miércoles, 20 de julio de 2016

Gelato fatto in casa - Primeros heladeros

Por Norberto Oscar Dall’Occhio


Durante los veranos de finales de la década de 1930 y comienzos de la década de 1940 era habitual la presencia en las calles del pueblo de los heladeros ambulantes.

Eran personajes especiales, quienes totalmente vestidos de blanco, incluido el gorro -a pesar del rigor del calor y en plena siesta-, recorrían las desiertas y polvorientas calles montados sobre un triciclo con sombrilla o empujando con las manos un carrito con capota ofreciendo helados artesanales. Como decían algunos italianos “gelato fatto in casa”.

Mucha gente estaba en plena siesta pueblerina, cuando a eso de las tres de la tarde empezaba a sonar el cornetín que anunciaba la próxima presencia del heladero frente a su domicilio.

Especialmente los chicos tenían un oído muy agudo para escuchar a la distancia el sonido del cornetín. Eso sucedía porque era muy común que los padres le prometieran un helado a los pibes si se portaban bien. Pero las personas mayores no se quedaban a la zaga. También lo esperaban ansiosamente para saborear esos ricos y refrescantes helados.

Los gustos para elegir eran solamente tres: crema, chocolate y limón.

Era interesante ver el ritual previo a la consumición. Con una señal, el heladero se detenía frente a la casa. De inmediato levantaba la tapa del carrito y preguntaba de qué gusto querían el helado. Entonces sacaba un molde rectangular de metal colocando una oblea en la base. Lo llenaba de helado y al final le ponía otra oblea. Es decir armaba un sandwich. A continuación oprimía un botón y un resorte hacía saltar automáticamente el emparedado. Lo rodeaba con un pequeño trozo de papel blanco, lo entregaba al interesado y a partir de allí empezaba un festín que alegraba el paladar del cliente. También si la persona se lo pedía le servía el helado en un vasito de oblea acompañado con una cucharita de madera.

En Santa Isabel había dos heladeros callejeros. Uno de ellos era Mario Miculán, que poseía un triciclo. El otro era Villalba, quién lo realizaba en un carrito de dos ruedas impulsado manualmente por él.

Más adelante este sistema de venta callejera dejó de funcionar. Por razones de salubridad, en la venta ambulante sólo se podían ofrecer helados con envases especiales. Los helados de marca no existían. En aquella época las heladerías solamente trabajaban durante los meses de verano. 


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Acontecimientos artísticos de antaño

Por Norberto Oscar Dall’Occhio

Durante las décadas de 1930, 1940 y 1950 visitaron Santa Isabel numerosos conjuntos orquestales, algunos de ellos de gran jerarquía y de renombre internacional. Tal es el caso del famoso maestro Francisco Canaro, quien a principios de 1950 actuó con su Orquesta Típica (así se la denominaba a la orquesta que tocaba tangos) en un baile popular realizado en las instalaciones de la Sociedad Italiana. Fue un gran acontecimiento con una enorme concurrencia de público que colmó la sala, debiendo las autoridades habilitar una pista al lado del salón, aprovechando una noche con clima agradable.

A principios de la década de 1950 la otra gran atracción fue la visita del notable cantor popular Alberto Castillo, que a pesar de haber actuado un día lunes, llenó totalmente el salón de la Sociedad Italiana. Castillo se alojó en el Hotel Central y mucha gente recuerda que cuando llegó al pueblo varios admiradores del cantor se aproximaron al hotel para saludarlo. Castillo agradeció la demostración de afecto y desde los balcones del patio interior, donde estaba ubicada su habitación, entonó “a capella” una canción de su exitoso repertorio.
En otro orden artístico, también hubo muchas visitas de conjuntos de radioteatro de renombre que, en las emisoras de Buenos Aires y de Rosario, tenían gran éxito representando temas que atraían a los oyentes. Era una ficción donde hombres y mujeres de todas las edades quedaban atrapados por un relato verosímil, a través de las sugestivas voces de los actores y actrices y por los efectos especiales creados por excelentes sonidistas que, con su magia incentivaban la imaginación de la gente que los escuchaba. Esos elencos radiales luego realizaban giras en los pueblos y de esa forma la gente del interior podía verlos actuar en el teatro de su localidad. Desde Rosario solían venir las compañías dirigidas por Federico Fábregas y por Norberto Blesio, que daban obras, entre otras, como “Genoveva de Bravante”, “El León de Francia”, “El Forastero que llegó una tarde” y “Fachenzo el maldito”. De Buenos Aires lo hacía el elenco dirigido por Atilano Ortega Sanz que a la tarde transmitía con mucho éxito, por Radio Mitre, obras camperas que contaban con la valiosa animación de “Pichirica”, rol que estaba a cargo del destacado actor cómico Humberto Lopardo. Ortega Sanz era un prolífico creador de obras de radioteatro, luego representadas en los escenarios de los pueblos de campaña. Entre otras, se pueden mencionar “El boyerito de la cara sucia”, “La chacra del árbol seco”, “Corazón de chacarero” y “Cuando sangran los trigales”.

Anteriormente, en la década de1930 provenientes de la Capital Federal actuó en un baile la orquesta de tango de Roberto Zerrillo, donde también hubo un concurso de cantores locales. En otra ocasión lo hizo el conjunto “Los Bohemios” dirigido Mario Pugliese “Cariño”. “Los Bohemios” formaban parte de un grupo teatral muy popular que representaba graciosos temas cómico-musicales con raros instrumentos. Además el conjunto tenía programas radiales en las emisoras de Buenos Aires y actuaba en importantes teatros de esa ciudad.

A principios de la década de 1950 se realizó un baile popular. El atractivo fue la filmación de una película documental con tomas generales del público y varias de carácter individual, especialmente de la gente que estaba sentada en los palcos. El film fue proyectado en la sala tiempo después.

Era tradición cada año realizar, en noviembre, una reunión danzante como despedida de los conscriptos que al año siguiente serían incorporados al servicio militar obligatorio. Como se decía en la jerga popular "el baile es para los muchachos que tienen que hacer la colimba” el año que viene. 


Todos estos acontecimientos artísticos se llevaban a cabo en las instalaciones de la Sociedad Italiana. Allí, en la década de 1940, actuó el dúo cómico Buono-Striano, de enorme popularidad por su conocida participación radial en emisoras porteñas. En la misma sala, en otra oportunidad, tuvo gran repercusión la actuación de un mago e hipnotizador que presentaba escenas de levitación. Su atrayente espectáculo lo denominaba “Nostradamos” con “Salomé la Vidente”, con la participación en algún momento del público presente.

También desde Buenos Aires solía visitar Santa Isabel la compañía de teatro que representaba “Gran Pensión El Campeonato”, un programa auspiciado por Jabón Federal en Radio Belgrano (emisora de la Capital Federal que transmitía en cadena al interior). El programa era muy difundido y tenía mucha audiencia en todo el país, especialmente por parte del mundo futbolero durante la disputa del Campeonato Oficial de la A.F.A. En el elenco sobresalía la actuación del excelente actor Félix Mutarelli, quien hacia el papel de “Don Pedrín El Fainero” (el hincha fanático de Boca). También otros importantes actores representaban diversos clubes de primera división. En ese programa radial de Jabón Federal también solía participar -entre otros destacados artistas nacionales e internacionales- el Cuarteto de Juan Cambareri, llamado el “El Mago del Bandoneón”. Cambareri visitó varias veces Santa Isabel amenizando bailes que organizaba la Sociedad Italiana y que lograban gran asistencia de público. En varias oportunidades también actuó el famoso Cuarteto de Tango dirigido por Roberto Firpo, contratado por la Sociedad Italiana.

Otra visita importante la constituía la presencia de la “Orquesta de la Argentinidad” dirigida por Lorenzo Barbero, de Buenos Aires, que actuaba en las instalaciones del Prado Español. Barbero presentaba un atrayente y colorido espectáculo musical de danza tanguera y de otras melodías que contaba con la asistencia de numerosas familias de la zona. 


En 1955, también en el Prado Español, se llevó a cabo en la pista una especie de maratón individual a cargo del patinador Alfonso García, que intentaba batir su propio récord mundial de 80 horas de permanencia en patines, sin dormir y sin parar ni de día nide noche; objetivo que logró. El primer día no se pagaba entrada, en la segunda jornada se abonaba un modesto importe, en la tercera aumentaba el monto y en la culminación, al cuarto día, la entrada era más cara. Había servicio de buffet permanente a cargo de la Heladería Miculán, que organizaba el espectáculo. La reunión finalizó con el festejo de la hazaña deportiva, acompañada con un baile.

En los bailes locales también solían actuar las orquestas de Juan Antonio Manzur, de Rosario; “Maipo”, “Víctor” y “Marchetti y Morelli”, de Venado Tuerto, y el Cuarteto “Boedo”, de Villa Cañás. En este último conjunto, a veces intervenían músicos, cantores y presentadores de Santa Isabel. Conviene aclarar que en aquella época sólo se podían realizar bailes populares en las instituciones, con el consiguiente permiso de las autoridades locales. No existían las discotecas privadas ni lugares parecidos.

Fuera de lo artístico, en la década de 1940, una noche de verano -con la presencia de mucho público- se presentó en el terreno contiguo a la Sociedad Italiana un atlético deportista con una gran contextura física, quien hizo alarde de su fuerza y resistencia corporal. Para demostrar su gran vigor, el fornido atleta comenzó doblando con sus enormes brazos gruesos alambres de hierro. También mostró todas sus energías levantado pesas. Más adelante se realizó una interesante cinchada utilizando una soga; como contrincantes tenía a un grupo numeroso de personas de Santa Isabel que, en forma colectiva tomados de la soga, luchaban para no ser arrastrados por el forzudo; pero los muchachos locales finalmente fueron vencidos. Como cierre del espectáculo el protagonista colocó su cuerpo acostado casi debajo de la rueda de un camión. A continuación el vehículo fue puesto en movimiento y una rueda pasó por encima de su pecho -le habían colocado una tabla encima- sin causarle ningún problema. 


En el año 1956 se realizó con mucho éxito en la Sociedad Italiana una Velada Artística que colmó la capacidad de la sala. Fue protagonizada por gente residente en el pueblo y constituyó toda una novedad por su ingenio y creatividad con mucho de sabor local, que fue muy festejada por la gente. En el primer acto se presentó una pareja de tango compuesta por Ilda Imnocenzi y Diego Tobío, quienes bailaron en una simulada pantalla de televisión construida en mayor escala; una notable creación del recordado Oscar Severini que tuvo a su cargo la escenografía de la velada. En otro sketch Aroldo Carra y Rodofo “Flaco” Enrico hicieron una reidera parodia mediante la interpretación cantada de una grabación de la ópera “El Barbero de Sevilla”. La noche finalizó con la representación de una comedia teatral con un libreto de color local. Entre otros, actuaron Diego Colomba y Mary y Carlos Forneris; pero la verdadera revelación fue la actuación de Carlos “Lito” Gavio que se ganó los aplausos del público. Cumplió la función de director de escena Cavalieri, estafetero del Ferrocarril San Martín. El apuntador fue Jack Romero. Todos los participantes guardaron un rigoroso secreto en el pueblo acerca de lo que iban hacer. De esa forma sorprendieron al público, resultando una hermosa expresión artística, finamente preparada. Una gran velada sabelense, muy comentada, que quedó en el recuerdo.

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domingo, 17 de julio de 2016

Construcción Hormiga. Cómo hicieron el "Cine de Nereo".

Publicado en "Acercar a la Gente" Nº 61 del 21/09/05

Juan Amadío nos cuenta detalles de la construcción de parte del "Cine de Nereo" en la que trabajó durante años. 

 Cuando finalizaba la década de 1960, en Gral. López al 1000 se comenzó a levantar una monumental obra destinada a ser un cine con características inusuales para nuestra zona, al mejor estilo de las grandes salas de Capital Federal. Por diversas circunstancias, unos 10 años después se detuvo definitivamente. Un protagonista importante en la construcción del gran salón, que iba a alojar a más de mil espectadores ha sido Juan Amadío (65), integrante de una familia de constructores de nuestra localidad. Las características con que llevó a cabo el trabajo son una de las curiosidades de este relato.

 ¿El propietario, Nereo Ansaloni, lo contrató desde el principio de la obra?
= No, la parte del frente la hizo antes otra empresa. Yo trabajé en el salón. Era algo nuevo para Santa Isabel, porque nunca se había hecho una cosa así. Por ejemplo, los cimientos, que son de 3 metros de profundidad.
 ¿Cómo hicieron los cimientos?
= Creo que empezamos en el '71. Primero le pasaron, con el tractor, una pala de arrastre, y después todo a pala. Éramos unas seis personas trabajando en esa parte. Después empezamos a levantar pared desde abajo, que en la parte del escenario, donde iban a ser los camarines, es de 85 cms. de ancho porque tiene, en un hueco de 10 cm., hormigón con hidrófugo.
 ¿Cuáles son las medidas del escenario?
= Unos 20 mts. de ancho, que es la boca, de pared a pared, y unos 7 de fondo. Para hacer la viga de la boca, vino un cementista, yo le ayudaba. Se necesitaron más de 100 bolsas de cemento.
 ¿Usted levantó las paredes?
= Cuando estaban a unos 3 mts. de altura, junto con tres empleados, empezamos a trabajarlas. Cuando empecé a ir más arriba me quedé con un solo empleado, Ramón País, que hacía la mezcla y me subía los baldes y los ladrillos. Se fueron yendo los otros, porque nadie quería subir, y así llegué a los 18 mts. Muchos vinieron a pedir trabajo, pero cuando sabían que tenían que trabajar tan alto, se iban
 ¿Intervino algún arquitecto o ingeniero?
= Creo que fue ideado por un arquitecto, yo planos nunca vi, así que después fue todo ideado por Ansaloni.
Todas esas paredes tienen columnas, en la parte interna, y encadenado.
 ¿Cuántos ladrillos se usaron?
= Según mi cálculo he puesto en esas paredes cerca de 300.000 ladrillos. Y de cemento se usaron más de 4.000 bolsas. Además había que apagar la cal en un pozo que habíamos hecho al medio.
 ¿Con qué sistema trabajó en las alturas?
= Tenía andamios de caño, con los que podés elevarte muchísimos metros. Para desarmarlos me venía a ayudar una persona que se animaba a subir. Además teníamos armado andamios del lado de adentro también. A los ladrillos los subíamos con un balde y una soga.

 Por eso la obra no acababa nunca...
= Estuve trabajando en eso durante cuatro años. A la mañana subíamos ladrillos, unos 700 a 800. A la tarde los ponía, solamente subíamos la mezcla.
Además, ibamos cargando con cemento las columnas y cada tres metros había que hacer las vigas del encadenado.
 ¿En ese tiempo no había otra técnica de construcción?
= Si! En esa época había empresas con otro tipo de tecnología, pero Nereo decía que no tenía apuros, así que lo hicimos entre dos. Yo lo hacía porque ganaba bien en ese trabajo, pero después ya fue un capricho el que tenía, el de hacerlo.
 Un trabajo de hormigas. Algo aburridor...
= Es cierto. El progreso de la obra no se notaba mucho, pero a mi me gustaba hacerlo.
 ¿En qué año terminó el trabajo?
= En 1977, porque al año siguiente fuimos a remodelar el otro cine, en la Sociedad Italiana. Después pusieron los techos de chapa y más tarde paró la obra, en ese momento yo estaba revocando las paredes de adentro, está casi todo con revoque grueso. No se le iba a hacer revoque fino porque eso iba a estar cubierto con una tela especial para el sonido.
 ¿Qué otras características iba a tener el cine una vez finalizado?
= Cielorraso de madera, piso parquet escalonado con unos 7 cms. de diferencia. En cada nivel iba a poner una fila de butacas y en los pasillos, los escalones iban a tener unas pequeñas luces en el frente para no tropezar en la oscuridad. Una cosa impresionante. 




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Con el folklore en el alma.

Publicado en "Acercar a la Gente" Nº 57 del 05/04/05

Nilda de Sunde, icono folklórico local por excelencia, rememora los mejores momentos de La Marrupeña.


Nació en Teodelina en 1941 pero cuando tenía 2 años sus padres se trasladaron a Villa Cañás donde vivió hasta sus 25 años. Al casarse se radicó en Santa Isa-bel y dio a luz a sus hijos y al movimiento folklórico más importante de la localidad.
Nilda González Farrando es conocida por su apellido de casada, Nilda Sunde, pero especialmente por su actividad de casi 32 años en La Marrupeña. De eso y de otras cuestiones estuvimos dialogando.


¿Cómo se relaciona la danza folklórica?
=En la escuela recitaba poesías, bailaba o hacíamos comedias. A los 15 años ya andaba en comisiones; con mi hermano hacíamos teatro vocacional o íbamos a la peña de Studebaker, que en ese entonces se llamaba La Huella. Estando en la organización de los carnavales que organizaba el Club conocí a Orlando, mi marido.
A mis hermanos y a mi nos gustó eso desde chicos, lo de las peñas o lo del teatro. Y el folklore nos gustaba porque mi papá defendía todo lo nacional.
Aprendí primero lo que me enseñaron en la escuela. Más adelante Aldo Alfonso, de Villa Cañás empezó a enseñarnos las danzas, hasta que, en esa peña, nos dieron clases algunos profesores. Cuando terminaba la clase, la gente se quedaba en el salón; había mate guitarra, bombos, empanadas, cuentos, historias y se seguía bailando. Solo bailé en las peñas, no me veía en los escenarios, pero el del teatro me gustó mucho.
¿Cómo fue fundada La Marrupeña?
=Un tiempo antes de casarme dejé el folklore y el teatro. Me casé, vine a vivir a Santa Isabel y tuve mis hijos.
Cuando Sergio tendría 4 años y Rafael 3, Oscar Villegas, de San Gregorio, comenzó a dar clases de danza en la Biblioteca y los anotamos. Eran unos 8 o 10 entre los que estaban Claudio y Carlos Bessone, Bibiana y Eduardo Agostinelli, Juan Alberto Mondino, Bibiana Mansilla y creo que Rosana Enrico. Ahí empezamos a conocernos con Carmen Mondino, porque su hijo era del grupo.
Villegas vino unos meses pero como había pocos alumnos dejó de hacerlo y nosotros nos quedamos con las ganas.
En esa época mi suegro era presidente de Juventud y lo consulté sobre la posibilidad de que éste profesor diera las clases en el Club. Si hay muchos chicos, me dijo, a lo mejor el Club puede ayudar.
A los padres del grupo les pareció buena la idea, así que con mi suegro fuimos a ver a este profesor y le dio la palabra de que si había algún inconveniente el Club se hacía responsable. Nunca hubo necesidad de eso porque de arranque se anotaron como 45 chicos.
¿Por qué le pusieron ese nombre?
= Apenas comenzamos en Juventud, se creó la Peña y se la llamó así.
Arrancamos el 10 de mayo de 1973 y el 29 de mayo, que era un sábado, el Club, nada que ver con la Peña, organizaba un espectáculo con Los Fronterizos. Pensé que podrían salir de padrinos y al revisar su historia vi que un tío de uno de los integrantes, Moreno, tenía una estancia en Salta donde le daba cobijo a folkloristas, escritores, poetas, bailarines. El hombre era Adolfo Marrupe y le decían el "Poncho" porque él los cobijaba a todos. La estancia es La Candelaria pero le decían La Marrupeña; para ese entonces ya estaba la zamba La Marrupeña, en honor a él y a la estancia.
Pusimos unos cuantos nombres para que los chicos eligieran, pero le contamos esta historia y ganó ese nombre. Los Fronterizos estaban re chochos, aunque después ni se habrán acordado más de nosotros.
¿Visitaron la estancia alguna vez?
=Nunca, pero nos invitaron. Una vez, cuando actuábamos en La Cumbre, unos sobrinos del "Poncho" se arrimaron, nos preguntaron el por qué de nuestro nombre y nos invitaron a la estancia.
¿Cómo llega Usted a ser profesora?
=En el segundo año siguió viniendo el mismo profesor solamente los sábados a la tarde, ahí se juntaban todos lo chicos y era un lío infernal. Entre semana, ¿quién ensayaba a los chicos? yo, porque como sabía folklore llevaba a mis chicos, me quedaba a las clases y todo lo que él daba, lo asimilaba.
Al otro año se decidió ir al festival de La Cumbre en Córdoba, y hubo que ensayar a los grupos elegidos de julio a noviembre. ¿Quien ensayaba? Nilda, y Carmen que daba una mano.
Pero aparece un problema con el ingreso de una mujer que desintegró la Peña. El profesor se vio en unos cuantos líos y adujo razones económicas para no venir más. Se fue mal con nosotros, los de la comisión, y esa mujer formó otra peña en el Armonía Bochas Club diciendo que nuestros chicos no podían dar más exámenes ni tener títulos porque Villegas era director zonal del IDAF, el Instituto de Arte Folklórico, al que estábamos incorporados desde el primer año.
El Instituto no nos mandaba profesor, porque habían engañado también a Santos Amores, el fundador y director. Pero una profesora zonal propuso a Leonor Castellanos, de Venado Tuerto, de18 años que recién se había recibido.
Yo tuve que volver a las clases, y algunas personas distanciadas de La Marrupeña le hacían la vida imposible a esta chica, que decidió terminar el año, dar los exámenes y no volver. Por eso los padres mi pidieron que yo fuera la profesora.
Carmen Mondino me ayudó a hacer las carpetas mientras yo aprendía, junto a los chicos, las danzas que me faltaban. Así que a fin de 1977, rendí los tres ciclos y el profesorado juntos.
La Marrupeña, además de sus festivales y actuaciones locales, estuvo en muchas partes del país....
=Al principio todo era a nivel infantil y competíamos en el festival de La Cumbre, pero llegó un momento en que tuvimos tantos alumnos que el 80% de los chicos se quedaba sin ir, por eso los padres resolvieron no ir más. Los más grandes premios a nivel infantil se trajeron de allí, traer dos veces seguidas la Copa Challenger era ser la mejor delegación entre otras de todo el país, y en otros años estuvimos cerca del primer premio.
También del Club Independiente de Avellaneda trajimos un premio en zamba infantil y estuvimos en importantes festivales que no eran competitivos, como el de Tucumán, al que fuimos dos o tres veces; eran tres noches en las que había que mostrar diferentes cuadros con argumentos escenificados. Haber hecho teatro me sirvió para las presentaciones, por eso muchas veces descollamos, por ser distintos.
También fuimos a festivales de la provincia de Buenos Aires o de Mendoza, pero lo grande fue Cosquín. Estuvimos muchas veces a través de las competencias, llegando a finales con parejas del Ballet y con malambos, uno de los últimos fue Claudio Pierani que llegó a la final hace tres o cuatro años.
En 1995, por invitación de Julio Mahárbiz al IDAF, fuimos a bailar a Cosquín junto a todos los bailarines del Instituto. Como es el más grande del país congregó a más de 1.000 bailarines. Unos días antes habíamos ido al Pre Cosquín porque eran finalistas Marcelo Pierani y Nerina Bustos. Marcelo llegó a la final en malambo sureño, así que nos quedamos hasta el final, y después empezó a llegar el resto de la gente. De una casa alquilada fuimos a las carpas que habían dispuesto en una cancha de fútbol para los bailarines del IDAF. Afuera estaban las de los familiares.
Fue una cosa inolvidable. Todos los integrantes del Instituto tenían que abrir la primer noche del festival mayor con una zamba de Juan de los Santos Amores. Se ensayó eso y también para el desfile que era a la tardecita. A la 1 de la tarde nos fuimos todos caminando hasta la plaza, unas 25 cuadras. Amores nos reunió a todos en el escenario... una muchedumbre, un calor... Llamó al zonal de Moreno, que es donde vivía él, y al de Tucumán, el más importante por la cantidad y calidad de los bailarines. Y me dice a mi, a ver Señora, venga para acá, adonde están Ernesto y Nerina, los quiero acá, y tráigame las mejores parejas de La Marrupeña. En el escenario estuvimos, al centro el zonal Moreno, a la derecha el zonal Tucumán y a la izquierda La Marrupeña. Y para atrás y en los pasillos de la plaza, el resto.
Tocábamos el cielo con las manos y los chicos que estaban ahí arriba, primera vez de una experiencia semejante, bailaron llorando de la emoción.
Pero estos no fueron los únicos escenarios de importancia...
= Hubo muchos. En enero de 2000, antes de ir a competir a Baradero, Erina y Ernesto fueron a ver La Chacarerata a Villa Cañás. Después de verlos bailar los invitaron a ir a Cosquín con ellos. Pero antes compitieron en Baradero y trajeron el primer premio, y en zamba estilizada, Rosana Coria y Juani Sunde el segundo. Ese año Santa Isabel los vio en Baradero y en Cosquín porque la Chacarerata los invitó y bailaron en el escenario mayor.
¿Pensó alguna vez llegar a todo esto?
=No, nunca fue pensado, salió así.
En primera instancia La Marrupeña no fue un medio de vida, durante mucho tiempo yo nunca cobré las clases, hasta que llegó un momento en que los padres y la comisión dijeron que no debía ser así. Empecé a cobrar, pero si había 40, pagaban 20, y siempre se dieron las clases. Pero luego esto se tornó una profesión importante y Amores me lo hizo sentir así, debe defender esta profesión, no debe regalarse y piense que algún día va a tener profesores a cargo, me dijo.
Y estoy contenta en eso, porque en este momento hay 13 chicas y muchachos, profesores, trabajando en mi zonal en localidades como Camilo Aldao, Cafferata, Chapuy, Elortondo, Venado Tuerto y Villa Cañás, son profesores a los que de una u otra manera les di clases.
Actualmente mi obligación es supervisar cada escuela para que se cumpla con el programa.
¿Esta ha sido su vocación?
=Mi vocación fue ser maestra, no lo pude ser y no le echo la culpa a nadie. Por eso siempre me gustó estar con los chicos. Siempre pretendí que no desaparezca, no La Marrupeña precisamente, si no la difusión de la danza criolla, y estando en un lugar de estos pude compartir lo que mis hijos hacían desde que tenían 3 años, y hoy, que tienen 30, lo sigo compartiendo. Es algo que permite estar junta a la familia y disfrutar de algo que nos gusta a todos.
¿Suele encontrarse con ex alumnos?
=El año pasado tuve una gran alegría, fui al festival de La Telesita de Villa Cañás, que es donde da clase Claudio Pierani, y me encontré con chicos, grandes, con gente que ya ni tengo en la memoria. Todos venían a saludarme con cariño y con respeto.
Eso por un lado, y por el otro, miré el escenario y entré a ver gente que a pasado por mis clases, o por las clases de mis hijos, o por las de los profesores que se han recibido con migo. Estaban las academias de mis chicos que están dando clases y que son de mi zonal.
Estoy feliz en ese sentido porque hay alguien que sigue lo que inicié.
Y que le proporciona ingresos...
=Respecto a lo que yo recibo como Directora Zonal, es un porcentaje sobre el arancel que cobra el Instituto en los exámenes. Según la cantidad de exámenes, hay un porcentaje que me dan a mi y otro al profesor.
Volviendo atrás, hay un momento en que la Marurupeña se va de Juventud a pesar de que siempre fue vista como una parte del Club...
=Era así. Tal vez porque los Sunde estábamos ahí. Siendo presidente mi suegro del Club, el dio su palabra de que si hacía falta un respaldo, lo ibamos a tener. Después fueron cambiando algunas cosas a través de los años y de los distintos presidentes y comisiones.
Pero nosotros nos sentimos parte del Club Juventud ya sea por el fútbol o por la Peña. Porque la familia de mi esposo eran del fútbol y nuestras casas eran albergues de los jugadores que Juventud traía. Nosotros no estrenamos nuestra casa, la estrenaron los jugadores del Club, por eso Juventud está en nuestro corazón, en nuestra alma. Siempre.
Si bien es cierto que nosotros y mucha gente de la Peña era de Juventud, a las personas que ingresaban, nunca se les puso algún tipo de condicionamientos. Pero algunas cosas fueron cambiando y hubo momentos en que ciertos sectores de la Institución nos rechazaron, o a lo mejor nosotros nos sentimos rechazados. O sea, el folklore se sintió rechazado, no la familia Sunde. Al suceder algunos problemas ,se pensó en buscar otro lugar.
Así nace una nueva Institución...
=La Marrupeña siempre se sostuvo por todo Santa Isabel; todo el mundo nos compró rifas o nos prestó cosas, y hubo gente que nos hizo ver esa realidad. Además el IDAF nos obligaba a denominarnos escuela y pedía una serie de requisitos que le complicaba las cosas al Club. Se juntó un poco de todo eso y en 1995 se realizó una asamblea en la que la mayoría decidió independizarse y crear la Escuela de Arte Folklórico La Marupeña.
Al principio estuvimos en el Centro Cultural, la Sociedad Italiana, hasta que cuando se cumplían las bodas de Plata encontramos el local en el que todavía estamos.
¿Cómo fue la creación del Ballet?
= Fue en 1990. Los varones, al terminar la escuela primaria no seguían bailando, en el secundario los cargaban y a los chicos les daba vergüenza . Pero se armó un grupo de chicos que eran muy firmes en lo que les gustaba, y se quedaron.
Como tenían 13, 14 o 15 años, con ellos empecé a crear cosas distintas. La Marrupeña traía artistas y nos metíamos con ellos y armábamos los cuadros y bailábamos. Uno de esos artistas fue Rubén Durán con quien nos hicimos amigos y hablamos mucho sobre el arte, la música y la danza; y empezamos a crear con Rubén. Un día me dijo: Negrita lo tuyo es un ballet, vos a este grupo no lo podés anunciar más como una peña, porque el trabajo que estás haciendo con los chicos es de avanzada. Fue la primer persona que habló de ballet y que luego fue el padrino.
Armamos un cuadro que después fue ganador en los encuentro juveniles de cultura en Santa Fe y tomado como ejemplo de danza estilizada. Ese cuadro llamó la atención, después Ernesto lo sigue perfeccionando, y todos lo que lo ven dicen que eso es propio de un ballet.
Por otra parte, Roberto Machado, que vino con Durán pero que lo conocíamos porque había sido profesor de canto y guitarra y estaba en el Trío América, con Chano Coria y con Sergio, nos llevó a un festival en Corral de Bustos como ballet principal. Cuando terminamos de actuar nos vino a saludar y felicitar un matrimonio que habían sido bailarines del Ballet Salta. A partir de esta relación trajimos al hombre unos meses para que prepare a los chicos. Con lo de él y lo mio creamos el Ballet La Marrupeña.
Con el Ballet tuvieron actuaciones internacionales...
=Fue cuando estuvimos en Brasil, en el año 2.000. Esa fue una idea de mi marido a partir de una persona que Ernesto conoció en Caferatta. Este hombre organizaba giras nacionales e internacionales con actuaciones, un empresario que se dedicaba a eso. Se lo propusimos a la Comisión que aceptó tener una charla con él para ver las posibilidades que había.
A partir de sus vinculaciones actuamos, especialmente en Foz do Iguazú, en Brasil, y en Ciudad del Este en Paraguay, un viaje que nos pagó Santa Isabel mediante la rifa que sacamos.
En realidad, siete días después de lo de Brasil teníamos que ir a Uruguay. Pero no nos llevó nunca, fuimos a verlo y todo pero nunca pasó nada.
Eso les podría haber servido para hacer importantes vínculos de trabajo
=Si estaba todo, pero nos quedamos en los cajones. Las actuaciones fueron fabulosas en todos lados. Habíamos quedado vinculados con el cónsul para que los chicos nuestros dieran clases de tango en Foz do Iguazú, en un centro cultural, pero no volvieron más.
En la cadena de hoteles más importantes de la ciudad, que tiene un centro de esparcimiento fabuloso, actuaron varias veces, con el cónsul y los dueños del hotel presentes; ellos les daban actuaciones en los hoteles de la cadena. Pero bueno, no se aprovechó.
Y también estuvimos en Oberá, Misiones, con conferencia de prensa y todo; canales, diarios... También aparecimos en los canales de Foz, o sea que adonde nos llevó, nos llevó con todo.
Hablando de viajes internacionales, cuéntenos de su experiencia de trabajo en España. ¿Cómo surgió?
=Fui en mayo de 2002 y surgió por la mala situación económica. Pensar de ir por mi cuenta imposible pero, como se habían ido Osvaldo Pierino, el "Gringo", y Silvia Nievas, y yo tengo relación con la familia de ellos, me contaron que estaban trabajando en un castillo y que la dueña, una condesa, buscaba cocinera para 15 a 20 persona en la temporada de verano.
Me animé y llamé a Silvia a España para que hablara con esa mujer. Consultaron y les dijo que si.
Yo llamé a fines de abril y me necesitaban para el 12 de junio. Me pagaban los pasajes de ida y vuelta pero yo no tenía pasaporte ni plata para hacerlo, así que fuí a de una prima que me ayudó para hacer los trámites. En ese momento los pasaportes demoraban de 6 meses a un año en salir, pero yo hice plantones en la Policía Federal y en la embajada de España, miles de cosas y papeles. Hasta que esta señora me mandó una certificación de trabajo y lo aceptaron en la embajada, a la vez que de tanto que expliqué mi situación, me hicieron el pasaporte. Vine acá, me preparé las pilchas y partí. Me ayudó mucha gente en esto, entre ellos la Sra. de Amores, me dieron unos mangos para no irme sin nada y un sobrino de ella me llevó a Ezeiza.
Hoy no se si me animaría a hacerlo.
Pero le sirvió para traer algo de plata...
=Prácticamente vivimos un año con eso y pagamos unas cuentas que teníamos.
¿Donde está ese castillo?
=En un pueblo de Cataluña, sobre el Mediterráneo, que se llama Canet de Mar. Está empotrado en la montaña y no se lo ve de ninguna parte, una vez subimos hasta una cruz que hay la cima de una montaña, y ni desde ahí se ve porque está tapado por los árboles. Es de la época de la guerra con los Moros.
¿Cuál ha sido su experiencia allí?
=Que a los trabajos de servidumbre ellos no los hacen. Había argentinos y otros sudamericanos. Marroquíes un montón, filipinos y negros africanos.
En total, trabajando éramos siete personas, los efectivos como Pierino y Silvia, que estaban en mantenimiento y otros trabajos, y una mujer que hacía la limpieza. Los demás estábamos ocupados por tres meses. .
¿Cómo era su trabajo?
= Era cocinar y planchar desde las 7 de la mañana hasta terminar, por lo general a las 5 y media de la tarde; y después volver a las 7 de la tarde para la cena. O sea que estaba ocupada todo el día.
A mi me costó muchísimo, por el trato de esta señora, no así con el resto de gente ni con el esposo; y además porque todo el día solo veía montañas. Nos daban un solo día de franco a la semana.
Ellos todos los días exigían tres platos distintos, todo a la alta escuela. Lo platos son de plata con el sello del castillo, como de 40 cm., que abarcan al resto de los platitos. Para 5 personas había que lavar unos 35 platos, las copas y los cubiertos.
Descríbanos el castillo
=Tiene paredes de 80 cm. de ancho, de piedra; las puertas son de madera maciza de unos 30 cm., las cierran con trancas que tienen que levantar entre cuatro. Escaleras, murciélagos... todo negro. Yo lo vi así. Cortinados pesados, estatuas en el salón de bailes, una araña de opalina celeste, vitrales.
Para mi era medio lúgubre, pero los domingos iban turistas y se maravillaban con las cosas que había ahí adentro. Donde yo estaba, para ver el cielo desde la cocina, tenía que subir a una silla y sacar la cabeza por una ventanita; sola, sin hablar con nadie... Solo faltaban los barrotes!
En otra ala del castillo hay una capilla desde donde, bajando por unas escaleras, se llega al cementerio y, siguiendo algunos corredores que yo no recorrí, están las mazmorras que alguna vez se habrán usado.
Vieras que cementerio! es en unas catacumbas con columnas de mármol de Carrara, todas talladas con ángeles, apóstoles y vírgenes. Además de los nichos también hay una especie de féretro de mármol tallado.
Y para arriba son tres pisos, hay dos torres, y al centro el patio de armas donde ellos hacen los conciertos.
Después cuando me tranquilicé un poco empecé a ver que eso era hermoso.
¿Qué clase de eventos se hacen ahí?
= Los que comían todos los días eran los dueños, parientes y amigos. Después estaban las visitas guiadas a turistas.
También lo alquilan para bodas, cumpleaños, cenas empresariales. El hijo de la condesa tiene una empresa de espectáculos y realizan conciertos de música sinfónica. Los sábados yo no cocinaba porque venía un servicio que preparaba en el patio de entrada las sillas con moños, flores, adornos, velas desde la entrada hasta arriba, en las escaleras. Son conciertos auspiciados por el gobierno de Cataluña y por una empresa de autos que exponía los modelos..
Fue una buena experiencia...
= Si. El dolor más grande era cuando nos juntábamos, poníamos música de folklore argentino llorábamos; y los filipinos y toda la gente así. Y la bronca... ¡Pero como nosotros, con el país que tenemos, tenemos que estar acá! Te revuelve las entrañas de tal manera que sentís dolor y bronca porque no podés hacer nada por tu patria.
¿Estuvo en otros lugares de España?
= Estuve en Cataluña donde vivieron mis bisabuelos, está la casa tal cual como estaba. Es una casucha de piedra, hacia abajo tenían la caballada y un escalón más arriba la casa. La tiene un primo de parte de mi mamá, tiene hasta las sábanas, la cómoda de mi abuela, un collage que lo hizo ella con sus hermanas con papelitos de chocolate, la olla de fundición colgada en el fogón, los morteros... Y fotos de toda la familia, hasta las que recibió de Argentina.
Volvamos a La Marrupeña. ¿Por qué no tiene la convocatorio de otros tiempos?
= Antes de dejar el Club ya no iban tantos chicos y creo que pasó el furor. Además no se qué es lo que pasa en Santa Isabel, porque en otros lados hay varias academias y muchos que bailan. Y nadie consiguió lo que consiguió La Marrupeña. Diría que el chico tiene un espejo donde mirarse para decir yo quiero ser un buen bailarín, en La Marrupeña hay buenos profesores que me van a enseñar bien. Puede ser el trato, la disciplina que se exige para el Ballet...no se, seremos muy absorbentes.
Deberían hacer una autocrítica...
=La hacemos. Y hemos intentado muchas cosas. Vimos un camino para interesar, que es el de las escuelas, intentamos hasta talleres gratuitos, pero parece que mucho no interesa.
Creo que La Marrupeña pagó un derecho de piso, colaboró siempre con las instituciones, yo diría que los profesores algo tienen que recibir en devolución de lo que dan.
¿Nos encaminamos hacia su extinción?
=Y, por ahí pienso que si. Como que se va a terminar, tanto el interés de los chicos para bailar, como la Institución.
Una de las cosas, que a lo mejor influye, es que los padres tienen que pagar la cuota al profesor y trabajar para el sostenimiento de la Institución, además del vestuario, viajes y todo eso. Es una actividad que compromete a los padres: planchar bombachas con tablitas o un vestido, el pañuelo, la faja, el sombrero...
Amo todo lo que es arte porque el artista es noble, cuando crea está creando belleza. Cuando das algo que da alegría es noble, estás ofreciendo tu corazón.
Y la danza hace eso, transporta. Te modela el cuerpo, te estiliza. Y con el folklore aprendés a querer tu patria, a tu tierra, a conectarte con lo que es tuyo, la tierra donde pisás, donde creciste.
Pero bueno, si no se entiende, qué vamos a hacer. Yo siempre quise decir esto con la danza criolla, pero si la gente no lo entiende, si no le importa, cuantas veces lo vamos a explicar.
A lo mejor sirvió de algo...
=No se, pero los que estamos en esto tenemos algo en claro, mientras haya cuatro chicos que quieran aprender, seguiremos estando.

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sábado, 9 de julio de 2016

Dr. Roberto Busto

El Dr. Roberto Busto nació el 7 de octubre de 1920 en Alpachiri, provincia de La Pampa.

Cursó sus estudios primarios en esa localidad pero los completó con el 7º grado en el Colegio Don Bosco de Bahía Blanca, preparándose, de esta manera, para la escuela secundaria que funcionaba en el mismo establecimiento escolar, donde continuó educándose.

Lo hizo en calidad de pupilo debido a la distancia que separa a esa ciudad bonaerense de Alpachiri (250 Km). Fueron tiempos de gran esfuerzo y sacrificio debido al alejamiento de su familia por largos períodos. Cada año su padre lo acompañaba hasta el colegio al comenzar las clases con sus pertenencias, y lo iba a buscar cuando éstas finalizaban. Como el camino era totalmente de tierra no había visitas a su pueblo en todo el año.

El desarraigo no impidió que concluyera sus estudios secundarios con medalla de oro al mejor promedio en cinco años.

En la ciudad de Rosario, Busto ingresó a la Facultad de Odontología, dependiente de la Universidad Nacional del Litoral (actualmente Universidad Nacional de Rosario) egresando de la misma como odontólogo el 15 de julio de 1944. 


Tras su graduación ejerció su profesión por un corto tiempo en su localidad natal hasta que, tentado por comentarios de un isabelense de apellido Esciolasa que conoció en Rosario, se instaló en Santa Isabel, que en ese momento carecía de un odontólogo. Fue recibido por el matrimonio Leidi en su casa. Lo hizo el 18 de abril de 1945, alquilando la propiedad del Sr. Benito Zallio, de Mitre 1034 -la que más tarde adquirió-, donde comenzó su actividad profesional.

En Rosario, en enero de 1948 contrajo enlace con Emilia Angélica Saint-Girons. La pareja se instaló en Santa Isabel donde nacieron y criaron a sus tres hijos.

Además de su actividad odontológica también tuvo participación en entidades de la localidad.

Fue profesor fundador de la Escuela de Comercio Nº 7 Dr. Mariano Moreno (Escuela Nº 214), dando clases en las materias Historia e Higiene durante varios años (los primeros de ellos sin percibir ninguna retribución económica al igual que los demás profesores). La escuela secundaria fue su gran pasión.

Integró el directorio fundador de la Caja de Ahorro y crédito de Santa Isabel Coop. Ltda. en la que participó más allá de su transformación en banco cooperativo en 1979.

Además fue colaboradazo de muchas instituciones sin llegar a integrar sus directorios. Fue socio del Club Juventud Unida (socio honorario) y del Club Belgrano (socio vitalicio).

Fué un ávido lector, especialmente de historia, alcanzando una importante suma de libros que recopilan datos y mapas históricos, especialmente sobre colonización y asentamientos aborígenes en nuestro país.

Es recordada, por sus amistades y por quienes visitaban su consultorio, la colección de relojes antiguos –la mayoría de pared- que había logrado alcanzar. Muchos de ellos estaban en la sala de espera, en perfecto funcionamiento, indicando las horas con sus distintos tonos y matices. También coleccionaba lámparas de pie.

En 1995 cumplió 50 años de profesión en Santa Isabel con su consultorio en la misma dirección en que comenzó la actividad profesional. En esa oportunidad recibió una nota de las autoridades comunales reconociendo su trayectoria.

Con las limitaciones lógicas de su edad, trabajó hasta 1998.

Falleció el 7 de octubre de 1999 a la edad de 79 años. 


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