sábado, 16 de marzo de 2013

Letras escolares

Publicado en "Acercar a la Gente" Nº 54 del 22/11/2004
 
 Confirmando una tendencia que se registra desde hace varios años en las escuelas públicas de nuestra localidad, este año sus alumnos nuevamente participaron en infinidad de eventos y concursos de distintas asignaturas. Lengua no ha sido la excepción, todo lo contrario; a partir de un pedido de esta revista, la personas responsables de cada establecimiento nos entregaron una abultada lista de las distintas actividades que tuvieron este año.
 Nuestra intención es poner a consideración de ustedes lectores, algunos de los trabajos que los chicos y chicas de las escuelas 179, 779 y 214 han realizado este año. Para eso les pedimos a los docentes del área que seleccionen a los más representativos, obras que han sido parte de concursos literarios o de publicaciones a las que pudieron acceder.
 Creemos que vale la pena leer este material que pone de manifiesto un importante trabajo docente y el talento y dedicación de muchos alumnos.

 Escuela Nº 779 Domingo F. Sarmiento
 Participó en: "Concurso de Narrativa del Ministerio de Educación Ciencia y Tecnología de la Nación"; " Concurso Junín País 2004" con mención de honor; actividades paralelas al "III Congreso de la Lengua"; "Concurso El Poema Ilustrado" con 7 menciones especiales; "Concurso Internacional Editorial Nuevo Ser" con 9 trabajos clasificados; Feria del Libro de Rosario "Encuentro Regional de Escritores Jóvenes" con 30 trabajos; "Concurso Soltar la Lengua del Ministerio de Educación de Santa Fe; Compilado realizado por el establecimiento escolar "Sentimientos en Poesía".
 La profesora Adriana Gebhardt de Zanotti seleccionó estas dos poesías que aparecen en este último trabajo mencionado: 

LA LIBERTAD
La libertad es un precioso tesoro,
Que tenemos todos
Gracias a la vida
Que hoy nos toca vivir.
Andar por el mundo,
Los pájaros, las flores
Nos muestran tantas cosas.
Tenemos todo para ser libres,
Tenemos al amor, la paz
Y sobre todo una cosa hermosa que es llamada
"LIBERTAD"

Elías Chávez
7º Año



A TUS OJITOS NEGROS
Ayer vi llover
Sobre los vidrios de mi corazón,
Por no tenerte cerca
Sin entender razón

Pero comprendí que la distancia
No significa nada,
cuando el verdadero cariño
Se lleva en el alma.

A mi querido sobrino
Que jamás olvidaré
por más que la vida nos separe
En mi corazón te llevaré

Daiana Vilche
7º Año


Escuela Nº 179 Bartolomé Mitre
 Participó en: "Concurso la Escuela se TV" del Ministerio de Educación Ciencia y Tecnología de la Nación"; "Concurso el Poema Ilustrado" con selección del jurado de las obras "El Cielo" de Catalina Albado y "Prefiero el Verano" de Ignacio Magurno; Concurso Soltar la Lengua del Ministerio de Educación de Santa Fe; "Feria del Libro 2004 de la Escuela 214 "Concurso Describe tu Escuela o tu Casa". Los trabajos estuvieron dirigidos por la profesora Zulma Pennacchietti quien junto a directivos del establecimiento seleccionó el siguiente:
MI HOGAR DE CUATRO HORAS
 Aquí en mi escuela es donde paso muchas horas, muchos días cada año, por eso quiero describirla y contarles con mis palabras sobre cada rinconcito de ella.
 En su frente hay un jardín que se me hace un paraíso. En la biblioteca podemos encontrar un mundo de sueños, ilusiones, aventuras que se esconden en los libros detrás de sus celosas puertas. También nos esperan allí esas amigas que comandan el siglo XXI y que nos invitan a descubrir un mundo nuevo, ellas son las computadoras y para experimentar un poco más, está el ingenioso laboratorio con todos sus instrumentos.
 Desde el campo de deportes, donde dejamos todas las energías jugando y ejercitándonos podemos observar todos los salones que se parecen a las habitaciones de los castillos que existen en los cuentos de hadas; en cada uno de ellos hay un poquito de cada uno de los que pasamos por sus bancos, en sus paredes están las letras que nos enseñaron a escribir y leer, las láminas que nos mostraron lugares, grandes mares y hasta pudimos pasear por el universo y visitar todos los planetas, los armarios guardan aquellos tesoros que junto a las maestras hicimos con mucho esmero, están las tizas que dibujan todos los días nuestra enseñanza y completando el salón, los bancos que nos esperan cada día para acompañarnos en esta aventura de aprender.
 La Dirección, a la que todos les tememos solo por su nombre pero encontramos en ella a una persona que tiene que guiar nuestros pasos y cuidad de esta institución para que siga albergando los sueños y deseos de aprender de otras palomitas blancas que vendrán después de mi, a revolotear en el patio en cada recreo y a llenar sus aulas en esas cuatro horas en la que mi escuela se convierte en mi hogar.
Soledad Molina
6º Año

Escuela de E. Media Nº 214 Mariano Moreno
 Los alumnos de EGB3 y Polimodal participaron en los siguientes eventos regionales, provinciales y nacionales: "Concurso del Cuento Breve Regional" organizado por la Biblioteca Sarmiento de Elortondo (Andrés Zanotti (8vo.) obtuvo una mención especial); "Olimpíada Cultural de Carmen" (finalistas: Daniela Herrera, Cecilia Angelozzi, Manuel Pellegrini, Stefanía Pighin, Sofía Gutiérrez, Georgina Orciani, Maximiliano Sestito y Graciano Córica - el ganador se conocerá el 28 de noviembre); Teatro Barrial con dos obras a cargo de los alumnos de tercer año, y las obras "Que Dios se lo Abone" y "Una Libra de Carne" en la "Feria del Libro" local; visita a la Feria Internacional del de Buenos Aires; organización del concurso literario "Premio Nuevo Banco de Santa Fe; contacto con distintas embajadas en nuestro país recibiendo importante material, historietas sobre la localidad y el medio ambiente conjuntamente con plástica; "Concurso Pintar mi Escuela " en Radio Continental aún sin finalizar; participación en la exposición del "Poema Ilustrado" obteniendo muchas importantes distinciones y colaboración de los alumnos en la atención de los estands; Concurso "Escuela, Cámara, Acción" (9º Año) organizado por el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. En este último, los alumnos de 9º año, secciones "A" y"B", guiados por la profesora Alejandra Agostinelli fueron ganadores de la instancia provincial y ahora aguardan el resultado a nivel nacional, el premio para los cuentos seleccionados será la filmación de la historia. Las profesoras de lengua del establecimiento, Clara Julia Costas y Alejandra Agostinelli lo seleccionar para este espacio.


CUANDO YO FUI "EL CHICO NUEVO"
(Primer día de clase en una nueva escuela)


 Nos mudamos. Fueron las primeras y también las últimas palabras que escuché esa noche, esas palabras salían de la boca de mi papá y hacían eco en todo mi cuerpo.
 Él siempre se había dedicado a su trabajo y a su familia y últimamente había quedado sin uno de sus pilares: el trabajo, y contrariamente a lo que yo creía, tampoco se dedicaba a nosotros, su familia, ahora que tenía tiempo. Se sentía deprimido, sin ganas de hablar, incapaz de comunicarse con nosotros de otra manera que no fuera a través de gritos y verdaderamente, no nos acostumbrábamos a la presencia de un padre ausente que ni siquiera participaba de juegos y conversaciones.
 Mamá nos tranquilizaba diciendo que eran momentos pasajeros y que el trabajo llegaría y así fue. No precisamente en Necochea, que era donde vivíamos, sino en la provincia de Santa Fe al sur, un pequeño pueblo. “Santa Isabel”, que para colmo de males no existía ni siquiera en los mapas a pesar de buscarlo incansablemente.
 Resultaba increíble pero nos encontrábamos, sin demasiados preparativos, en esa misma semana trasladándonos a un lugar desconocido y que de ahí en más prometía ser “nuestro lugar”.
 Sin darnos cuenta casi estábamos en la ruta. Con mi hermano Juan peleábamos en el camión de papá durante el viaje. Mi papá fue siempre camionero y no recuerdo haberlo visto en otro trabajo, como él siempre dice: “nació y se crió arriba de un camión” y en una zona tan cerealera como la del sur santafesino había mucho cereal para trasladar al puerto.
 Aunque la avenida que nos daba la bienvenida era realmente desoladora a las tres de la tarde de ese domingo, allí estábamos. Santa Isabel era nuestro nuevo lugar, teníamos todo por conocer aunque ese todo abarcara apenas unas pocas calles pavimentadas, algunos campos aledaños y una plaza llena de adolescentes y mates.
 -Mañana mismo empiezan el colegio -  dijo mi mamá y a mi me pesaron los 14 años, me parecieron medio siglo.
Para Juan, de 5, todo era más fácil pero en plena adolescencia el cambio de pueblo te deja sin amigos, sin calles conocidas, sin el kiosquero de toda la vida, sin la chica por la que te peinás y te perfumás cada mañana... pero no podía ser egoísta y al ver a mi papá tan ilusionado con esta nueva posibilidad y a mi mamá, como siempre, poniendo toda la voluntad y averiguando desde el vamos, posibles puestos de trabajo para ella que amaba el relacionarse con la gente y todas las tareas que de eso se tratara; yo decidí, porque creí que era lo que me daría fuerzas, pensar que “esto era lo que había” y con esto tenía que tratar de vivir.
 Casi ni conocía mi nueva casa, alquilada por supuesto, elegida unos días antes por mi papá y bien elegida, por cierto: buen patio para las aventuras en las siestas de verano, vereda con ladrillos que olían a naturaleza y mucho y humilde espacio.
 El lunes, minutos antes de las 13 estaba en la nueva escuela, las instalaciones me parecieron un poco menos que perfectas. Ese colegio parecía tenerlo todo. Allí, al abrir la puerta me recibió un hall muy amplio en cuya cara había un cartel “Escuela de Enseñanza Media N° 214” y ahí estaba yo sintiéndome un héroe por tanto sacrificio para que mi padre esté bien y también lo estemos todos. Sintiéndome un héroe porque si bien nunca había pasado por esta situación, había yo mismo en años anteriores sido indiferente, no acercándome a ese chico nuevo que “caía a mitad de año”. Por qué no me iba a pasar hoy a mí lo mismo?
 Es cierto que a veces me atrapaba la vida de los chicos que llegaban por unos días porque formaban parte de un circo y en esa vida nómade tenían mucho para contar, pero ellos tan acostumbrados a rodar de un lado a otro no buscaban amistades duraderas y parecía que el integrarse al grupo no les quitaba el sueño ni mucho menos. Pero para mí, Ezequiel Ledesma, pelo extremadamente lacio, cara invadida por las pecas, ojos claros como dato positivo y de baja estatura como dato negativo, el tema de la “aceptación era una cuestión existencial.”

 Llegaron las 13 hs. de ese lunes y con ellas llegué yo a la escuela. Hasta la ropa me diferenciaba, puesto que todos eran grises, desde el cuello a las medias, lucían triste uniforme y yo gracias a lo repentino de la situación podía disfrutar de un jean y una campera roja. Los trámites de costumbre hicieron que “me tocara” el aula de 9° C cuando la hora de lengua ya había comenzado. Mis nuevos compañeros en silencio escribían con la ayuda de un libro. Apenas levantaron la vista para mirarme. Estaban en prueba.
 -Hola, hola ¡Más gente para 9°! ¡Qué alegría! ¿Cómo te llamás?
 Apenas en un balbuceo pronuncié mi nombre y luego con una sonrisa me senté a su lado en el escritorio, ya que ella me hacía con su mano un ademán y golpeaba suavemente la silla invitándome.
 Creo que obedecí y caminé unos pasos y mi cabeza decía:
 -Sé que es agosto, sé que es 9°, sé que es difícil pero necesito ser parte de este grupo. Deseo ser uno más y que me acepten.
 En ese momento, casi leyendo mi pensamiento, el alumno del 3er banco de la hilera cercana a la ventana preguntó qué tenía que hacer con la consigna de la evaluación que mencionaba que “cuando alguien anhela algo profundamente todas las fuerzas del mundo conspiran para que ese deseo se cumpla”.
 Y
no pude menos que sobresaltarme, pensando que ese chico estaba leyendo mis deseos. La profesora, después de indicarle, me invitó a realizar una tarea algo rara para mi gusto: colocar al lado de una extensa lista de adjetivos qué alumno coincidía, según mi visión, con cada una de las características escritas. Y aclaró que esta actividad daría pie para hablar de las etiquetas y los prejuicios que adjudicamos a las personas, comprobando que muchas veces las apariencias engañan.
 La consigna “aparecía” simple: Observa a tus nuevos compañeros y coloca el adjetivo que por su apariencia externa, merece cada uno.
 Yo sólo quería que las fuerzas del mundo conspiren para que pudiera integrarme y ahí estaba comenzando un diálogo con cada chico, preguntando cómo se llamaba y completando la lista, acercándome a cada banco para no molestar a los demás, según indicación de la profesora.
…… la o el más estudioso
…… la o el más simpático
…… la o el más quejoso
…… la o el……
 Apenas el timbre llamó al recreo, los alumnos entregaron la evaluación y corrían a mi alrededor para comenzar preguntándome qué había dicho su apariencia, por supuesto que casi ninguna coincidió con lo que realmente eran y trataban de explicármelo con anécdotas y ejemplos que no hacían más que acercarnos y si bien esta situación me hacía sentir feliz no dejaba de alarmarme la posibilidad de que esta gente nueva para mí, estuviera leyendo mis pensamientos o las fuerzas del mundo realmente habían comenzado a conspirar y yo desprevenidamente me encontraba a mi mismo haciendo lo necesario para cumplir mi voluntad: no ser un extraño y ganar en este grupo a los amigos que perdí en Necochea.

 Los meses pasaron y yo me sentía cada vez más adaptado. Mi familia había vuelto a ser la de siempre. Mamá consiguió trabajo y también descubrimos cómo pasarla bien en un pueblo de apenas 5000 habitantes: sin mar, sin río, sin puerto pero con gente buena, una gran plaza, muchas bicicletas y todo el sol.

 Una tarde llego a clase y veo a mis compañeros alborotados. Más que de costumbre. Los veintisiete tomaban sus sillas y mesas para desarmarlas de la ronda y colocarlas prolijamente una detrás de otra. Pasaron apenas unos minutos y mi profe de lengua con la cara roja por el apuro y los ojos grandes, como los pone ella cuando está contenta, avisaba con su voz disfónica pero potente: -Chicos, viene una alumna nueva al grupo, creo que llega desde Buenos Aires- y agregó -¡vamos!  Colóquense en situación de evaluación. Pongámonos de acuerdo. ¿Quién me hace la pregunta hoy?-
 La duda de todos estos meses se disipaba ante mis ojos y seguramente mi cara no pudo disimularlo. Este grupo de gente recibía de esta manera a los que llegaban a la escuela, lo mío no fue casualidad.
 Algunos me miraban y apoyaban las palmas en mi hombro como tratándome de explicar sin palabras.
 ¿Era casualidad que justo me haya tocada esta escuela, o eran las fuerzas del mundo que conspiraban, como lo decía ese libro, para que los deseos se hagan realidad?



 

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