanita de 6 meses. Mis hermanos eran Alejandro, que nació en Brasil, después Margarita, Marcelina, Edmundo, Pedro, yo, Teresa y la Ida. Criaron 11 hijos.
¿También fue campesino?
= Compró una quinta, pasando el cementerio, cuando termina la calle, después de varios años de que se había fundado el pueblo. Cuando Devoto remató otra vez, que ya se iva del pueblo la compañía, le quisieron dar el campo en el que después estuvo Dall'Ochio. Dijo, ¿si no tengo un caballo, con que lo voy a arar?
Después de unos años compró 20 hectáreas y un caballo, y con el arado de mano, el de mancera, araba la quinta. ¡Mirá vos!, ¡y ahora, las máquinas que hay!
Ahora trabaja menos gente en el campo...
= Mirá gringuito, la Biblia dice que va a haber una miseria espantosa por culpa de la misma gente, por el gran adelanto y la capacitación que tiene, que van a hacer cosas que sacan el trabajo a la gente. En el correo, en el banco, ¿cuantos había?
Yo ahora, pido el hilo por teléfono, después me voy al banco y les hago una transferencia. Cuando vengo a casa llamo a la fábrica y ellos comprueban que ya está depositado. Antes tenías que hacer el cheque, el sobre, la carta, y pagar el envío por correspondencia con aviso de retorno. Ahora ya no se hace todo eso.
Cuentan que su papá era un hombre de carácter fuerte, muy especial...
= Tuvo que criar a 11 hijos,¿ es fácil criar chicos?...
Él, hacía cosas que hoy nadie hace. Por ejemplo, en dos o tres oportunidades se fue caminando a Villa Cañás. ¿Hoy quién lo hace?
Te cuento también que cuando hicieron el mástil de la plaza, en 1935, papá hizo un cajoncito de cemento en el que pusieron todas las firmas de las autoridades y de los que trabajaban, y pusieron plata de 1 peso hasta 100, por si pasaba algo, y ahí está, en algún lugar de la base.
Por su parte Yolanda, "Yoli", nos habla brevemente de su familia, de los Arona, de cuando llegaron a la Argentina:
= Mis abuelos vinieron de Italia y compraron 1000 hectáreas en Luján, pero como el campo en ese entonces se inundaba, las vendieron y compraron 500 hectáreas acá, en la zona de Santa Lucía. Mi papá era el más grande de los hermanos y en 1910, más o menos, compró a Devoto una chacra que está cerca de la laguna de Raimondi (El Aljibe) Después, con el tiempo las distintas partes de la herencia se fueron vendiendo.
Cuéntenos, Alberto, como llegan Uds. a dedicarse al negocio textil.
= Yo, cuando tenía 13 o 14 años manejaba un camión, de esos con bigotes, que era de Mateljan.
Mateljan era cerealista y tenía el negocio en la esquina de lo que es ahora el Club Juventud, era una casa grande, compraba y vendía cereal.
Antes se cortaba el trigo y se ataba. Después se amontonaba y se emparvaba y después iba la máquina y lo trillaba. Por eso había tanto trabajo. Ahora las máquinas agarran 20 metros y al lado está el camión cargando.
Y yo hacía viajes del campo a la estación Otto Bemberg llevando el cereal en bolsas.
Después, cuando ya tenía 17 o 18 años, me entusiasmé con un camión nuevo que vendía Garabano, en Villa Cañás. El primer camión con cabina de lujo que vino a Santa Isabel, fue el mío, que me lo regaló mi papá. Un Ford cuatro cilindros. Después de un tiempito me gustó un Chevrolet que tenía más fuerza y que cargaba más, que también compramos en Villa Cañás.
Con estos camiones llevaba cereal a Rosario. Íbamos por caminos de tierra, se pasaba Melincué hasta Chabás. Ahí empezaba el asfalto, y justo en la entrada había un boliche donde parábamos cuando iba con mi papá. Él se tomaba una o dos cervezas, pero yo no, porque nunca me gustó.
Iba al puerto de Rosario, levábamos el cereal en bolsas y se descargaba todo a mano. Muchos decía que no era para mi ese trabajo, pero a mi me gustaba, cargaban las bolsas y yo las acomodaba en el camión. Y en Otto Bemberg, cuando se descargaba del camión y las cargaban en los vagones del ferrocarril, ahí tenía que descargarlas uno.
En Rosario, a veces había una cola de varias cuadras y yo miraba los camiones de todas partes. Una vez vi un International importado de norteamérica y le pregunté al dueño donde lo había comprado. Me dijo que en Junín, entonces cuando vine lo hable con papá.
¿Quien lo vende? Fulano de tal en Junín. El sábado vamos a comprarlo, me dijo. Fuimos y me vine con el camión nuevo. Cuando vino la guerra, no se fabricaban repuestos acá ni podían traerlos, entonces los colectiveros que tenían esa marca fueron al sindicato a preguntar quien tenía el camión mejor equipado. Alberto Tavani les dijeron. Me lo pagaron el doble de lo que pagué cuando lo compré, porque lo usaron para repuestos.
¿Ahí termina su vida de camionero y comienza otra?
= Si. Mi hermano Edmundo estaba estudiando violín en Buenos Aires y lo fui a visitar. Él me aconsejó dedicarme a la fabricación de medias porque conocía a amigos que hacían ese trabajo. Y me compré una máquina.
Después quería comprar otro camión más grande, pero Yoli me dijo que compremos más máquinas, y que trabajemos juntos. Y acepté, ¡y todas las máquinas que llegamos a tener! Tuvimos como 20 chicas trabajando.
Más adelante comenzamos a comprar máquinas para tejer, para hacer prendas, con las que se necesitaba menos gente para trabajar.
Ahora, mi sobrina Silvana, sigue haciendo medias por encargo. Porque Edmundo, después dejó de estudiar violín, se casó y puso también un tallercito en Santa Isabel. Ellos llegaron a fabricarles medias a Los Pumas y a Vilas.
Quienes han sido sus clientes de medias y pulloveres?
Yoli= Nosotros siempre vendimos en Venado Tuerto. Teníamos unas 6 tiendas que nos compraban. Era tanto el trabajo que cuando se iban las chicas nosotros seguíamos tejiendo hasta las 11 de la noche, porque teníamos muchos pedidos.
Ahora seguimos vendiendo, pero ya somos viejos los dos y trabajamos menos.
Alberto = Yo ya cumplí 92 años, si sabés quien quiere comprar un tallercito, se lo vendo.
Ya no quiero trabajar más... Te parece poco a vos?
Yo nací en el campo. Cuando nos casamos nos quedamos dos o tres meses allá y después compré esta casa y nos vinimos. Después con la plata del camión agrandamos y compranos las máquinas. Y siempre trabajando.
Yoli estudió de modista de chica, y ella por ejemplo te toma el contorno, de acuerdo al contorno tiene que anotar cuantas agujas pone en la máquina, te dice cuanto largo tenés que tejer.
Yoli = Y hay que tener mucha memoria, yo llevo todo en la cabeza.
Ahora estamos trabajando tres tardes por semana nada más. Si fuéramos a vender a Venado como antes no daríamos a basta. Nosotros se lo hacemos a la gente que nos pide.
También hemos vendido algo en Buenos Aires y en La Plata, ahí vendía mi nuera.
En Buenos Aires le vendimos a Gat & Chávez y también a Harrod's.
Alberto = Una vez, en Gat & Cháves, me encargaron tantas prendas que no podíamos abastecerlos, así que no fui más porque no iba a poder cumplir.
¿Desde cuando fabrican tejidos?
Yoli =A los pulloveres estamos trabajandolos desde el año '55. Durante un tiempo seguimos con las dos cosas. Teníamos 10 chicas de medias y las de pulloveres. Nosotros dejamos las medias en el año '60.
El orgullo aflora en las cara de ambos cuando deciden hablar de su hijo Eduardo. No es para menos, tienen mucho y bueno para exhibir de él
Yoli = Cuando terminó la escuela secundaria, a los 17 años, entró a estudiar en la facultad de La Plata. Porque para estudiar la carrera que el quería no había en Rosario, había en Santa Fe; y como nosotros ibamos seguido a Buenos Aires, se inscribió en la Plata donde estudió Ingeniería química. Es ingeniero, investigador, científico...
Y muestran infinidad de diplomas de todas partes del mundo que lucen su nombre en letras refinadas, mientras remata Alberto con emoción:
= El va a otros países con sus colegas, a abrir distintos congresos, pero esté donde esté, en cualquier parte del mundo, después de las 9 de la noche nos habla por teléfono, todos los días.
Alberto comienza con la de su familia, la de sus padres, que vivían aquí cuando Santa Isabel aun no había nacido:
=Mi padre nació en Italia y fue a trabajar a Brasil. Al lado de ellos estaba Joaquín Polverini y su esposa, que tenían una hija que se llamaba Santa. Los dos trabajaban juntos, y se miraron, se miraron, hasta que se casaron. Eso fue en el Brasil. Mi papá se llamaba José, y allá nació Alejandro Tavani. Después se vinieron a la Argentina, a Teodelina, y de Teodelina vinieron a Santa Isabel.
Ellos estuvieron antes de que se hiciera el pueblo, frente a la estación del ferrocarril (la vieja), en la esquina del campo de Las Dos Hermanas (Santa Fe y Francia). Había un almacencito, que era de Goría, Bautista y Marini. La gente venía de Villa Cañás o de Teodelina en sulki, en breque o de a caballo; iban a Melincué a pagar los impuestos, porque por acá no se cobraba nada. Entonces paraban ahí y le pedían a mi mamá una comida, una taza de mate, o un churrasquito. Y mi papá les largaba el caballo en el corral, le daba un poco de pasto y agua y, cuando terminaban, les agarraba el caballo y se iban. Y a la vuelta, volvían a hacer lo mismo.
O sea que ellos estuvieron cuando se realizó el remate que dio origen al pueblo...
= Si. El martillero de Devoto remataba los campos y mi papá le llevaba el mapa y los portafolios.
La gente quería ver donde estaba el terreno que iban a comprar. No había ninguna demarcación, nada, estaba lleno de yuyos, y mi papá los llevaba al lugar. Me acuerdo que cuando yo era chico, y ya habían pasado varios años del remate, amigos de mi padre venían a retarlo porque no les gustaba el terreno que habían comprado. Con el yuyal que había en el momento en que se hizo el remate, qué sabían si un terreno era bajo o no! Claro, cuando cortaron los yuyos, llovía y por ahí veían que se formaba una lagunita, y venían a retarlo al viejo! Qué sabía yo, decía, si estaba lleno de yuyos.
¿Qué trabajos hizo su padre?
= Él era albañil. Trabajó en la construcción de la iglesia de Melincué y en la de la alcaidía. Allá murió una hermanita de 6 meses. Mis hermanos eran Alejandro, que nació en Brasil, después Margarita, Marcelina, Edmundo, Pedro, yo, Teresa y la Ida. Criaron 11 hijos.
¿También fue campesino?
= Compró una quinta, pasando el cementerio, cuando termina la calle, después de varios años de que se había fundado el pueblo. Cuando Devoto remató otra vez, que ya se iva del pueblo la compañía, le quisieron dar el campo en el que después estuvo Dall'Ochio. Dijo, ¿si no tengo un caballo, con que lo voy a arar?
Después de unos años compró 20 hectáreas y un caballo, y con el arado de mano, el de mancera, araba la quinta. ¡Mirá vos!, ¡y ahora, las máquinas que hay!
Ahora trabaja menos gente en el campo...
= Mirá gringuito, la Biblia dice que va a haber una miseria espantosa por culpa de la misma gente, por el gran adelanto y la capacitación que tiene, que van a hacer cosas que sacan el trabajo a la gente. En el correo, en el banco, ¿cuantos había?
Yo ahora, pido el hilo por teléfono, después me voy al banco y les hago una transferencia. Cuando vengo a casa llamo a la fábrica y ellos comprueban que ya está depositado. Antes tenías que hacer el cheque, el sobre, la carta, y pagar el envío por correspondencia con aviso de retorno. Ahora ya no se hace todo eso.
Cuentan que su papá era un hombre de carácter fuerte, muy especial...
= Tuvo que criar a 11 hijos,¿ es fácil criar chicos?...
Él, hacía cosas que hoy nadie hace. Por ejemplo, en dos o tres oportunidades se fue caminando a Villa Cañás. ¿Hoy quién lo hace?
Te cuento también que cuando hicieron el mástil de la plaza, en 1935, papá hizo un cajoncito de cemento en el que pusieron todas las firmas de las autoridades y de los que trabajaban, y pusieron plata de 1 peso hasta 100, por si pasaba algo, y ahí está, en algún lugar de la base.
Por su parte Yolanda, "Yoli", nos habla brevemente de su familia, de los Arona, de cuando llegaron a la Argentina:
= Mis abuelos vinieron de Italia y compraron 1000 hectáreas en Luján, pero como el campo en ese entonces se inundaba, las vendieron y compraron 500 hectáreas acá, en la zona de Santa Lucía. Mi papá era el más grande de los hermanos y en 1910, más o menos, compró a Devoto una chacra que está cerca de la laguna de Raimondi (El Aljibe) Después, con el tiempo las distintas partes de la herencia se fueron vendiendo.
Cuéntenos, Alberto, como llegan Uds. a dedicarse al negocio textil.
= Yo, cuando tenía 13 o 14 años manejaba un camión, de esos con bigotes, que era de Mateljan.
Mateljan era cerealista y tenía el negocio en la esquina de lo que es ahora el Club Juventud, era una casa grande, compraba y vendía cereal.
Antes se cortaba el trigo y se ataba. Después se amontonaba y se emparvaba y después iba la máquina y lo trillaba. Por eso había tanto trabajo. Ahora las máquinas agarran 20 metros y al lado está el camión cargando.
Y yo hacía viajes del campo a la estación Otto Bemberg llevando el cereal en bolsas.
Después, cuando ya tenía 17 o 18 años, me entusiasmé con un camión nuevo que vendía Garabano, en Villa Cañás. El primer camión con cabina de lujo que vino a Santa Isabel, fue el mío, que me lo regaló mi papá. Un Ford cuatro cilindros. Después de un tiempito me gustó un Chevrolet que tenía más fuerza y que cargaba más, que también compramos en Villa Cañás.
Con estos camiones llevaba cereal a Rosario. Íbamos por caminos de tierra, se pasaba Melincué hasta Chabás. Ahí empezaba el asfalto, y justo en la entrada había un boliche donde parábamos cuando iba con mi papá. Él se tomaba una o dos cervezas, pero yo no, porque nunca me gustó.
Iba al puerto de Rosario, levábamos el cereal en bolsas y se descargaba todo a mano. Muchos decía que no era para mi ese trabajo, pero a mi me gustaba, cargaban las bolsas y yo las acomodaba en el camión. Y en Otto Bemberg, cuando se descargaba del camión y las cargaban en los vagones del ferrocarril, ahí tenía que descargarlas uno.
En Rosario, a veces había una cola de varias cuadras y yo miraba los camiones de todas partes. Una vez vi un International importado de norteamérica y le pregunté al dueño donde lo había comprado. Me dijo que en Junín, entonces cuando vine lo hable con papá.
¿Quien lo vende? Fulano de tal en Junín. El sábado vamos a comprarlo, me dijo. Fuimos y me vine con el camión nuevo. Cuando vino la guerra, no se fabricaban repuestos acá ni podían traerlos, entonces los colectiveros que tenían esa marca fueron al sindicato a preguntar quien tenía el camión mejor equipado. Alberto Tavani les dijeron. Me lo pagaron el doble de lo que pagué cuando lo compré, porque lo usaron para repuestos.
¿Ahí termina su vida de camionero y comienza otra?
= Si. Mi hermano Edmundo estaba estudiando violín en Buenos Aires y lo fui a visitar. Él me aconsejó dedicarme a la fabricación de medias porque conocía a amigos que hacían ese trabajo. Y me compré una máquina.
Después quería comprar otro camión más grande, pero Yoli me dijo que compremos más máquinas, y que trabajemos juntos. Y acepté, ¡y todas las máquinas que llegamos a tener! Tuvimos como 20 chicas trabajando.
Más adelante comenzamos a comprar máquinas para tejer, para hacer prendas, con las que se necesitaba menos gente para trabajar.
Ahora, mi sobrina Silvana, sigue haciendo medias por encargo. Porque Edmundo, después dejó de estudiar violín, se casó y puso también un tallercito en Santa Isabel. Ellos llegaron a fabricarles medias a Los Pumas y a Vilas.
Quienes han sido sus clientes de medias y pulloveres?
Yoli= Nosotros siempre vendimos en Venado Tuerto. Teníamos unas 6 tiendas que nos compraban. Era tanto el trabajo que cuando se iban las chicas nosotros seguíamos tejiendo hasta las 11 de la noche, porque teníamos muchos pedidos.
Ahora seguimos vendiendo, pero ya somos viejos los dos y trabajamos menos.
Alberto = Yo ya cumplí 92 años, si sabés quien quiere comprar un tallercito, se lo vendo.
Ya no quiero trabajar más... Te parece poco a vos?
Yo nací en el campo. Cuando nos casamos nos quedamos dos o tres meses allá y después compré esta casa y nos vinimos. Después con la plata del camión agrandamos y compranos las máquinas. Y siempre trabajando.
Yoli estudió de modista de chica, y ella por ejemplo te toma el contorno, de acuerdo al contorno tiene que anotar cuantas agujas pone en la máquina, te dice cuanto largo tenés que tejer.
Yoli = Y hay que tener mucha memoria, yo llevo todo en la cabeza.
Ahora estamos trabajando tres tardes por semana nada más. Si fuéramos a vender a Venado como antes no daríamos a basta. Nosotros se lo hacemos a la gente que nos pide.
También hemos vendido algo en Buenos Aires y en La Plata, ahí vendía mi nuera.
En Buenos Aires le vendimos a Gat & Chávez y también a Harrod's.
Alberto = Una vez, en Gat & Cháves, me encargaron tantas prendas que no podíamos abastecerlos, así que no fui más porque no iba a poder cumplir.
¿Desde cuando fabrican tejidos?
Yoli =A los pulloveres estamos trabajandolos desde el año '55. Durante un tiempo seguimos con las dos cosas. Teníamos 10 chicas de medias y las de pulloveres. Nosotros dejamos las medias en el año '60.
El orgullo aflora en las cara de ambos cuando deciden hablar de su hijo Eduardo. No es para menos, tienen mucho y bueno para exhibir de él
Yoli = Cuando terminó la escuela secundaria, a los 17 años, entró a estudiar en la facultad de La Plata. Porque para estudiar la carrera que el quería no había en Rosario, había en Santa Fe; y como nosotros ibamos seguido a Buenos Aires, se inscribió en la Plata donde estudió Ingeniería química. Es ingeniero, investigador, científico...
Y muestran infinidad de diplomas de todas partes del mundo que lucen su nombre en letras refinadas, mientras remata Alberto con emoción:
= El va a otros países con sus colegas, a abrir distintos congresos, pero esté donde esté, en cualquier parte del mundo, después de las 9 de la noche nos habla por teléfono, todos los días.
1950
aproximadamente: Alberto y Eduardo Tavani (izq.), Yoli (segunda a la
derecha) y empleadas junto a las máquinas de fabricar medias.
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