Publicado en "Acercar a la Gente" N° 28 - 05/07/00
Comenzó a funcionar en febrero de
1971 en Gral. López 866 luego de que su dueño, Hugo Ribas, decidiera
cerrar su otro negocio que comenzaba a decaer: La Hawaiana, una snack-bar
situado en Gral. López y 25 de Mayo, a muy pocos metros de allí. Fue el
primer baluarte en Santa Isabel (y uno de los primeros en la zona) de una
nueva manera de pasar las noches de fin de semana: música grabada, poca
luz y tragos hasta la madrugada.
La idea, tomada de las tertulias que
realizaban los estudiantes del secundario, se llamó Capricho porque este
negocio fue, precisamente, un capricho de su propietario que, a juzgar por
los resultados, le fue bastante positivo. Hugo cuenta que el equipo de
audio, el mobiliario y la bebida llegó el mismo día de su inauguración,
un viernes, y que con lo recaudado ese fin de semana pagó esas compras el
lunes mismo.
En Capricho no se cobraba entrada.
Abría todos los viernes, sábados y domingos desde las 11 de la noche y
solo ingresaba gente mayor de 18 años.
Su fachada era blanca con letras
negras sobre la puerta de dintel pintado a rayas transversales de esos
mismos colores y en el interior había tres habitaciones seguidas. En la
primera estaba la barra atendida por Hugo y su hermano Ventura, banquetas
de plástico blancas y el equipo de audio donde los simples y "elepés"
de vinilo eran colocados por "Cachorro" Gobbi (el jefe de los D. Js.) o también por "Panchito" Paulini o "Cachula" (de
Rosario) entre otros. La segunda habitación era la pista, donde un único
parlante estaba sobre una vieja rueda de madera que hacía las veces de
"parrilla de iluminación". En la tercera estaba el reservado,
para tranquilidad de las parejas.
No entraban más de ciento veinte
personas, pero cuando se habilitó el patio de verano, con piso de
pedregullo suelto y banquetas de troncos de eucaliptus, este número se
amplió hasta alrededor de trescientas. El ambiente, que era tranquilo,
sin peleas, se nutría de gente de nuestra localidad y la zona.
Su decoración mezclaba estilos del
pop y la psicodelia hippie, de moda en esos tiempos.
Para parte de la sociedad de
entonces, acostumbrada a los bailes populares, este lugar con poca luz, no
era bien visto.
Ver más en: Yo quiero a Capricho...
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