sábado, 2 de marzo de 2013

"Bocha" Uliase. Accidente en el Belgrano.

Publicado en "Acercar a la Gente" Nº 90 - 12/07/2008
   El crucero General Belgrano pasó a integrar el listado de las tristes historias de nuestro país en la tarde del 2 de mayo de 1982 cuando fue destruido por el submarino británico Cónqueror durante el conflicto bélico del Atlántico Sur, provocando la muerte de 323 argentinos, de los cuales 200 tenían entre 19 y 20 años de edad. 

Su historia había comenzado mucho antes, con su viaje inaugura el 3 de octubre de 1938 bajo el nombre de U.S.N. Phoenix. En 1951 fue adquirido al gobierno de los EE.UU luego de haber participado en la segunda guerra mundial saliendo indemne del ataque japonés a Pearl Harbor. A pasar a manos argentinas la nave fue rebautizada como "17 de Octubre" disponiéndose, luego, en 1955 el cambio de nombre por el de Gral. Belgrano. 

 La historia que nos cuenta Juan José Uliase, el "Bocha" se sitúa en 1959 cuando debió hacer el Servicio Militar Obligatorio o la colimba, tal como se lo conoce en términos populares.

En ese tiempo que duró casi dos años, un suceso a bordo de esta nave de guerra le marcó para siempre la vida.

¿En que lugar le tocó hacer el Servicio?
= En la Base Naval de Puerto Belgrano, cerca de Bahía Blanca. Cuando llegué me designaron al Campo Sarmiento donde, en los primeros dos mese, me hicieron hacer unos cursos para tener conocimientos de artillero y de bombero. Cuando esto terminó me designaron al Crucero 9 de Julio que era gemelo con el Gral. Belgrano.
Estuvimos dos meses en el 9 de Julio porque el otro estaba en reparaciones. Cuando el Belgrano estuvo terminado mandaron al 9 de Julio a reparaciones y a nosotros nos cambiaron de nave.
   ¿Cuál era su trabajo principal?
= Me destinaron como artillero de la dotación de la 6º y 7º división. Yo estaba en los cañones de 5 pulgadas, pero había también cañones de 6 pulgadas y distintos tipos de ametralladoras.
 El primer viaje habrá durado unos 20 días en los que estuvimos navegando, probando todas las máquinas y entrenándonos.
Volvimos al puerto y, pasado un tiempo, salimos otra vez, pero para probar las armas. Cargamos muchas municiones y fuimos a hacer pruebas al sur del país, en Tierra del Fuego. Mi segundo jefe era Guillermo Suárez Mason.
 Ahí decidieron bombardear, para probar, una isla desolada. Eso era infernal. Probaban toda la artillería.
 Y en uno de los cañones estaba yo. Éramos unas 13 o 14 personas dentro de una habitación, de hierro, que estaba arriba del cañón que manejábamos. Las balas llegan de abajo, de la santabárbara, en una especie de ascensor y eran los atacadores, cinco en total, los encargados de poner la bala en el cañón. Cada bala pesaba 50 kilos. El primer atacador la saca de ahí y se la pasa al otro y así sucesivamente hasta el último que la coloca en el cañón . Yo era graduador de espoleta.
 Estábamos haciendo tiros de 13 segundos, es decir que la bala explota a ese tiempo de haber salido del cañón. La bala viaja a 650 metros por segundos; tenía que estar a unos 12.000 metros en el momento de explotar. Ibamos a hacer 10 tiros, pero eso no ocurrió.
 Hay un tablero con relojes que marcan los segundos de la espoleta. Eso era algo automático que controlaban de arriba, de la torre de control, porque estábamos haciendo una prueba y los mecanismos se movían desde la torre. Yo hacía lo que ellos me decían para que controlaran si hacía bien las cosas, pero a eso lo manejaban ellos.
   ¿Y que fue lo que pasó?
= Pasó que tiramos una bala y todo bien, pero la segunda explotó sin salir del cañón y voló todo.
Yo fui el único que salió ileso. Pero mirá cómo habrá sido que tenía un casco con el Nº 76 y lo encontraron en la cubierta ,hecho un bollito. Toda esa especie de habitación desapareció y la mampara que daba al mar, de hierro de 6 cms. de espesor también desapareció.
 La explosión me sacó toda la ropa de arriba, de casualidad no me pasó nada. Tenía un gabán, una remera... no me quedó nada de eso. Me levante y salí caminando, medio aturdido, y fui hasta el cuarto de radio, que estaba ahí cerca y les dije "explotó el cañon". Y todos salieron a ver. Corría la sangre por los trancaniles, que es una especie de canaleta por donde corre el agua. Había un muchacho, Tedesco, que ya se estaba muriendo. Fue el único que murió, era de Azul y dormía en la cama de abajo mía. Todos los demás estaban desparramados, con quemaduras distintas.
 A 2000 metros navegaba una fragata y un pedazo de fierro que voló le quebró un brazo a un tipo. La cubierta quedó toda marcada de los pedazos que desparramó.
 Y yo no me di cuenta enseguida de lo que había pasado. Me bajé por la escalerita, sin ropa y me metí en el cuarto de la radio. Ya los del control se habían dado cuenta de la situación.
 El problema lo tenían las balas. En ese momento se dijo que las habían armado mal en Zárate. Estaban falladas porque cuando volvieron a probar, en otro cañón, volvió a explotar. Tal es así que, cuando llegamos al puerto, no las queríamos descargar porque le teníamos miedo. 
  ¿Se volvieron enseguida al puerto?
= No, estábamos lejos. A los seis o siete días de lo que pasó fui a la formación de cubierta. Yo estaba en la fila mientras el capitán hablaba y todos estaban formados, pero en un momento me fuí de la formación y los dejé
 Yo no estaba bien. El muchacho que había muerto tenía 19 años y unas semanas se iba de baja. Estaba con él y después lo veo muriéndose ahí. Así que me fui y me acosté.
 A los pocos días el jefe me dijo que cuando llegáramos me daban licencia de unos quince días.
 Y me vine para acá. Ya había llegado una carta de la Armada avisando lo que había pasado.
 Y al cuerpo del muchacho lo llevaron en un helicóptero que había bajado en el barco.
 Que cosa triste!... Se hizo formación arriba de la cubierta y tocaron a silencio. Llorábamos todos...
   ¿Le quedaron secuelas físicas?
= Quedé con problemas en el oído izquierdo. Durante un tiempo se me hinchaba, después se pasó y en los últimos años empecé a tener problemas de audición.
 Y yo, porque no quise, pero podrían haberme dado de baja y hasta tener una jubilación. Si eran ellos los que me encontraban problemas en el oído pero, como yo no tenía molestias, todo terminó ahí. Ellos me llevaron a junta medica pero yo no la había pedido.
¿Cómo transcurrió el tiempo restante en el Servicio?
= Seguimos haciendo viajes. Conocí mucho el sur, Comodoro Rivadavia, Trelew, Golfo Nuevo, Ushuaia, Puerto Deseado...
 Nosotros vivíamos arriba del barco. Estando en el puerto, a las 6 de la mañana tocaba diana. Te levantabas y trabajabas hasta las dos de la tarde como en cualquier empleo. Después si te querías ir, podías hacerlo adonde se te antoje al menos que no estuvieras de guardia o castigado. Además comíamos de primera. Milanesas, pescados de mar, de todo y muy bien.
 También participamos del primer operativo Unitas, en 1959, que se hacen en conjunto con los Estados Unidos.
 Fue la primera vez que vi el naylon, y creo que la mayoría de los que estábamos. Nosotros teníamos unos cables de acero muy gruesos y teníamos que cinchar como burros, y ellos hicieron el mismo trabajo entre dos tipos. Atracaron al muelle el crucero en que venían y lo ataron a la cornamusa con la soga de nylon. Nos preguntábamos cómo iba a aguantar esa soga.
   Y ahora ha armado una nave en miniatura que recuerda al Belgrano...
= Si. Un año y medio me llevó hacerlo, con tornillos y distintas piezas que fui encontrando o pidiendo. Lo hice mirando foto viejas o recordando cómo lo conocí. Porque el Belgrano, cuando fue hundido ya era otro, tenía armas que en esa época nosotros no manejamos, como misiles o bombas de profundidad. Traté de hacerlo como lo recuerdo de aquel tiempo.


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