martes, 5 de marzo de 2013

Enfermera a domicilio.

Publicado en "Acercar a la Gente" Nº 72 del 12/10/2006
 Charla con Mabel País de Costas.

 Iniciamos con esta, una serie de charlas con distintas enfermeras de nuestra localidad con la intención de ingresar a un mundo tan ignorado como poco reconocido, el de la asistencia a los enfermos. Mabel País de Costas, que lleva más de 60 años asistiendo a la gente con su profesión, nos cuenta sus experiencias. 
  ¿Cómo ingresa Usted a este trabajo de enfermera?
= Yo trabajé tres años en el hospital de Santa Isabel. Cuando entré era muy chiquita, entré de cocinera. Estaba de gerente Don Carlos Dagostino, que también era maestro. Como sufría de diabetes iba a eso de las 12 a colocarse insulina y además a comer. A veces las chicas estaban ocupadas y el me decía “aprendé, que el saber nunca ocupa lugar". Siempre me acuerdo de él por lo bien que me vinieron sus palabras, porque aprendí. Las enfermeras me fueron enseñando y yo, como me gustaba, iba aprendiendo.
En una oportunidad, todavía estando en la cocina, hubo una operación en la que debieron cortarle una pierna a un señor de Villa Cañás, que a eso lo hizo el Dr. Caldani. Un amigo de él vino a presenciar la operación y , a la vez, le tenía la pierna mientras que el Dr. se la cortaba. Pero en un momento dado no aguantó y se descompuso. Entonces me llamaron a mi y el Dr. me dice, "agarrá esa pierna". Y cuando quedó en mis manos le pregunté que hacía con la pierna y me dijo que la llevara a la morgue. Pero yo, como era tan jovencita y amiga de la cocinera, que era Velia Alori, fui y le dije, mostrándosela, "¿No la querés hacer en puchero?" Sabés que se descompuso ella también... Por un pelo no me echaron. Decí que Dagostino les dijo a los de la comisión que yo iba a ser una buena enfermera porque había trabajado bien y sin descomponerme como los otros.
  ¿Por qué empezó a trabajar tan joven?
= Hice hasta tercer grado porque papá me sacó de la escuela porque no había plata ni para comer. Ponele que tendría 12 o 13 años cuando pasó esto. Con decirte que me ponían un cajoncito para que llegara a la pileta para poder lavar los platos.
  ¿Cuando dejó el hospital, adonde fue a trabajar?
= Estuve tres años en Quilmes, en un consultorio de un médico que también era médico del hospital Rawson y de la cervecería Quilmes. La mayor parte del día me quedaba en el consultorio, le atendía la gente, le limpiaba el consultorio, si había que poner alguna inyección la ponía... Ahí también estuve tres años y cuando volví, tendría 19 o 20 años, me dediqué a trabajar de enfermera en forma independiente. Ya sabía colocar suero, sabía hacer nebulizaciones, poner inyecciones en la nalga o en las venas... Durante mucho tiempo extraje sangre para el Dr. Feijoo de Villa Cañás, para hacer análisis. El me mandaba los remedios para poner la sangre según los análisis que tenía que hacer y se los enviaba en el colectivo.
  Es un trabajo que le permitió entrar a muchas casas del pueblo...
= Jamás fui capaz de mirar raza ni colores, si tenían o no plata. Donde me llamaran, llueva o truene, a las 2 o las 3 de la mañana, siempre iba. Y nunca me fijé de alguno que no haya podido pagarme. Siempre me gustó el trabajo, y como me gustó hice cualquier cosa, no solo poner inyecciones o sueros, sino atender a la gente en distintos problemas, haciendo cosas que pocos se animarían a hacer.
  ¿Le han quedado muchos trabajos sin cobrar?
= Y... Cuántos no me han pagado. Yo diría que la mayoría era porque no tenían para hacerlo pero, cómo me iba a negar.
  Este es un trabajo que tiene que hacerse a cualquier hora. ¿Cómo ha influido en Usted?
= Eeeh! querido! Y en otras épocas, en que pasando la vía no había pavimento; nada, igual que para el lado del cementerio. Donde era el conventillo, era todo tierra. Llegaba a mi casa con la bicicleta a la rastra por el barro que tenía. Yo iba al campo, ¡con unos fríos!, ¡en sulki, en moto me han llevado! La vida que yo hice no la sabe nadie. Y hay que hacerlo a cualquier hora, por eso ahora tomo pastillas para dormir, el médico me dijo que eso es por las interrupciones de sueño que he tenido.
  Además ha tenido que asistir a mucha gente en el momento de su muerte...
= Te da mucha pena pero a la vez pensás que los años a vos se te van y que vas por el mismo camino, entonces por ahí encontrás la resignación. Solo te queda decir bueno, se fue, dejó de sufrir y que Dios lo tenga en la gloria.
¡He tenido que estar a la par de tantos! Yo ya veía que en cualquier momento iban a morir y me decía, "si tanto hice, puedo hacer un poco más", no me volvía a mi casa. Y los cambiaba también.
También trabajé con "Chon" Cucco en la cochería y después con Adrián País. Eran trabajos que hacía cuando había algún accidente y había que acomodar los cuerpos. Y cuando terminaba de hacer el trabajo me sentía como liberada.
  ¿Como se colocaban las inyecciones antes de que aparecieran las jeringas descartables?
= Había que tener disciplina, se lavaban bien las jeringas y las agujas, se hervían y se tapaban en la caja de metal. Por más que las hirvieras dos por tres había abscesos. Ahora, con las descartables no, hace añares que no hay problemas. Además, a las agujas cada tanto había cambiarlas porque se despuntaban.
  ¿Alguna vez tuvo problemas al colocar alguna?
= No, nunca erré en la cantidad. Al contrario, yo siempre fui muy cuidadosa. Además si el médico lo recetó vos ya estás libre de todo. Lo triste es ponerlas por cuenta de uno.
Siempre le ponía inyecciones a un hombre asmático. Una vez fue de un médico a Venado Tuerto y yo le puse lo que le habían recetado. Como las dos primeras veces me había comentado que se había sentido mal fui hasta la casa a ponerle la inyección. Y, hay, le hizo una reacción alérgica y se moría. Y me decía, "¡vos me mataste Mabel, vos me cambiaste la inyección y me mataste!!" Yo lloraba tanto en el consultorio del Dr. Araujo... "No te hagas problemas Mabel, lo que pasa es que es muy alérgico y no se la va a poner más", me dijo. A él le puso una pastilla debajo de la lengua y yo juré que nunca más le iba a poner una inyección. Después me pidió disculpas, lo que pasa es que estaba desesperado.
  ¿Qué le ha dejado este trabajo?
= Te digo la verdad, hoy a mi edad, 77 años, me siento más que realizada porque tengo mi casa que la he levantado con mi trabajo. Todavía salgo a trabajar pero estoy muy triste de tener que dejar este mundo porque me gusta mucho lo que hago. Yo no conozco nada, no he salido del pueblo de vacaciones, a no ser cuando mi hija se fue a Misiones.
La gente sigue viniendo aunque el trabajo de la enfermera a domicilio ya se terminó. A mi me gustó ser independiente porque ganaba más. Un día llegué a poner 70 inyecciones.
Y así se me fue la vida. A mi me encantaba hacer el trabajo. Y lo hice con cariño, he tenido señores a los que le daba de comer, los cambiaba y todo, y la familia se iba y me dejaba la llave de la casa, que para mi ha sido una gran responsabilidad.
  No se va a tomar un descanso?
= Mirá pibe, ver, veo bien, la gente dice que tengo una buena mano. Así que el día que no pueda más, que no pueda andar con mis piernas, que yo vea que en realidad no puedo, ahí si dejaré de trabajar. Acá siguen viniendo muchos clientes, por ahora sigo.


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