martes, 28 de junio de 2016

Historias de frontón

Por Norberto José Florencio Eterovich - Marzo de 2008

Breve historia del juego de pelota
La "pelota a paleta", "pelota goma", "paleta argentina" o simplemente "paleta" es una especialidad de origen argentino del juego de pelota vasca, que se caracteriza por utilizar una pala de madera para golpear la pelota, llamada paleta, que tiene la forma estilizada de una paleta vacuna.

El juego de la pelota llegó al Río de la Plata hacia el año 1800, introducido por inmigrantes vascos.

Durante el siglo XIX fue el juego más popular en el país. Tal era el entusiasmo por la pelota, especialmente en la campaña de la provincia de Buenos Aires, que Juan Manuel de Rosas, en 1830, hizo construir un frontón en su estancia.

En 1882 se inauguró un frontón en la ciudad de Buenos Aires -uno más de los que ya había- con la presencia del presidente de la república y del intendente de entonces, lo que denota la importancia de este juego para aquel momento.

En el año 1890 se realizó un mitin político en una cancha de pelota dando surgimiento a un partido político que luego tendría gran influencia en la historia argentina, siendo Leandro N. Alem su principal orador y fundador del mismo. De allí el distintivo de los radicales: la boina blanca tomada de los jugadores.

Este juego se extendió, principalmente, por las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe.


Hasta los primeros años del siglo XX se jugaba a mano, con un guante o con una cesta; no se conocía la paleta. Pero en 1907 ocurrió un hecho que cambió la historia: en las quintas de Burzaco, provincia de Buenos Aires, un joven nacido en Francia, vasco francés, modeló la primera paleta de madera para el juego de pelota, a la que perfeccionó mientras la usaba solo él emulando la paleta de una vaca, el hueso escápula.

Este joven se llamaba Gabriel Martirén. Sus restos mortales descansan en la localidad santafesina de Diego de Alvear. Una lápida lo recuerda así: “A la memoria de Gabriel Martirén, inventor de la Pelota a Paleta”.

La paleta en Santa Isabel
En la historia de Santa Isabel la pelota a paleta ocupó un lugar muy importante tanto como deporte y juego, y como lugar de reunión a diario de los vecinos de la localidad.

1974 - Cancha de pelota a paleta del Club Belgrano.
No hay fechas, pero por su forma de construcción algunas de las canchas se levantaron poco tiempo después de haberse fundado el pueblo en 1908. Se llegó a tener hasta tres canchas en pleno funcionamiento, todas ellas llenas de jóvenes entusiastas desafiando partidos mano a mano o de cuatro.

La ubicación de las mismas determinaba que en algún momento del día el sol impedía realizar el juego por el encandilamiento que efectuaba sobre los participantes de las contiendas.

Las tres eran canchas abiertas y zurdas, es decir que sobre esa mano estaba la pared larga del frontón al rebote.

La cancha de “Valengo” (padre de Valentín Romero) estaba sobre calle Francia al 1100, del lado impar, pero se entraba por calle Belgrano. Se podía jugar todo el día.

La cancha de “Blanco” estaba en calle Sarmiento al 1200, del lado impar. El frontón estaba hacia el lado de calle Mitre por lo que el sol de la tarde, en algún momento molestaba a los jugadores.

La tercera cancha es la actual, la del Círculo Social y Deportivo General Belgrano, que se salvó de la piqueta destructora que borró de nuestro pueblo tantas construcciones históricas e importantes, además de las dos primeras canchas mencionadas.

De partidos y jugadores
Hay partidos que se desarrollaron en ellas y que quedaron como hitos en la historia paletera de Santa Isabel. A principios de los años cincuenta del siglo XX jugaron en la cancha de Valengo los campeones mundiales de cancha abierta, rosarinos ellos, Santos Belluzzo y su zaguero, contra Oscar Mesina (también conocido como Milo, el manco Milo o el manco de Teodelina) y “Quito” Dueñas de nuestro pueblo. Ganaron Milo y Quito.

Muchos jugadores se destacaron por sus tantos, por su calidad de juego. Debemos decir que como en todo deporte, cuando hay destacados es que hay una gran camada de jugadores que los ayudaron a sobresalir.

Nombraremos algunos de los jugadores de Santa Isabel que se destacaron entre los ’50 y ‘60:
- Orlando Carlovich (Polaco)
- Jacinto Acevedo (Pato)
- Osvaldo Stiepovich (Pibe)
- Antonio Carlovich (Pocholo)
- Roque Acevedo
- Valentín Romero
- Adolfo Montes (Vasco)
- Oscar Dueñas (Quito)
- Norberto Ferrari (Nene)

Este juego se jugaba en canchas públicas y a las pautas deportivas se agregaban las apuestas. Esto proponía los tipos de partidos, en algunos casos insólitos. Por ejemplo, un jugador podía darle como ventaja a su contrincante, que él tomara todas las devoluciones de la pelota a dos piques. Otro caso era devolver por debajo de la pierna, es decir, levantar la pierna y golpear la pelota por debajo de la misma en todos los casos. Otra manera es la que se denomina de “cadete”, que requiere pegarle a la pelota por detrás del cuerpo. Y así se daban ventajas para igualar los juegos.

Y hablando de habilidosos, recordamos también a Roque Acevedo.

Deporte y mucho más
Lo extraordinario de este juego, más allá de la pasión de los jugadores, era el protagonismo de los espectadores que diariamente concurrían a las canchas, veían un espectáculo agradable y, además, gratis.

Los partidos se jugaban a veinticinco tantos. Quién llevaba la cuenta era el tanteador, el juez del partido. Este hombre tenía una gran responsabilidad, sin embargo en pocas ocasiones se discutía el fallo.

El “eco” de la pelota en el frontón, para los chicos de esa época sonaba como un canto de sirenas, irresistible. Y allí se juntaban.

Miraban el partido sin molestar pero, apenas terminaba, cada uno pedía una paleta para garronear hasta que empezara otro desafío.

En la década de 1950 la oferta de ropa deportiva casi no existía. Había solamente dos marcas de zapatillas deportivas. El equipo del jugador era todo de color blanco: zapatillas, pantalón bombacha, remera y gorra blanca.

Avanzando en el tiempo Se puede decir que la década de 1960 -tal vez con algún margen de error- fue la última época de la pelota multitudinaria, tal como se la conocía. Ya después se fue perdiendo como entretenimiento para los jóvenes, reemplazada por el avance de otros pasatiempos menos saludables.

En esos tiempos se destacaron en torneos zonales Valentín Romero y Antonio Carlovich, Pocholo; siendo, tal vez, los más ganadores de aquel momento.

Hubieron partidos memorables. Por su desarrollo y entorno; como la final que ganaron en Sancti Spíritu.

Esta pareja de jugadores se complementaba totalmente, siendo muy difícil ganarles. Pocholo, jugador seguro y con conducta para sortear dificultades. Valentín con capacidades físicas y técnicas que lo distinguía, pero, fundamentalmente, muy inteligente para descolocar al rival, con pelotas bien ubicadas.

Una muestra de ello se dio en Arias, provincia de Córdoba, en donde llegaron a la final. El zaguero contrario pegaba de tal manera que, a quien le siguiera su juego lo terminaba físicamente. Valentín casi siempre jugaba de zaguero; y ahí descolló frente a este jugador sin hiel a quien nunca le daba la devolución para que la tomara de aire, siempre al pique. Y así, el que se terminó físicamente fue el pegador contrario.

En 1963 se dio un caso excepcional en Santa Isabel: la final provincial de pelota a paleta se definió entre jugadores que eran todos de Santa Isabel. Ellos fueron Oscar Dueñas, Valentín Romero, Norberto Ferrari y Adolfo J, Montes. Es decir que los campeones provinciales juveniles y los subcampeones serían todos del pueblo.

Este logro los llevó a la Capital Federal a jugar el campeonato Argentino; y por mérito y calidad llegaron a la final. A este partido lo disputaron, por Santa Fe, Oscar Dueñas y Adolfo Montes, y por Capital Federal Ángel Armas y Jaunarena.

Se jugó en el Club Comunicaciones donde ese día descolló por su juego firme y seguro el Vasco Montes; esto muy comentado por Valentín en su momento. De todas maneras esto no alcanzó para ganar. Salieron subcampeones Argentinos Juveniles de cancha abierta. Este fue uno de los logros a nivel nacional más importantes para la historia de la pelota de Santa Isabel.

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Nota del editor: A mediados de la década de 1970 surgió de Santa Isabel, entre tantos buenos pelotaris, un importante jugador de pelota a paleta, Wilmar Abadíe, quien obtuvo grandes triunfos, el más importante de ellos junto a Federico Elortondo con quien logró obtener el Campeonato Argentino en cancha cerrada.

Ver más en:  Recuerdo a Valentín


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domingo, 26 de junio de 2016

Eduardo Bastino: Un nombre para una tragedia y una calle

A partir de una consulta realizada entre alumnos de la escuela Nº 214 en 2005 y por pedido de la Comuna de Santa Isabel, el domingo 2 de abril de 2006 se impuso el nombre de "Eduardo Bastino" a la cortada ubicada en la zona norte de la localidad, que corre desde Misiones a Chaco a la altura del 800 de ambas, entre 25 de Mayo y 9 de Julio.

Al acto asistieron autoridades de Santa Isabel y familiares de Eduardo Bastino.

Si bien las razones esgrimidas por quienes eligieron este nombre durante la encuesta eran confusas o equivocadas, la posibilidad de recordar en forma permanente a este mártir isablense, producto de la locura y el afán de poder, caló hondo en las autoridades locales.

La gente más grande seguramente recuerda bien lo sucedido en 1963. Pero para las generaciones más jóvenes y para aquellos que llegaron a Santa Isabel luego de ese año, se hace necesario recorrer un poco la historia para entender el por qué de este homenaje.

La década de 1960 vio nacer dos facciones en las Fuerzas Armadas, Azules y Colorados, que se enfrentaron en 1962 y 1963, llegando al derramamiento de sangre. El último choque, el 2 de abril de 1963, se inició con un alzamiento del bando Colorado que buscó derrocar al presidente José María Guido. Ese día amaneció espléndido, propicio al plan de los conjurados, que pretendían ungir presidente a un conspirador veterano, el general retirado Benjamín Menéndez, "comandante en jefe de las fuerzas revolucionarias de Aire, Mar y Tierra". El almirante Rojas estaba entre los complotados.

La Armada se sumó casi en pleno a la sublevación. En el Ejército, los rebeldes contrarios a la cúpula Azul, encabezados por el general retirado Federico Toranzo Montero, lograron controlar algunas unidades del interior, mientras que en la Fuerza Aérea no pudo imponerse el sector minoritario del comodoro Lentino.

Para comprender esta pelea hay que retroceder a 1955, a la llamada Revolución Libertadora que derrocó a Perón y proscribió su movimiento. En 1958, Arturo Frondizi pactó y ganó las elecciones con los votos del líder del movimiento peronisra exiliado en España. Los militares no se lo perdonaron, y menos que recibiera en secreto al Che Guevara en agosto de 1961. Frondizi fue derrocado ocho meses después y en su lugar asumió el senador Guido, condicionado por el "Partido Militar".

Antiperonista, anticomunista y alentado por un puñado de conspiradores ambiciosos, el Partido Militar se dividió en dos, los Azules y los Colorados. Para los Colorados el peronismo era un movimiento sectario y violento que daba lugar al comunismo. Para los Azules, pese a su demagogia y sus abusos, el peronismo era una fuerza cristiana y nacional que había salvado a la clase obrera del comunismo y la subversión.

Los Azules ("fuerzas propias" en lenguaje militar) nacieron como tales en setiembre de 1962 y llamaron "Colorados" (los "enemigos") a sus rivales. Mediante la acción psicológica y el comunicado 150 que redactó Mariano Grondona se vendieron como "legalistas" y, tras cuatro días de escaramuzas, encumbraron a Juan Carlos Onganía como jefe del Ejército. El gobierno de Guido, con apoyo de los militares Azules, avanzaba en su estrategia de integrar al peronismo en la vida política, pero sin Perón. Los Colorados esperaban una oportunidad para tomar el poder.

El día elegido fue ese 2 de abril.
Sobre el mediodía se inició el episodio más sangriento de las jornadas: el ataque aéreo colorado al Regimiento de Caballería de Tanques 8 de Magdalena de los azules, donde estaba Eduardo Bastino haciendo el servicio militar obligatorio. El comandante de su vecina Base de Aviación Naval de Punta Indio, capitán de navío Santiago Sabarots, intimó sin éxito al jefe tanquista, coronel Alcides López Aufranc, a unirse a la revuelta. Desde una avioneta se arrojaron panfletos dando 20 minutos de plazo previos al ataque. "El escuadrón era un hormiguero, y la orden fue evacuar el cuartel. A las 12.30 comenzó a ser atacado por aviones Panther y Corsario con fuego de metralla, bombas incendiarias y destructivas", recuerda el conscripto clase 42 Hermindo Belastegui en su libro "El C-8 no se rinde", donde relata cómo fueron atacados todo el día con más de cien bombas, también de napalm. Hubo 22 heridos y 9 soldados muertos. Uno de ellos Bastino.

Al día siguiente la Fuerza Aérea "leal" contraatacó sobre Punta Indio. Cuando los blindados del 8 entraron en la base, 5 infantes de marina habían muerto y Sabarots había huido al Uruguay. También en el resto del país el alzamiento Colorado había fracasado. Los rebeldes capitularon el 5 ante el Gobierno.

Los combates de abril establecieron la victoria del bando Azul, dominado por los jefes del Arma de Caballería y el liderazgo del general Juan Carlos Onganía, sobre el conjunto de las Fuerzas Armadas y los sectores civiles y eclesiásticos que apoyaban el llamado "Partido Militar". Tres años después Onganía impondría la primera dictadura cívico-militar de carácter permanente de la historia argentina.

En julio hubo elecciones, y siguió la proscripción. Perón llamó a votar en blanco: lo hizo el 19,4%. El 12 de octubre asumió el radical Arturo Illia, con sólo el 25,1% de los votos. Sería derrocado en 1966 por los antiguos azules "legalistas", para instalar la dictadura de Onganía.

Mientras las historias de intrigas por el poder continuaros su marcha, los restos de Eduardo Bastino, de 20 años de edad, que llegaron a Santa Isabel acompañados por dos militares, fueron velados en su casa paterna de Santa Fe al 1000 y luego sepultados en el cementerio local. En el sepelio se leyeron dos discursos de despedida, uno de ellos de extrema y justificada dureza hacia los responsables de tamaña barbarie.

El domingo 2 de abril de 2006, a 44 años de su muerte, el nombre de Eduardo Bastino quedó plasmado en una calle del pueblo que lo vio nacer. 


02/04/2006 - El Presidente Comunal Juan Enrique Lombardi, La Jueza de Paz Olga Cuminetti de Sylvester y el Pbro. Nelso Raúl Trognot en el acto de imposición de nombre a la cortada Bastino.
 
 
Fuentes consultadas:  
 
 
 


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