miércoles, 13 de marzo de 2013

Vientos del ayer (o nostalgia del ayer, es casi lo mismo)

Publicado en www.acercarweb.com.ar el 05/07/09


 En ésta evocación de los cien años de nuestro pueblo los recuerdos más queridos de cada uno reverdecen en nuestra memoria; cómo habrá sido aquel inicio… el arado mancera, aquel de una reja, tirado por el fiel caballito criollo, abriendo surcos para la simiente; o tal vez los bueyes cinchando delante de las cuatro rejas… Pero claro, el pueblo se hizo con la gente en el campo para el sustento diario, porque pueblo es todo, y cuando digo “todo” lo digo porque era el poner el  hombro, el ayudarse el uno con el otro, era el luchar -por ejemplo- a abrazo partido entre vecinos para terminar con la plaga de langostas, cuando colocaban las barreras de chapa alrededor del sembradío con las estacas de hierro y se las exterminaban con aquella máquina lanza-llamas.
 Y pueblo era todo… la engavillada del alfalfar ya cortado con la guadañadora, para luego hacer los montes con la horquilla, y después venían la emparvada, entre vecinos y amigos en una ayuda alegre y fraternal; como el tirar maleta para descargarla en aquella enorme bolsa de arpillera que luego iba ala chata con el aparejo, remontándola a ella tirada por el matungo fiel, y el caballo… Siempre el caballo en los trabajos de campo, en el traslado de la gente con los sulkis, las jardinera o las volantas; y, como les decía, aquellas espigas que llegaban hasta la troja, para después pasar la desgranadora y ahí se llegaban a la bolsa ya desgranado.  En toda ésta evocación la carneada era otro de los momentos de encuentro con familiares, amigos y vecinos para ayudarse mutuamente.

 Pero pueblo es también además de trabajo, el juntarse y compartir momentos gratos como podía ser la llegada de aquellas compañías teatrales que se escuchaban por radio y que después salían en gira por los pueblos para personificar y hacer real aquella imaginación de lo que nuestros oídos escuchaban. Y también estaban los circos con las obras teatrales después de la función en la pista.
 Y qué decir del mágico cine. De aquellas películas que casi siempre eran de “acción”, de pistoleros o de guerra los días miércoles;  y después, el sábado y el domingo, más actuales. Incluso teníamos  la matinée de los domingos. Cómo, entonces, no recordar aquel tema de…” se va el caimán, se va el caimán, se va pa´ la barranquilla” que anunciaba el inicio de la matinée. Y claro, teníamos aun en mente de cómo había terminado el domingo anterior el episodio de “Enmascarado solitario”, o quizás “El zorro”;  y el final había sido de los más intrigantes, así que teníamos que hacer cualquier cosa -bien los deberes- para no perderlo.
 Pero si pueblo es todo, también lo era en aquellos encuentros de los bailes populares, grandes, jóvenes y chicos, familias enteras gozando y compartiendo eso momentos tan gratos. Los bailes de los  conscriptos que ya partían muy pronto al Servicio Militar, con el nombramiento de princesas y reina. También es pueblo la llegada de la gente que fueron personajes, por ejemplo aquel patinador que quedo en el recuerdo por su record de permanencia sobre patines, Alfonso Esteban García era su nombre. Y el altoparlante del legendario “Prado Español” que anunciaba todo los días, en la voz de Juancito Miculan o de Eduardo Pozzeti, las horas y minutos que el patinador llevaba hasta ahí de permanencia. Realmente es conmovedor recordar la gente que lo acompañaba día y noche con comida, bebida y café, y distrayéndolo para que no se durmiera.
 Nombré al Prado Español, el refugio obligado en cada festejo patronal, todo los Santa Isabel eran el regocijo de la gente. Aquel recordatorio en la solapa del lado izquierdo, allí donde el corazón parecía latir más fuerte en esos momentos; realmente el recordar a las familia que unían pueblo y campo, porque el campo era una parte muy importante de gente en las chacras, pero el Prado Español tenia algo muy especial, porque la familia Miculán misma era muy especial. Y hablo en tiempo pasado por el recordatorio, pues Doña Elvira y Don Mario a la cabeza, era gente entrañablemente querida por todos, y además la atención y simpatía de Nelly, “Coca”, Juancito y “Lulo” nos contagiaba a todos. Es que no eran solamente los helados, también estaban aquellas picadas con el vermucito que era como una excusa para compartir momentos gratos con los amigos, aquella vereda que se ensanchaba y llegaba más allá del cordón hasta pasar las calle de tierra, esa vereda ficticia de madera rodeada de la baranda protectora que daba más lugar para comodidad de la gente. Y ahí nomás, enfrente, la plaza, las familias con los chicos, los matrimonio y novios dando vueltas en ella, para luego recalar casi obligatoriamente en la heladería de “Don Mario”, o si no para entrar al Prado y sentarse bajo las plantas de ligustrines donde también se degustaban los helados y bebidas predilectas. Cómo olvidar a “Don Mario” en su bicicleta con su cajón de helados vendiendo por calles del pueblo.
 Y qué decir de otro refugio obligado: nuestra Sociedad Italiana que tiene tantos años…casi… casi como el pueblo, un verdadero templo de recuerdos y emociones vividas.
 En la evocación desandamos caminos en el tiempo y surge la barra de amigos en nuestra niñez que, por supuesto, ¿quién no la tuvo?. En mi barra de andariegos estaban los amigos de la escuela primaria y otros que eran del barrio,  buscando algún baldío para hacer un “picado”. Aunque lo más difícil de encontrar era alguien que tuviera una pelota de fútbol, la tan preciada Nº 5; y sí, seguro que el dueño de la pelota jugaba de 9, el puesto mas codiciado, el llamado centrojas; el dueño de la pelota también se adueñaba del puesto aunque no tuviera actitudes para eso. Él ponía las condiciones y nosotros las respetábamos, lo importante era “Jugar a la Pelota”.
 Y en ese recuerdo tan mío están esos pibes de ayer, Mis Compañeritos, exactamente como se llamaba nuestro libro de lectura de esos años, aplicando los puntos y coma y la pausa, levantando la vista, como nos enseñaba nuestra maestra de aquel primario, la tan recordada Señorita Úrsula.
 Vuelvo a mis “compañeritos” pueblerinos. Nnos juntábamos con "Nito" Lombardi, "Quinito" Salemme,  "el Turco" Alianak, "Panchito" Paulini, "Dieguito" Colomba, "Vichéndalo" Sánchez (seudónimo que se lo puso Lisandro Salemme, que era menor que nosotros y vivía casi enfrente de la familia Sánchez,  y por eso, por ser mas chico, no era de nuestra barra, lo de “Vichéndalo” era por Vicente, pues se llamaba Héctor Vicente Sánchez)... Continúo con la barra de ataño:  “Musculito” Elbio Martínez,  "Ninimo" Enrico, que venia a la casa de su abuelo para las vacaciones; Román, que también llegaba en las vacaciones y se afincaba con sus familiares, la familia Salemme; y Pocho Ferro. A Ferrito lo dejo para el final porque cuando jugábamos a las bolitas nos “gelaba” a todos. "Gelar", en la jerga “bolistica” significa que nos “limpiaba” a todos y nos dejaba sin bolitas, pues Ferrito tenía una “quema” bárbara, y cuando nos daba con esa bolita “puntera” que él tenia en la línea que hacíamos de bolitas, producida un desparramo de aquellos… él se guardaba las bolitas en el bolsillo y nosotros nos quedábamos con esa cara de “circunstancia”. Para colmo, “el Pocho” se nos reía con esa risa casi  “sarcástica”… y nos dejaba con la congoja y sin bolitas…
 Pero bueno, volviendo a las andanzas de buscar pelota y potrero, esto último, en esos tiempos no era nada difícil pues baldíos y potreros los había; lo complicado era la pelota. Ocurrió que una vez alguien de los nuestro se hizo dueño de una Nº 5, no se si por el buen oficio de los Reyes Magos”o quizá por el día de su cumpleaños (12 de Octubre). Con este dato puntual, (el destinatario ya debe saber de quien se trata) ya teníamos a uno de la barra con pelota de fútbol y teníamos el lugar para hacer “el picado”, muy cerca de nuestras casas, era allí desde calle Mitre, por la avenida Santa Fe, hasta casi frente al hotel. En  ese recorrido había una hermosa arboleda, desde frente al club Juventud Unidad de aquel entonces hasta la calle San Martín, detrás de la línea de árboles donde había varios bancos para el descanso estaba el alambrado, y detrás de el, por supuesto, el predio del Ferrocarril que llegaba hasta ahí nomás, sobre calle Mitre. Todavía el pueblo no se había cortado por la vía, hacia el lado Norte. Y en ese lugar, antes de la vía, entre lo álamos, sauce y paraíso, había un claro, donde la gente se reunía para hacer el pic-nics; ahí mismo jugábamos los “picados”. También se llegaban pibes de más lejos, que no vivían en el centro y entonces nos juntábamos con Osvaldo Gadea, o con "Lobito" (Rubén Lobos). O con Darío Carrera, o quizás con "Calandria" Arce.
 Pero después me alejé de mi barra pueblerina, volvimos al campo, a nuestra casa natal, allí donde nacieron mi querida madre, mis también queridos tíos: Chela y Tina, nuestro inolvidable tío Lito, mi hermana Marta y yo. Ya mi hermana Norma había nacido en el pueblo. Así que regresamos al campo de mi abuela Gavio y entonces, allí se sumaron a aquellos que ya nombré, los amigos del campo, el recordado “Norbe" Fulconi, “Bubi" Petricich, Pedrito Scatagrini y Mario Kovasevic, que ahora con el paso de los años tiene el orgullote ser Presidente Comunal en los 100 años del pueblo.
 Y, desde ya, la pibada del pueblo, de vez en cuando llegaba hasta “nuestra” chacra a jugar a la pelota o a lo que fuera, y por entonces ya venían otros compañeros de escuela como Orlando Sunde o el recordado Juan Carlos Angeleri, y también el cariñosamente “Loco Diba” (Alfredito Di Bastista), que también vivía en una quinta lindera al pueblo; también se unía a nosotros el “Negro” Carpi (Juan Carlos). Y ahí conocí en los picados que jugábamos en el potrero del Bajo a grandes compañeros como Pepe Reato, el “Pato” Cisterna o al “Rulo” Montefiore, por nombrar algunos. En esos tiempo de pibes, qué decir de las trenzadas que tenia con "Saturno" Martínez. Principalmente cuando jugábamos  por las etiquetas de cigarrillos para ganar la más fácil, y lo mismo ocurría con las figuritas de los jugadores de fútbol de la época, nos jugábamos entero a las bolitas para conseguir la más buscada. Pero recordando los juegos es difícil de olvidar y muy grato recordar los momentos cuando con Elbio Martínez marcábamos con  tiza en el mosaico de nuestra casa la cancha para jugar al fútbol con los botones, los dos somos de la misma divisa, Elbio era el Racing Moderno de aquella época y yo el Racing Antiguo Veterano, qué momentos tan hermosos…
 Todo esto que es recuerdo, es pueblo también; como es pueblo los personajes tan nuestros. Y para nombrar a uno de ellos, llega a la memoria aquel peluquero que también fue recitador en los carnavales, aquel que llegó ha ser comisario del pueblo; el tan conocido “Manga” de apellido Lombardi. El dueño de la peluquería “El Criollo”, aquel que dejaba sentado a su cliente en el sillón para tomar abruptamente la máquina de flit y perseguir así alguna mosca intrusa, o para regar y barrer la vereda de tierra;  o tal vez para salir a regar la quinta con  aquella regadera que ya tenia preparada detrás de la puerta que daba al patio. Claro que su clientela ya estaba acostumbrada a “sus cosas” y, en todo caso, esa pérdida de tiempo servia para compartir alguna charla amena. Por lo general ahí se reunía la gente mayor, los que vivían en las quinta circundantes. A unas cuadras de allí estaba la peluquería de “Don Gallito”, que después se fue al centro para unirse a su colega “Kito" Dueñas. Y también estaban las peluquerías de los belgranistas y las de los de Juventud Unida; por ejemplo para “los verdes” era la de Don Bastino” y para los azulgranas la del “Flaco" Enrico; allí casi enfrente a la de Enrico estaba la de Don Domingo Lorenzatti, y estaba la cancha de paleta que los fines de semana se colmaba de gente y donde se “jugaba fuerte” .
 La paleta... Cómo no recordar entonces al gran Valentino Romero quien en su canchita era invencible. Casi podríamos decir que fueron discípulos de él Osvaldo Gadea, el “Vasco” Montes, el recordado “Norbe” (Ferrari) o Eterovich. Y,  después, más al centro, estaban los hermanos Carlovich, “Polaco” y “Pocholo” o Antonio Ducay; todos eran animadores en la pelota a paleta. Y, más allá en el tiempo, recordar también a “Tito" Salemme, y claro, mucho mas acá, a una gran promesa que desgraciadamente quedó trunca: “Tatano” Aquino. 
 
 ¿Quién puede negar que esto no es pueblo? Como los dichos que son el folklore pueblerino, por nombrar algunos, como aquel: “te lo debo Angeleri”, o “quedó como la gallina de Baldessari” (el destinatario era mi tío Ángel), o el: “arriba dijo Pijuán”, o aquel otro tan conocido de un “caudillo” político que fue historia…
 Personajes que hacen a un pueblo, como aquel dicho de Don Silvio Marino: ”Y tu mamá que dijo?”. Así respondía cuando algún interesado le pedía que le fiara el alquiler de alguno de los Ford A que alquilaba. Con esa respuesta le daba a entender que no aceptaba el fiado del auto, pero pasaba que después venia la "vendetta” de la barra que alquilaba el Ford A para ir algún baile de pueblos vecino. Y la “vendetta” era que desconectaban la “tripa” del velocímetro por algunos kilómetros para abaratar el viaje, pues Marino les cobraba por kilómetros recorrido. Pero el dueño de la “escudería” del Ford A -llámese Silvio Marino- se avivó de la trampa; entonces la muchachada de aquella época inventó otra,  la de volver marcha atrás algunos kilómetros, desandando camino para ahorrar algo del alquiler. Anécdotas de esos tiempos…
 Y la evocación y los recuerdos pueblerinos siguen… Como la de las serenatas en las fiestas de Nochebuena y Año Nuevo, las familias que esperaban a los serenateros, el escuchar el golpecito”en las ventana anunciando: “serenata!” y en el sonido de una guitarra y de alguna voz, quizás con berretín de cantor, o por qué no en el sonido de alguna vitrola rayando un disco debajo de la púa. Las serenatas… ¿te acordás Roberto Bastino de aquella glosa que vos recitabas anunciando nuestra serenata?:  “A la familia presente con un augurio sincero, les deseamos un feliz y próspero año nuevo, lleno de felicidad y de todo… nosotros, de cualquier modo con habilidad y destreza le ofrecemos esta pieza, y para tirarle la manga, nos tire alguna cerveza”.
 Recuerdos inolvidables, sin dudas, como lo eran los torneos de baby-fútbol en la canchita que tenia el Club Juventud Unida sobre calle Belgrano, a la derecha de la entrada del portón, cerca de donde está la actual pileta. Se jugaban esos torneos pegadita a la que entonces era la cancha de básquet, allí también se hacían partidos de papi-fútbol como también lo eran en Belgrano. Los comerciales de básquet eran otros espectáculos en Belgrano donde se reunía mucha gente los día de semana.
 Los recuerdos hermosos de esos años nos llevan a los carnavales de ataño mezclados en serpentinas, papel picado y agua florida que ya venía incorporada en aquellos pomos de plomo. Los corsos… desde Avenida Santa Fe por calle Mitre hasta la José Ingenieros, en la esquina de la herrería de los hermanos Pennachietti. El palco adornado con hojas de palmera en las esquinas de Mitre y General López, cantores y cuentistas o recitadores hacían quizás su “bautismo actoral”, la gente, los autos y disfraces girando alrededor del corso, y después la cita obligada en el “Prado Español” para el baile final del festejo.
 Todo era pueblo. Cosas de recordación. Las familias en sus paseos, el recuerdo de la familia Cañete, por ejemplo, paseando por el pueblo en sulke con las ruedas engomadas y aquel caballito briosos de trotecito parejo y seguidor. Y cómo no recordar a los lecheros que aguantando heladas, lluvia y vientos llegaban siempre para que no faltara en cada casa lo imprescindible, aquel carro inclinado para atrás facilitando así la bajada y subida del lechero y, mientras éste dejaba en el recipiente la cantidad de leche que fuese, ya el caballito seguía el trayecto y se detenía en el domicilio del recorrido, caballo y lechero conocían por igual el lugar indicado. Lo mismo con los soderos, su caballo y recorrido. También es para valorar el gran trabajo y sacrificio que hacían los carniceros en la época del matadero comunal, en los días inhóspitas salían casi de noche, antes de amanecer para realizar su trabajo.
 Pero claro, eran otras épocas y otra gente ya mentalizada en lo suyo. Era cuando los chacareros le daban vida al pueblo y estaban los negocios de ramos generales. Para tener una idea de esto vamos a tomar al azar una manzana céntrica del pueblo, esto por los años 50. Por ejemplo arrancamos en la calle Mitre y General López, la esquina bazar y librería de los Hermanos Dall`Ochio, más allá la carpintería de Mario Tirelli, pegadita a ella la librería de Don Bertú, luego la sastrería de los Hermanos Rasello, luego la relojería Big-Ben de la familia Caminos, y llegando a la esquina de la calle Belgrano el taller y estación de servicio de la Empresa PAN-AM que patrocinaba Silvio Marino, el señor que, como les conté anteriormente, alquilaba sus Ford “A” y que tenia fama de muy agarrado. Siguiendo ya por calle Belgrano, el almacén y ferretería de Don Máximo Martínez, luego la carnicería de Alfredo Otamendi y ya llegando a la esquina de la calle Sarmiento la tienda de “Saldos y Retazos” de los socios por entonces:”Chalo" Carpi y Silvio Marino y familia. Por calle Sarmiento y llegando a la esquina de General  López, el almacén de la familia Carlovich, pegadita a ella y siempre por General López la verdulería “El Gallego”, su dueño de apellido Pérez, que se decía era boxeador y que falleció muy joven. En ese mismo lugar puso peluquería Don Bastino. Siguiendo, luego aparece la tradicional panadería de Don Romero y casi llegando a la esquina, la carnicería de la familia Costa, en la que atendía el recordado y querido "Guido" Costa.  Esto nos da una pauta de los negocios que había en Santa Isabel por aquella época. 
 Cambiando bruscamente de tema y evocando nuestro recuerdos tan entrañables, los enfrentamientos históricos de nuestro clubes tan queridos, Belgrano-Juventud o Juventud-Belgrano, son sin duda parte y vida de nuestro pueblo. También el “Bochas Club”, un lugar donde la gente grande, por lo general, se reunían y aun se junta para alguna partida de truco a "cara e' perro”. Y aquellos bochófilos que se refugiaban jugando horas y horas enteras. Como también lo es en la época del Turismo Carretera, cuando el T.C. era realmente eso, recorriendo pueblos, ciudades y provincias, abriendo caminos incluso a países limítrofes; basta recordar aquel gran premio de América de Sur en 1948, en el recorrido de ida y la 2ª carrera de vuelta. Por esos tiempos las familias en los pueblos esperaban a la vera del camino o dentro del mismo pueblo el paso de sus ídolos, preparando el mate o arrimando leña al fuego para el posterior asado, mientras el avión que seguía al puntero ya anunciaba su llegada. Todo esto también es pueblo.
 Y pueblo, por supuesto, son también los referentes puntuales, los personajes que hicieron cosas muy importantes, en el pueblo. No voy a hacer una evocación prolija de nombres, simplemente de algunos, porque el querer nombrar a todos nos llevaría a margen de error involuntario y dejaríamos de lado a gente que también luchó y colaboró para el progreso. Pero el devenimiento de “escuela de comercio”, aquella Mariano Moreno y hoy 214, nos lleva inevitablemente a reconocer la visión progresista de personas como Humberto Albanesi (hijo) a “Pipo” Tabaco, o quizás a Alfredo Vázquez que tenia un puesto muy importante en la provincia y a su hermano Justo Vázquez que salía por el campo a buscar alumnos, a mentalizar diría yo, a padres e hijos en la importancia de seguir estudiando, pues en esa época la idea de proseguir con los estudios era muy remota. Terminábamos la escuela primaria y nos dábamos por cumplidos. Y aquí les pido disculpas; primero a mis padres por no haber hecho el sueño de ellos, segundo a mis profesores o maestro que no eran como tales, pues todos colaboraban desinteresadamente sin tener titulo ni sueldos de profesores. Les pido disculpa por no reconocer el esfuerzo de todo ellos, por no darme cuenta en ese momento que lo hacían por nuestro futuro, pues yo hice el 1er. año de la secundaria y después abandoné como muchos otros de ese curso porque quedamos en el camino. 
 El recuerdo de esa gente tan querida que dejaba parte de su trabajo para preocuparse por esos muchachos y chicas de entonces... Solamente voy a nombrar a nuestro primer rector, el Doctor Carlos Farr, profesor de inglés que tanto nos recordaba aquel “signo fonético”. Y digo de nombrar al rector porque fue la cabeza de ese conjunto de gente extraordinaria, de aquel 1956. Ya la escuela en sus 50 años recordó a los primeros alumnos y profesores de ésa  época y a los demás que pasaron por las aulas, todos inolvidables.
 El recuerdo de gente importante nos lleva al reconocimiento por su capacidad de Rafael Pasquinelli, que entre otras cosas consiguió la reapertura del Hospital Miguel Rueda, luego el asfalto en el pueblo, y la importancia de lograr aquel tan esperado motor para la entonces Cooperativa de Luz.
 Y en los emprendimientos hubo algo muy importante, que justo en los 100 años del pueblo, nuestra radio cumple sus 50. El “Gringo” Aldo Vanni junto con otra gente muy importante puso en marcha aquella O.P.S.I. con sus altoparlantes que cuando se silenciaron, por esas cosas del progreso, entristeció al pueblo.  Primero fue el circuito cerrado con los monitores, y después avanzando el tiempo es la F.M. actual que recorre kilómetros e pueblos vecinos.
 La importancia de las imprentas, en épocas en que la fotocopia no estaba en el pensamiento de nadie. Si apenas teníamos aquel mimeógrafo que en la escuela nos parecía  casi milagroso. La familia Pensa, junto con la familia Pessino quienes aún continúan con esta noble y hermosa profesión de imprimir y crear, como lo son Hugo, Teddy y su hijo Mauro.
 En el progreso industrial, nuestro molino harinero fue orgullo muy nuestro. El tesón y trabajo de gente como Don Francisco Farrando, Don Paganini y el señor Dedios; esto por nombrar cabezas del emprendimiento. Aquel molino que después de modernizarse, a los pocos años se le derrumbó parte de un silo, pero que luego, con enorme esfuerzo, lograron reconstruirlo. 

Desgraciadamente después del alejamiento de los ya nombrados, los intereses y malos manejos de gente que jamás le importó ni el pueblo, ni el molino, ni las familias que vivían de él, tiraron todo por la borda y nos dejaron sin esa industria tan importante. Algo muy parecido, aunque con diferentes ribetes o dificultades ocurrió también  con la llamada Fábrica de Leche que después de cambiar de mano en mano quedó en ruinas.
 Sin embargo algunos siguieron en pié e incluso progresaron, como aquel taller de rectificaciones que en un inicio era de la firma “Fassi-Teppaz y Cía.”, los empleados del taller tienen hoy su fuente de trabajo propia, y el hijo de Don Atilio Fassi, Norberto Fassi ,sigue en el mismo lugar donde se inició su padre junto con Antonio Teppaz.
 Cambiando de tema, las cooperativas cerealeras, han tenido gran importancia. Primero la Cooperativa Unión y Fuerza con aquel almacén inmenso de ramos generales y ferretería y, más adelante, la Cooperativa Agropecuaria. Es de hacer notar que antes de trasladarse al lugar actual, la vieja Cooperativa Agraria Unióny Fuerza se encontraba en el predio de calle Rivadavia y Belgrano, luego en ese mismo lugar llegó el transporte de la familia Comuco que también tuvo su importancia en nuestro pueblo.
 Después, con el paso de los años,  los hermanos Balassone se instalaron en el mismo lugar con ese gran emprendimiento de comercio mayorista que fue orgullo de nuestra zona y quienes le dieron trabajo durante muchos años a infinidades de familias de Santa Isabel. Pero, como siempre, desgraciadamente, los vaivenes y cambios de  nuestra mal manejada economía echó por tierra el sacrificio de la familia Balassone.
 Hoy en día tenemos otra cooperativa, en otro rubro, por supuesto, me refiero a la industria frigorífica, me refiero COTRASI. El esfuerzo y la preocupación de su gente mantiene en pié a esta planta. La misma que llegó a tener momentos de gran productividad pero también graves problemas con cambios de mano y en la cual Jorge Tirelli fue un luchador incansable. Luís Miculán fue otro, junto a la gente que bregó por la fuente de trabajo. Imposible olvidarse de los muy buenos oficios de nuestros presidentes comunales que en diferentes gestione lucharon para mantener en pié la mas importante fuente de trabajo en nuestro pueblo, por eso Norberto “Pichón” Cugnofis fue ejemplo en esto, como también lo fue hasta hace poco tiempo Juan Enrique Lombardi.
 Actualmente la empresa Hathor como también Syngental son señeras también como la salida laboral y además por importante emprendimientos. Se agrega otra fuente laboral, la familia de Enrique Vázquez con su criadero de cerdos, una  importante cuota laboral. Y, por supuesto, las dos empresas de transporte, El Andar y Ruta Joven son fuentes de trabajo de enorme importancia. La fábrica lechera en Runciman es, en buena medida, otra ayuda laboral. Pido disculpas si me olvido, en este recorrido, de algún emprendimiento de trabajo.
 Con el paso de los años surgió algo muy importante en el pueblo y fue una idea magnifica de gente que pensó, primero, en el prójimo, en el de servir a los demás sin ningún interés propio. Nuestro Cuerpo de Bomberos Voluntarios es orgullo de Santa Isabel y de toda la zona. Sin hacer nombres, sin caer en injusto olvidos, los que pasaron, lo que están y los que vendrán, para todos ellos, que son ejemplos de tesón, sacrifico y abnegación, nuestro agradecimiento.
 Pero aun nos queda algo para recordar;  el paso por nuestro pueblo de los sacerdotes, los curas, aquellos con sotanas negras. En esos tiempos, el padre Llonch que venia de Villa Cañas a dar misa en aquel Chevrolet azul, creo que modelo 38, con el que muchos de nosotros tomamos nuestra primera comunión; o quizás el padre Traversa, de gestos algo huraño, pero que dejo un buen recuerdo, o quizás el padre Fabroni, muy deportista él, si hasta jugaba al fútbol con la muchachada. Y de allí que muchos jóvenes empezaron a ir mas asiduamente a misa y también otros que jamás iban. El Padre Tetamanti también nos dejó un muy buen recuerdo, y llegamos a nuestro Padre Raúl, ahora Don Raúl Trognot , el paso de los años nos hace llamarlo Don Raúl. Es que son mas de 40 años en que el Padre esta al frente de las comunidad, son muchos años de recuerdos; como las primeras reuniones de novios-futuros matrimonios de ese entonces. Y luego la entrevista con el Doctor Sylvester  en esas mismas reuniones, realmente cuantos casamientos, bautismos y comuniones de la mano de nuestro Padre Raúl, el recuerdo de la catequistas que tanto colaboraron con los niños. En mi tiempo de pibe Oldita Nesprias fue, aun ella muy joven, una de las mas recordadas.
 Y bueno… nombré al Dr. Sylvester, y por eso el recuerdo a los médicos, pero también incluso el gran aporte de aquellas parteras que tanto de bueno hacían para lograr el nacimiento en momentos que el médico, por diferentes causas, no llegaba o no estaba en el lugar. Y vuelvo otra vez a nuestros médicos, desde el Dr. Carrillo, pasando por el Dr. Horsman o el Dr. Farr. O el Dr. Cequeira que, recuerdo, tenía gran afinidad con los niños. Después sí, el Dr. Norberto Sylvester, el Dr. Bozernitzan  y su señora. Ella tenía la especialidad de bioquímica, también el paso fugaz del Dr. Soldini. El Dr. Ernesto Araujo marcó también una senda en medicina pero, claro, los primeros médicos tuvieron que luchar a brazo partido en épocas muy difíciles, con medios muy precarios. Ya en tiempos mas cercanos el Dr. Jorge Del Grecco, que ya hace muchos años está entre nosotros, lo mismo que el Dr. Armando Alianak, orgullo de los isabelenses, que por ser nativo de nuestro pueblo, para todos es cariñosamente el “Dr. Armando”, y por supuesto, el ultimo recién llegado y afincado entre nosotros: el Dr. Ignacio Costa.
 Desde ya, otros médicos han pasado por nuestro pueblo, por ejemplo el Dr. Sarjanovich, que llego después del Dr. Sylvester y se alejó al tiempo, dejando un muy buen recuerdo. Lo mismo que los doctores Salvai y Chiacherini al igual que el Dr. Pereyra, incluso el Dr. Procaccini es otro de los muy queridos y que ahora atiende en su especialidad especifica. El Dr. Zanini es muy recordado también, al igual que el Dr. Tejerina que hizo muchas guardias en el hospital y la clínica. El Dr. Morelli aun en ocasiones atiende en nuestro pueblo. No nos olvidemos del Dr. Reynaldo Casco, otro gran medico que todas lasa semanas se llega a Santa Isabel para atender sus pacientes, y bueno… actualmente completan el plantel de nuestros médicos: el Dr. Raúl Bugnon y la Dra. Lorena Had, más el aporte invalorable de pediátricos, oculistas y especialistas de diferentes especialidades. Los anestesistas es otro rubro muy importante también en este quehacer.
 Y ahora ¿qué nos queda? Tantas cosas. Los médicos, dentistas, por ejemplo, con el recuerdo tan entrañable del Dr. Roberto Busto que ahora se actualiza se alarga en el tiempo con su hijo, para nosotros: el Guy Busto. El Dr. Balachino fue otro de los odontólogos de nuestro pueblo, hasta llegar al matrimonio de los doctores Gambini junto al matrimonio Iglesias que atienden tan eficazmente en nuestro hospital. Imposible dejar de lado a nuestros bioquímicos: el Dr. Durand recordado él que venia de Venado Tuerto para atender en Santa Isabel, el Dr. Feijó de Villa Cañas, un profesional muy querido y que falleció muy joven, para luego llegar el Dr. Palumbo quien echó raíces aquí, donde formó su familia. Otro que tuvo su paso en nuestro pueblo, no por mucho tiempo pero nacido aquí y que ahora desarrolla su profesión en la ciudad de Villa Cañas es el Dr. José Luís Pellegrini. El Dr. Sosa fue otro de nuestros bioquímicos en la localidad.
 Los radiólogos, otra faceta importantísima. Pero por supuesto es imposible recordar tantas cosas y personas importantes de nuestro querido pueblo; porque… como dejar de lado a los farmacéuticos, esa gente linda que nos saca tantas veces de un apuro inminente. Así que es muy noble recordar a la Faminia Cumba; por ejemplo el apellido Armincchiardi desde “Don Pedro” y “Don Alberto”, llegando a Luís ahora, pero al que por el momento no lo llamamos “Don”. Una familia arraigada y querida por todos, sin dudas, la familia. Miculán, que son familiares por herencia y por profesión. Los entrañables ”Beba y Bambín”, nombrados así tan amigablemente, el matrimonio Albanesi, y ahora se actualiza también con su hija Marcela. El matrimonio Severini en farmacia Cabello.
 Y siguiendo en esto de la comunidad isabelense, el trabajo abnegado y solidario de las enfermeras que pasaron y de las que están actualmente bregando por la salud de todos es algo que debemos reconocer con la dignidad que se merecen, las mucamas son también verdaderas mujeres que en un trabajo muy sacrificado se brindan por la gente, bueno… cuando nombro a los muchos mas incluyo también  a las cocineras, que es un metié de suma importancia. En la parte administrativa en lo referente a salud es muy encomiable al trabajo que realizan  también. Otra faceta importante es el trabajo de la Asistentes Sociales, que en nuestros días cobra tanta relevancia. 
 En este repaso y recuerdos, habrá cosas importantes que puedo recordar, pero en todo este recorrer de  caminos de cosas pasadas, añoranzas y recuerdos, el Club de Leones, fue otro logro de gente que trabajó por los demás. No tengo en mente los nombres que lo integraban, recuerdo sí que Albino Gobbi fue uno de los principales animadores, también Humberto “Chalo” Carpi y el desaparecido Antonio Risso fueron personas importantes en aquel Club de Leones. igualmente el reconocimiento a todas aquellas personas que integraron algo tan importante en obras de beneficencia, para todos nuestro agradecimiento.
 Cambiando de tema, en el aspecto cultural, la creación de La Fachada nos llena de orgullo por chicos tan jóvenes que lograron una cuota importante de cultura, para conseguir con esfuerzo y desinteresadamente un lugar donde expresar y demostrar cualidades, tal vez para muchos o algunos desconocidos. Y qué decir de la La Marrupeña, cuántas chicas y chicos surgieron de allí, como profesores de baile también, incluso con presentaciones de gran importancia a nivel nacional. La Marrupeña es orgullo de nuestro pueblo. Y los hacedores de ésta, la familia. Sunde con Nilda y Orlando a la cabeza y además Carmen Mondino; con estos nombres es hacer el homenaje a todos aquellos que contribuyeron a que La Marrupeña haya logrado tantas cosas importantes para todos.
 El casi ya legendario A todo Pulmón es un orgullo isabelense que va ganando terreno año tras año, sin duda que el recordado ”Lalo” Colomba fue junto con otra gente su más ferviente luchador.
 Y ahora… me pregunto una vez más… ¿que nos queda?, es imposible recordar a tanta gente que fue de tremenda importancia en nuestro pueblo.
 Pero hay una mujer que yo quiero homenajear, así humildemente, porque creo que ejemplo de sacrificio, digo esto porque en noches crudas de frió, lluvia o viento, jamás dejo de atender a aquel para aliviar algún dolor, y principalmente donde había criaturas, ella con su bicicleta salía a cualquier hora para colocar esa inyección que aliviara el dolor o hiciera bajar la fiebre, por supuesto hablo de Mabel Costa, sin duda que ésta Mujer es el emocionado agradecimiento de todos nosotros, de la comunidad, sin duda.
 Y en el final de esta humilde evocación, llega el recuerdo ferviente de nuestros queridos "Fundadores”, así, entre comillas y con mayúscula. Para los que están y para los que no figuran ni en las fotos ni en los escritos, los que están me refiero a aquellos que vemos en fotografías y escrituras, que los otros, los anónimos también fueron fundadores pues hay apellidos que quizás, y seguro que sí han luchado con sacrificio en épocas muy difíciles y remotas, sin medios pero con la fuerza y la inteligencia de los pocos que tienen y todo lo dan; los nombres… ya lo sabemos, hay otros que quizás ignoramos, todos ellos son “Fundadores”… todos ellos son el esfuerzo que ahora cumple 100 años, ese logro y ese esfuerzo que se llama Santa Isabel.
 Levantemos las copas y brindemos en un abrazo fraternal por estos primeros 100 años… y por los muchos 100 que vendrán…  
 Pido perdón por el olvido de cosas y gente que si no los recordé, igualmente los quiero en todo caso fue esta negligencia mía por olvido, por falta de conocimiento o por ignorancia, pero jamás por mala intención.
 Soy un retoño más de este árbol imaginario llamado Santa Isabel, un hijo más de nuestro pueblo…
 Un hijo más que gracias a Dios y a la compañera” inolvidable” se proyecta en el tiempo con otros hijos y una nieta hasta hoy…pero siempre esperando que las semillas sigan dando flores y frutos.
 Con el permiso de ustedes a los amigos de “Mi barra de Oro” que se fueron en plena juventud, José Ángel, Eduardo y después Héctor.
Y a los míos tan queridos… que ya no están, pero que viven en mi corazón hasta el fin de mis días…

 Por Juan Jorge Baldessari        





















 
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