sábado, 16 de marzo de 2013

Estancia San Miguel. Con el hechizo del campo y de la historia.

Publicado en "Acercar a la Gente" N° 53 del 20/10/2004
 Con Miguel Rueda nos adentramos en la historia familiar, fundadora del establecimiento agrícola más antiguo de nuestro distrito, ahora dedicado también al turismo rural. 
   “Una experiencia única en la Pampa Argentina. Un modo diferente de ver la naturaleza a partir de nuestras raíces gauchescas. Un espacio ideal para el descanso y los deportes". Así se publicita en los sitios de Internet dedicados al turismo rural a la Estancia San Miguel, un lugar centenario de nuestra localidad.
 Como parte de un fenómeno turístico cada vez más creciente en nuestro país, los viejos y espléndidos cascos de estancias suelen ser parte de las posibilidades que se ofrecen a propios y extranjeros, deseosos de un verdadero descanso.
Pero antes de entrar de lleno al turismo que se desarrolla en el casco de la estancia San Miguel, es ineludible que nos internemos en su historia y en la de sus dueños, ligados a Santa Isabel desde sus principios, donde el nombre Miguel Rueda ha sido siempre muy familiar.

 El primer Miguel Rueda que recoge la historia local compró seis leguas cuadradas de tierras fiscales -unas 15.000 has.- el 19 de diciembre de 1857, cuando era gobernador de Santa Fe Pascual Rosas y aún faltaba mucho para la fundación del pueblo, que recién ocurrió en 1908.
 Por ese entonces estas tierras eran vírgenes, sin alambrados ni molinos, era común que los baqueanos se guiaran por las estrellas para orientarse y que los campos con bañados y lagunas, contrariamente a la actualidad, tuvieran mayor valor ya que eran usados especialmente para la ganadería.

 A su muerte, uno de sus tres hijos, también llamado Miguel (el segundo) heredó dos leguas cuadradas, que pertenecen a nuestro distrito. Siendo Presidente honorario de la Comisión Pro Hospital entregó, en 1930, una manzana para la construcción del edificio -que luego llevó su nombre- y en varias oportunidades dinero en efectivo. También se le adjudica la donación de un aula a la escuela 179 en 1928.

 Su hijo Miguel Alberto (el tercero) vendió en condiciones sumamente ventajosas al Club Juventud Unida cuatro manzanas en 1944 donde se encuentra un barrio de viviendas y el estadio que lleva el nombre de su madre, Josefina Seligman de Rueda.  Posteriormente, en 1950, se construyó la escuela 779 en el predio que éste donó junto a una partida de dinero.

 El cuarto de los Miguel Rueda, descendiente directo del fundador de la estancia, nos concedió una entrevista en la que dio detalles sobre la historia familiar y sobre este emprendimiento singular que atrae visitantes argentinos y del exterior, y que se desarrolla en la casona centenaria, ubicada a unos 8 Km. al Este de la zona urbana de Santa Isabel.

Miguel Rueda IV nos cuenta que estuvo indagando el pasado familiar, más precisamente sobre su bisabuelo, quien compró la estancia. Dice que la vida del santiagueño Miguel Rueda estuvo marcada en varios momentos por San Miguel Arcángel; nació el mismo día consagrado a este santo, un 29 de septiembre de 1817 y cuando tenía 24 años, muy cerca de ese día, se salvó de que le quitaran la vida los partidarios del general rosista Manuel Oribe, que ya habían apresado y degollando a Marco Avellaneda. El joven Rueda y su padre, miembros de la Liga del Norte, se salvaron por haber asistido a misa. Sintiéndose protegido por el arcángel patrono, años después el político bautizó a su estancia con el nombre de San Miguel.
 Luego de haber participado de la Batalla de Famaillá, en Tucumán, y de salvarse milagrosamente de un intento de asesinato, Miguel Rueda se exilió en Chuquisaca, Bolivia, para volver al país varios años después. En 1854 estuvo encargado en Córdoba de recibir al triunfador de Caseros, Justo José de Urquiza.
 Ese mismo año llegó a ser diputado por Santiago del Estero presentando, con otro diputado, un proyecto de ley de derechos diferenciales para importaciones que fue aprobada en 1856. En ese entonces, Buenos Aires, separada del resto, concentraba la mayor parte de los ingresos por aduana y esta ley establecía que las mercaderías introducidas por ese puerto pagarían el doble de la tasa común.
 Miguel Rueda también participó en la construcción del primer muelle de Rosario. Bajo la presidencia de Bartolomé Mitre fue elegido diputado provincial en Rosario, en 1862.
 Luego de su participación en los sucesos que rodearon la organización del Estado Nacional, la estancia fue el refugio en su madurez.

 El casco de la estancia, que permanece casi intacto, es de unos 1.500 metros cuadrados con seis habitaciones y está rodeado de una abundante arboleda. Fue construido entre 1885 y 1890 en estilo francés y en 1945 se le hicieron algunas refacciones.
 Para ejemplificar el valor de las tierras por aquellos tiempos Rueda relató: "Un dato interesante que descubrí es que en 1881 una vaca costaba lo mismo que cuatro hectáreas de tierra, mientras que con dos ovejas o una yegua chúcara se podía comprar una hectárea".

 En cuanto al emprendimiento turístico, nos informó que inició su actividad a mediados de 2000, cuando comenzó a recibir a los primeros visitantes. Además del alojamiento en la vieja casona se ofrecen caminatas por el parque de varias hectáreas y añosos árboles, cabalgatas, sulky de paseo, piscina, salón de juegos (billar, ping pong, bridge, canasta, backgamon, dados y piano bar), canchas de tenis de césped, croquet, bochas y dos canchas de golf en la zona, 18 y 9 hoyos. También pesca embarcado, caza de patos, excursiones a lagunas de la zona para realizar paseos y avistajes de flora y fauna y visitas a lugares donde se desarrollan tareas agrícolas.
 "Se ofrece la tranquilidad del campo y lo que los visitantes pidan", nos dice Rueda, "por ejemplo, una vez vinieron dos italianos que llegaron a la Argentina con la intención de cabalgar. Donde estuvieron primero, no les gustaron los animales porque eran muy mansos. Cuando vinieron acá pudieron andar todo el día a caballo, a todos lados iban cabalgando. Ellos disfrutaron porque eso era lo que buscaban".

 El edificio tiene aire acondicionado y calefacción. Esta última se distribuye en todos los ambientes mediante radiadores por los que circula el agua caliente desde una caldera especial. También hay, en el living, un hogar para leña y una salamandra en un baño y otra en un dormitorio. Ese último, denominado "El Federal", por sus paredes de color rojo, llama la atención de quienes lo visitan por su gran espacio y el clima agradable que generan sus muebles.

 Si bien en la mayoría de los casos en cada fin de semana solo se aloja un grupo de familiares o amigos, la casa está dividida en áreas para cuando hay distintos grupos, los que a la hora del almuerzo o la cena se encuentran en el comedor, ya sea compartiendo una misma mesa o separados, según lo prefieran. También, si lo solicitan, la comida puede ser servida en cualquier lugar del parque.
 Rueda consigna que los contingentes generalmente no salen de la estancia, "es gente que viene a descansar, es una especie de desconexión con el mundo, por eso aquí no hay televisión ni Internet, solo llegan los diarios".

 Si bien no es frecuente, hay quienes solicitan algún tipo de espectáculo. Por eso en algunas oportunidades ha habido danza folklórica y de tango o bien la actuación de músicos de jazz o algún pianista.

 Muchos de los huéspedes de la estancia San Miguel llegan a ella luego de establecer contacto con las agencias de turismo, siendo la temporada de verano la de mayor afluencia. "Ya hay reservas para fin de año, es un matrimonio de Buenos Aires que ya ha venido en otras oportunidades, vienen a descansar y de paso traen a su perra, que, como todo animales de este tipo, se asusta con la pirotecnia, entonces la traen al campo para protegerla. En invierno también tenemos huéspedes, hay gente que viene solo a descansar, algunos se dedican a solamente a leer o a estar en la sala de juegos".
 Las estadías generalmente son de fin de semana, aunque no es necesario quedarse los tres días. "Por ejemplo, si alguien desea ir una tarde a jugar al tenis, hace la reserva de la cancha y de los servicios que sean necesarios para el número de personas que los vayan a usar".

 En general los visitantes provienen de Buenos Aires, Rosario o del exterior. En menor medida lo hacen de la zona, ha habido algunos grupos de la localidad de Elortondo y algunas veces de Santa Isabel. Entre las nacionalida-des de los extranjeros que se alojaron se encuentran italianos, rumanos, franceses, indonesios, suizos y alemanes.

 Esta empresa genera trabajo. El personal está compuesto por el casero, Neson Linares y su esposa, Nancy Milanesi, a cargo de la cocina y los detalles de la limpieza, su hija Maira que ayuda en estas tareas cuando son muchos los huéspedes, y Lisandro Munge en la parte de mantenimiento.

 Un convenio con una empresa de Firmat, que muy pronto inaugurará un spa en esa ciudad, hará que el casco de la estancia tenga mayor actividad cuando también forme parte de este nuevo emprendimiento.

 Mientras tanto, para que las visitas se sientan como en casa, Miguel Rueda trabaja acompañado de su esposa y está en todos los detalles de la estadía. Oficia de guía y acompaña a los grupos, no solo en las salidas si no también, si así lo desean, en el almuerzo o cena donde las charlas discurren, entre otros temas, sobre el pasado y el presente de los Rueda y de la casa que los cobija en ese momento-

Nancy Milanesi nos da detalles de su trabajo

 "Un día de campo te brinda un desayuno con tostadas, dulces varios, jugos, escones, tortas, café con leche, te, o la variedad que se dese. A las 11 de la mañana hay una picada completa, fiambres, quesos, etc, con las bebidas que se deseen, Gancia, Cinzano, cerveza, etc. Al mediodía llega el almuerzo con una entrada, plato principal, postre y café. A la tarde, la merienda con una variedad similar al desayuno; a las 8 de la tarde, nuevamente una picada y luego la cena".
"Comencé en este trabajo en febrero de 2001 y para Pascuas llegaron más de veinte personas, en ese tiempo no trabajaba en la cocina, por eso cocinó una señora que es empleada de la estancia desde hace unos 50 años; después quedé yo en las tareas de la cocina y de servir la mesa. Al principio tenía vergüenza porque hay que hacer muchas cosas y para gente que muchas veces no habla nuestro idioma; ahora estoy acostumbrada, ya tengo más confianza".

 "Es un trabajo que me gusta hacer porque me siento cómoda, donde puedo tener diálogo con los huéspedes. Generalmente en el primer día todo es más frío pero después se distienden y aparece el diálogo. Uno habla de temas comunes, de la familia, si les gusta el lugar o si se sienten cómodos."





Postales de Estancia San Miguel

















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