viernes, 1 de marzo de 2013

Cine "Ideal", lugar de fantasías y emociones

Publicado en "Acercar a la Gente" Nº 31 del 15/10/2001

 Luis y Roma Parodi, Néreo Ansaloni y Dante Pellegrini reviven la popularidad del cine de Santa Isabel.

 Es cierto que en estos años que corren la Sociedad Italiana proyecta, con muchos esfuerzos, algunos films para procurar mantener vivo el cine en Santa Isabel. También es cierto que antes del tiempo en que transcurren los relatos de esta nota hubo otros dueños de cine y hasta otra sala, como la del Cine Gardel, aquel en el que, se dice, se pasaron películas mudas mientras una pianola le ponía música a las imágenes y que terminó sus días convertido en una usina eléctrica.

Pero no trataremos aquí de historiar sobre este tema, sino de compartir los relatos de aquellos que tuvieron a cargo el "Cine Ideal" que siempre funcionó en la sala de la Sociedad Italiana cuando el negocio se mantenía vigente y con gran popularidad en todo el país.

Luis y Roma Parodi fueron nuestros primeros entrevistados:
  ¿Durante cuánto tiempo tuvieron el cine?
Luis: Empezamos el 2 de febrero de 1952 con "Orquídea" (Los martes Orquídeas), una película nacional, y "Tres Aventureros", de acción. Estuvimos hasta octubre del '77.
Roma: Nosotros le alquilábamos a la Sociedad Italiana la sala y una casa en la que vivimos todo ese tiempo. También parte de las butacas , mesas y sillas.
Cuando comenzamos, ahí no había ni pavimento ni vereda; cuando llovía todo el barro iba para adentro. Más adelante la Sociedad Italiana hizo vereda y también el baño para las mujeres, porque había uno solo para todos. Los hombres tenían la costumbre de orinar afuera durante el intervalo. Tomaban algo en el bar y salían, ¿donde iban?, de Barrón, el vecino, que tenía un portón y todo un descampado.
  ¿El cine estaba en funcionamiento cuando Uds. llegaron?
Luis: Si, ya era el Cine Ideal, se lo compramos a un tal Martínez de Rosario, que estuvo dos o tres años en el pueblo.
Roma: Antes estuvieron Jano y Beto Martínez, que no eran parientes de él. Estos Martínez tenían, junto con Pinilla, este cine y el otro, el Gardel. Nosotros compramos butacas que eran de ese cine.
  ¿El proyector siempre fue el mismo?
Luis: No, porque unos 10 años después lo cambiamos. Se cambió el equipo de sonido, pusimos el cinemascope y la pantalla panorámica. Cuando hicimos ese cambio tuvimos que reformar los palcos, que tenían una salida hacia el escenario. Así que se las sacamos para que pudiera entrar la pantalla. Vinieron especialistas de Rosario a instalarla.
  ¿Quienes fueron los operadores?
Luis: Tuvimos 7 u 8 operadores.
Roma: Entre ellos Carlitos Brega, Horacio Otañe, Ciuro, Rubén Distéfano, Quilisi, Athos Vannucci...
  ¿Trabajaban otras personas más?
Roma: Estaban los acomodadores. Unos de los primeros fueron "Chiche" Pennacchietti y Juan Carlos Angeleri, ya fallecido; después entró Carlitos Pellegrini, le encantaba el cine. Ellos también vendían golosinas entre el público; salían en el intervalo y, a veces, hacían una pasada más tarde.
  Pero también estaba el quiosco...
Roma: El quiosco estaba adentro, donde era el guardarropa, detrás de la boletería. Después Luis lo instaló en el hall, estaba hermoso...
Luis: Me acuerdo de "El Caimán", en un tiempo tuvimos un parlante en 25 de Mayo y Gral. López y desde el cine poníamos música, cuando aparecía "El Caimán", la gente ya sabía que estaba por empezar la película.
  ¿Por qué ponían esa música?
Roma: "Coco" Pennacchietti era el que seleccionaba la música que se ponía antes de comenzar y él había elegido ese tema. Cuando la gente escuchaba "Se va el caimán, se va el caimán..." salía apurada porque ya empezaba el cine. Empezábamos a las nueve y media de la noche, horario que tratábamos de cumplir.
  ¿El público respondía bien?
Roma: Hacían cola para entrar, algunas veces hasta donde ahora es de Viccei. Y también se disputaban el palco, todos querían ir arriba.
La vez que dimos "Cuando los Duendes Cazan Perdices" hicimos 5 funciones. ¡Siempre lleno! No había más lugar!
  ¿Cómo conseguían las películas?
Luis: Iba a Rosario cada dos semanas o un mes a programar y después mandábamos la plata con el comisionista para que traiga las películas. Yo hacía trato con las distintas distribuidoras, unas 7 u 8, que estaban en la calle San Luis, en apenas dos cuadras. Después no quedó nada de eso y se concentró todo en Buenos Aires.
Roma: Pasábamos un programa sábados y domingos y también matinée. También había otro programa los miércoles a la noche. Siempre eran dos películas. En la matinée vendía sandwichs. Los chicos decían: "Ah!, los sandwichs de la Roma." "¿Pero, qué le ponés?" me preguntaban las madres: un poco de pan, manteca y mortadela. Los sandwichs míos eran famosos.
  Además de películas ¿traían otro tipo de espectáculos? 
Roma: Antes, como no había televisión se hacían radionovelas, como las de Federico Fábrega, y venían los artistas con la obra que se pasaba por radio.
Luis: Metíamos entre 400 o 500 personas en una obra de estas. También venían compañías de teatro de revista. Y el que ha venido muchas veces fue "Tu Sam"
  ¿Cuál fue el mejor momento del cine?
Luis: Los mejores años fueron desde el comienzo hasta el '65, cuando empezó a aflojar. Empezó la televisión, ya había gente que se quedaba en su casa y además se comenzaron a abrir bares. Antes la única salida era el cine...
Roma: Y cuando Nereo Ansaloni comenzó a hacer ese cine grande, comenzamos a desilusionarnos. Veíamos que estaba haciendo el cine nuevo y el nuestro se venía cada vez más abajo, así que se lo ofrecimos. Néreo nos compró todo, la máquina y las demás cosas, si no lo hubiésemos tenido que cerrar. Al último hemos dado cine para 10 o 12 personas. Pero nunca suspendimos una función.


 Néreo Ansaloni nos cuenta su historia:
  ¿Que lo llevó a dedicarse al cine?
=Siempre soñé con tener un cine grande para que mi hija menor lo que no podía obtener por medio del oído lo tuviera por medio de la vista, para que viviera informada de lo que era el mundo, y para que a la mayor le agilizara su mente. Además decidí hacer una sala majestuosa para que, el día que yo faltase, ellas tuvieran una renta mensual. Estaba en condiciones económicas para encarar esta obra y además Santa Isabel daba para pensar en cosas grandes. En aquel entonces prácticamente la televisión acá no existía y nunca se pensó que la tecnología iba a avanzar tanto. Por eso en el '69 empecé a hacer el cine de la calle Gral. López pensando en un Santa Isabel que tenía otra proyección de futuro, había un montón de industrias, empleados y circulante.
Cuando tenía un 60% del nuevo cine hecho, con los materiales y los proyectores comprados, Luis Parodi me ofreció la explotación de su sala. Me interesó porque sabía que para las compañías distribuidoras de películas si en un pueblo tenés dos salas la programación se comparte, por lo tanto yo no iba a poder pasar todos los títulos. El 10 de octubre de 1977 se concretó el negocio. Mi intención era cerrar esa sala y terminar la nueva obra, pero unos días después fuí con Raúl Severini a verla y él me convenció de lo contrario. Lo consulté con Juan Amadío, que estaba a cargo de la obra, y me dijo que era buena idea. Eve, mi mujer me decía lo mismo, así que empezamos a trabajar.
Tratamos de arreglar todo: puertas, techo, contramarcos, pisos, cielorraso. Trabajábamos, entre otros, Juan Amadío, Teodoro Ertel, Ramón País y yo, con Raúl Severini en electricidad; también me dio una mano "Bico" Bruno. Con Carlitos Brega hicimos la cabina de proyección. También se cambiaron las puertas del frente, las de entrada a la sala, se pusieron boleterías nuevas de aluminio, butacas nuevas, se refaccionaron los baño, hicimos la cocina, pusimos alfombras en las escaleras y entre las dos filas de butacas, cortinado de raso...
Además instalamos los dos proyectores Phillips que habían estado en el cine Ópera de Venado Tuerto. Antes los había llevado a Buenos Aires para repararlos y refaccionarlos, quedaron a la altura de cualquier cine del centro de Buenos Aires. A la pantalla la compré en Rosario, era la mejor que había en ese momento.
Después de casi 7 meses de trabajo, el 7 de julio de 1978, dimos la primera función con una película policial y "Aeropuerto '77". Tuvimos dos años de furor, de mucho trabajo, con ganancias que me permitieron continuar con la obra del otro cine. Pero después pusieron las repetidoras de los canales de Rosario y no cabe ninguna duda que la economía del país comenzaba a resentirse. El cine funcionó hasta 1982.
  ¿Cómo era la programación?
=Siempre hubo doble programa, se estilaba así: terminaba la primer película, se hacía un intervalo de 15 minutos y después se largaba la principal o de fondo. Era necesario tener un cierto conocimiento para acompañar la película de fondo, había que saber programar, que las películas fueran compatible. A la programación la hacía yo y los cines de segunda línea, que estaban ubicados en el macrocentro de Buenos Aires y no tenían programador preguntaban qué había llevado yo. Ellos copiaban la programación del Cine Ideal de Santa Isabel.
Había dos programas todas las semanas, jueves y viernes, por lo general películas aptas para todo público o western y policiales, películas que ya tenían uno o dos años, y el programa central de sábado, domingo y lunes.
  ¿Cómo conseguía las películas?
=Para conseguir los títulos nuevos y con buenas copias, nunca dí dinero, pero sí atenciones. Llevaba a comer a buenos lugares a gerentes de programación o de venta, programadores y directores. Cuando abrían, a las cuatro o cinco de la mañana, yo ya estaba en la compañía, porque me podían llegar a dar una copia rayada y cortada; entonces les llevaba a las talleristas, que eran las que reparaban las películas, masas o facturas; así podía saber cuales eran las mejores copias. Para poder sacarlas, a los programadores y gerentes les llevaba un jamón, una bondiola, costillares de cerdo o chorizos. No dejaban entrar a nadie, pero a mi si, me tenían una confianza bárbara, podía entrar en cualquier momento. Ellos decían: "hay que hacer lo imposible para darle las mejores copias a Ansaloni". Yo era conocido y respetado dentro del ambiente y salí muy bien conceptuado, con el nombre de Santa Isabel muy bien catalogado.
Una vez le cambiaron al cine Atlas de Buenos Aires la copia nueva de "Victor Victoria", que estaban pasando, por una vieja para dármela a mi ... Se armó un lío bárbaro, pero a mi no me pusieron por delante. Y yo pasé "Victor Victoria" tres días y metí nada más que 170 persona, me amargué tanto... Cuando fui a Bs. As. tuve que decir que había trabajado muy bien.
  ¿Recuerda las películas con más público?
=La vez que más gente metí fue con la del Mundial '78, la dimos sábado, domingo, lunes y martes, faltó poco para llegar a las 1.500 personas, eso fue a fines del 78. De las extranjeras, las que mejor anduvieron fueron "El Franco Tirador" y "Expreso de Medianoche". Otra nacional en que hubo mucho público fue "Las Vacaciones del Amor", en esa hice 564 entradas en la primer noche. También hemos pasado películas para 10 personas, pero muy pocas veces. Calculo que he pasado, en cinco años, más de 800 películas.
  ¿Quienes han trabajado en el cine?
=En los primeros dos años, en la limpieza me ayudaba Teodoro Ertel. Como operadores, primero estuvo Barbareschi, que había estado en el Ópera en Venado Tuerto, después Athos Vannucci, Carlos Brega que estuvo un mes pero al principio estuvo como técnico, Rubén Distéfano, Raúl Pellegrini y mi hijo, "El Rubio". Además siempre estuvo toda la familia trabajando en el bar.
  ¿Por qué decidió dejar el negocio?
=Cuando empezó a decaer decidí venderlo. Además me gustaba tenerlo 10 puntos y ya me había cansado de tanto trabajo. Cuando se lo vendí a Promociones Culturales le presenté a la gente de Buenos Aires a Jorge Tirelli para que ellos continuaran con el negocio. Yo tuve el cine hasta fines del '82.
  ¿Volvió a visitar a las distribuidoras?
=Después de unos años volví. Me dijeron que jamás tuvieron un empresario de cine de mi categoría. Yo nunca tuve problemas económicos con ellos, pagaba antes de retirar, a lo sumo les daba un cheque a unos días, pero casi siempre pagaba en efectivo.
Esa vez me propusieron terminar el cine de Santa Isabel. Yo ya no quería hacerlo porque las cosas no me iban bien. Querían hacer una sociedad y poner una sala de estrenos de lo mejor. Pero no quise porque ya no tenía plata.


El turno final es para el Contador Dante Pellegrini, integrante de Promociones Culturales:
  ¿Qué fue Promociones Culturales y por qué se formó?
= La sociedad se formó por una inquietud de Jorge Tirelli que, siendo amante del cine y de la cultura, fue el promotor de todo esto. Cuando Jorge se enteró de que se iba a cerrar el cine convocó a un grupo de personas. Era un tiempo en que había otras inquietudes en el pueblo, había optimismo para emprender este tipo de cosas.
Lo que se consideró en ese momento era que teníamos que continuar con el cine en marcha, ese fue el objetivo.
El grupo nunca llegó a constituirse como una S.R.L., que es lo que pretendíamos al momento de formarlo. Queríamos una sociedad bien constituida para dedicarnos, posiblemente, a otras actividades económicas a partir del tema cinematográfico. Lo que ocurrió es que la economía del país no permitió evolucionar y lo que hicimos fue mantener el cine y todo lo que se había puesto en marcha algunos años antes.
La empresa o el grupo se conoció como Promociones Culturales y dio la primera función de cine el sábado 25 de junio de 1983.
  ¿Durante el cambio de propietarios el cine siguió en funcionamiento?
= No. Hubo un período corto, en que el cine estuvo cerrado. Fue desde el momento en que Néreo Ansaloni decidió venderlo y en el que comenzamos nosotros.
  ¿Como se concretó el negocio?
=Néreo fue muy accesible. Lo que convinimos con él fue la compra de todas las instalaciones y muebles al valor de la soja para tener una referencia, porque en ese momento estábamos en un período de inflación. Esa era una manera de mantener el valor y nosotros le íbamos a amortizar la deuda como podíamos.
Heredamos de él todas las relaciones directas que había logrado en Buenos Aires con las distribuidoras de películas y que fueron muy importantes. El nexo con esas distribuidoras era Jorge Tirelli que viajaba habitualmente a Buenos Aires. Además allá teníamos un programador que nos ayudaba.
  ¿Quiénes integraban la sociedad?
= Los integrantes de esa sociedad eramos doce: Jorge Tirelli, Mario Tirelli, Juan Miculán, Luis Miculán, Pedro Viccei, Alberto Fassi, Carlos Casadei, Humberto Albanesi, Edsel Gilardoni, Eduardo Mercé, Juan Carlos Lombardi y yo que entré con un socio oculto o capitalista, que era mi suegro, Sergio Paulinelli. O sea que de entrada se puso plata y la otra parte en cuotas. Los aporte fueron genuinos porque el cine no tenía una renta para poder pagar las cuotas.
  ¿Cómo era la programación?
=Había dos programas de dos películas por semana, eso era al principio. Después pasamos a un solo programa y si la película tenía mucha aceptación se pasaba, además de sábado y domingo, el día lunes.
  ¿Cuáles fueron las películas más taquilleras?
=Los topes de venta han sido con películas de Olmedo y Porcel. Eran las nacionales las que más gente llevaban. Algunos ejemplos de las más taquilleras: "Mingo y Aníbal", "Los Fierecillos Indomables", "Los Reyes del Sablazo", "Flashdance", "Sobreviviendo"...
Con esas recuperábamos fondos para poder continuar, porque a veces casi que no iba gente, como sucedió con "Gandhi".
Normalmente las películas las pagábamos pero algunas venían a porcentaje como "El día Después", una película que llevó mucha gente.
  ¿Trajeron otro tipo de espectáculos?
=A Luis Landriscina. En ese momento algunos sectores cuestionaron que una empresa privada trajera un espectáculo de esa naturaleza cuando debía hacerlo una entidad de bien público. Y nosotros lo hicimos con el criterio de recaudar fondos para seguir con el cine.
  ¿Por qué terminaron cerrando el cine?
=La última función fue el domingo 29 de septiembre de 1985 y calculo que llegamos como sociedad hasta 1986. Entramos en una situación donde estábamos poniendo plata del bolsillo para que pudiera funcionar, entonces se tomó la decisión de parar. En esa época ya se habían generalizado las video y el alquiler de películas. La intención era que otro grupo de personas de la localidad siguiera con el cine de una manera, quizá, mas espaciada, y que pudiera mantener la sala en funcionamiento. Como no se llegó a un acuerdo con las partes interesadas en el tema para lograr que otra entidad siguiera en la tarea, se decidió la venta de las instalaciones. Vendimos todo a unas personas de Chacabuco, los proyectores, las butacas, la pantalla, todas las instalaciones y muebles que formaban parte del capital.


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