La masonería contemporánea es un colectivo de hombres y mujeres que desean contribuir a una humanidad fraternal. Es una cofradía que busca el desarrollo intelectual y espiritual de sus miembros a través de un método antidogmático y sin barreras. Dentro de la familia Masónica conviven "hermanos" y "hermanas" de diferentes tendencias políticas y religiosas. Al igual que la sociedad cambia y evoluciona, la Masonería es permeable a las circunstancias del mundo en que vive.
No se conoce a ciencia cierta cuándo y dónde se inició la masonería, pero sí se sabe que está íntimamente ligada a la historia de constructores, arquitectos y albañiles de la antigüedad. En 1717, cuatro logias de Londres formaron la primera institución formal que regiría a la fraternidad en lo sucesivo. A lo largo de su historia se formaron distintas asociaciones y organizaciones que se han caracterizado por adoptar el principio de la fraternidad mutua entre sus miembros.
En nuestro país ocupó un gran lugar en su historia. Presidentes de la Nación y Vicepresidentes formaron parte de ella: Rivadavia, Urquiza, Derqui, Mitre, Sarmiento, Juárez Celman, Pellegrini, Quintana, Figueroa Alcorta, R. Sáenz Peña, De la Plaza, Irigoyen, Justo, Del Carril, Pedernera, Alsina, Madero, Quirno Costa, Domingo T. Pérez, Del Pino y Villanueva. José de San Martín, Manuel Belgrano y Vicente López y Planes fueron masones.
En Santa Isabel existió, entre 1925 y 1935 aproximadamente, un movimiento de este tipo con una pequeña cantidad de integrantes los cuales se llamaban Masones. Su lugar de reunión era un sótano de unos 8 m² ubicado sobre Av. Santa Fe al 1200, entre lo que hoy es el Hotel Central y el playón de la estación de servicio vecina. Algunos de sus integrantes estaban vinculados a la construcción, siendo algunos de ellos los que estuvieron ligados o hicieron las principales edificaciones de los primeros tiempos. También algunos de ellos estaban vinculados al comercio, especialmente de cereales.
Algunos de los posibles hombres que participaron de esta logia -no existe evidencia pero sí relatos orales- serían Antonio Zorzi (empresario fúnebre, vecino del sótano de las reuniones), Dante Pellegrini (cerealista y, anteriormente, constructor), Esteban Maglione (propietario del centro de reunión masónica), Dr. Juan Carrillo (médico del pueblo), Nicolás Pavía (taller mecánico de carpintería, metalúrgica y fábrica de implementos agrícolas; fue quien revistió el sótano con madera e hizo una gran escalera junto a su aprendiz Mario Tirelli), Juan Di Batista (comisionista de aves y huevos. Seguros y nafta), Nicolás Mateljan (cerealista), Santiago Raimondi (miembro de la primer Comisión de Fomento, productor agropecuario) y Antolín Pintado (empresario, dueño del cine teatro Dante, pintor del techo del sótano con signos similares a los ritos masónicos).
Si bien históricamente la Iglesia Católica mantuvo confrontaciones con la masonería, en Santa Isabel la mayoría de sus miembros profesaban esta religión y algunos de ellos hasta contribuían con la iglesia local.
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