miércoles, 13 de marzo de 2013

Trabajar en las máquinas.

Publicado en "Acercar a la Gente"  N° 48 del 27/02/2004 
 "Nelo" Astolfi resume casi 50 años de trabajo en las cosechadoras.  Costumbres y situaciones de ayer y de hoy ligadas al mundo de las máquinas.
  La industria argentina de maquinaria agrícola, pionera en Sudamérica, tiene un largo historial que se remonta a 1878, cuando en Esperanza (S.F.), la primer colonia agrícola del país, Nicolás Schneider inició la fabricación de arados.

 En nuestro país, las cosechadoras se comenzaron a fabricar mucho antes que lo hicieran las firmas líderes mundiales: Massey Harris en 1938, International Harvester en 1942 y John Deere en 1947. Terminada la Primera Guerra Mundial (1914-1918), y aún desde 1912, comienzan a aparecer en los campos argentinos las primeras cosechadoras de trigo arrastradas, en su mayoría, por caballos y desprovistas de motor, que tomaban sus movimientos de una de las ruedas; ganándole terreno a las viejas trilladoras de amarre. La cosechadora se definía por la combinación de la siega y la trilla simultáneamente, además del embolsado del grano y de poder cosechar distintos tipos de cereales. Por estas razones uno de sus nombres más conocidos fue el de corta-trilla. Precisamente, “cortitrilla” ha sido y es la palabra que junto, y muy especialmente, a la de “máquina” define, por estos lugares, a las cosechadoras. Trabajar en las máquinas significa, ineludiblemente, trabajar en las cosechadoras. 

 Hasta llegar a la época actual, en que las máquinas -la mayoría importadas- poseen equipamientos computados y guías satelitales con gran comodidad para el operador, en Argentina se produjeron miles de unidades de diferentes marcas y modelos.

 La mayoría de las fabricas se situaron en el sur de Santa Fe, centro y sur de Córdoba y noroeste de Buenos Aires (en nuestra provincia se forjaron nada menos que veinticuatro fábricas entre los años 1921 y 1960). Algunas de estas fábricas fueron o son: En Susana: (1917) Luis Gnero y Miguel Gardiol. En San Vicente: Hermanos Senor (1921), Bernardin (1923), Flamini (década del '40) e Industrias Boffelli S.A. (1958). En Sunchales: Alfredo Rotania (1920) que en 1929 recibe el título de “Patente de Invención” reconociéndosela como la primera cosechadora automotriz del mundo, y José Alassia (1927). En Josefina: Santiago Puzzi y Cía. (1926). En Angélica: Luis Boschetto y Hnos. S.A. (1939). En Colonia Margarita: Picco, Apendino y Cía. con la marca Marfariteña. En María Juana: Juan B. Buriasco y Cía con la marca La Soberana. En Zenón Pereyra: Baietto y Cía., Contardi y Cía. y la firma Osvaldo y Atilio Forzani S.R.L. En Totoras: Miguel Druetta (1923). En Rosario: Grandes Establecimientos Metalúrgicos Argentinos S.A. -GEMA- (1943). En Venado Tuerto: Giubergia (1948). En Firmat: Roque Vassalli (1949) e Industrias Agromecánicas Di Tullio S.A. (1955). En Casilda: Ramón Amadeo Guasch (1943), Establecimientos Industriales Rector S.A.C y F. (1949), Establecimiento Metalúrgico Marani S.R.L. (1948) y AUDMEC S.A. (1958). 

 Además, entre 1939 y 1945, Mainero y Minervino fabricaron los primeros equipos para cosechar girasol, inéditos en el mundo; y en 1950 las fábricas Vasalli y Giubergia fueron pioneras en el mundo con la fabricación de cabezales maiceros.
  Entre tantas marcas y modelos y la inacabable extensión de campos, los hombres dedicados al trabajo específico de la cosecha continúan tejiendo infinitas situaciones, anécdotas y costumbres. Muchas se repiten desde siempre, otras van mutando conforme a los nuevos tiempos.

 Anello ("Nelo") Astolfi pasó la mayoría de su vida ligado a este trabajo. Por eso hemos recurrido a él para que nos cuente sus experiencias y nos acerque al mundo de las máquinas, el que, aún teníendolo tan cerca, para muchos de nosotros puede ser desconocido. 


  ¿Cómo comenzó a trabajar en las máquinas?
= Trabajé algunos años en las estaciones de servicio del pueblo y después, cinco años en la fábrica Carelli, en Venado Tuerto. En ese tiempo, cuando ya estaba casado, tenía 24 años, surgió la oportunidad de comprar una máquina y trabajar junto a mis cuñados "Tito" y "Franco" Pellegrini, con quienes estuve cinco años.
Me pasaron el dato de una usada, una Massey Harrys 21 A, que estaba en Salto así que un domingo a la mañana, con una helada bárbara, fuimos con Tito en una Ford "A" a buscarla. Resulta que estaba casi nueva, pero le habían dejado el agua en el motor y el hielo de la helada lo había rajado. Así que estuvimos varios días dando vuelta hasta que trajimos el motor para desarmarlo y al final lo mandamos a Buenos Aires a un taller que le hacías las reparaciones al motor de Oscar Gálvez y que había inventado un sistema para sellar estas rajaduras. Después de este arreglo pusimos el motor y hasta el día que la vendí, nunca tuve problemas por eso.
 Esa fue la primer máquina que compré, en el año 1953, y era igual a las que tenían Tito y Franco.
  ¿Cuanta gente trabajaba en esas máquinas?
= Mientras se trabajaba íbamos cuatro personas, el maquinista, un costurero, un enganchador y un ayudante. El maquinista manejaba, el enganchador iba poniendo o enganchando las bolsas en las boquillas de la máquina, la sacaba cuando estaba llena y se la daba al costurero. El costurero la cocía, la cerraba y la largaba en la batea, una especie de tobogán, en el que entraban tres bolsas y una arriba, cuatro. Para largarlas se apretaba un pedal que habría la puerta de la batea y las bolsas, mientras la máquina seguía en marcha, quedaban acostadas en el campo. Se tenía la precaución, para que no se perdieran, de largarlas siempre en la misma fila, porque si no después no se veían todas y algunas quedaban tiradas en el campo. Entonces, en la primer vuelta que se daba se paraba una bolsa, como para marcar, que servía de guía para largarlas en la misma línea. Además esto hacía más fácil el trabajo de pararlas.
  ¿Cómo era el trabajo del costurero?
= Cuando yo me inicié había que poner gente del Centro si o si, entonces íbamos al Centro de Trabajadores a pedir la gente; para tres máquinas se precisaban seis personas. Por ahí te tocaba un enganchador que más o menos sabía coser y ayudaba, pero como las máquinas eran chicas, poco pie de corte, iba bien. Pero guarda, había gente muy hábil para coser rápido, no era fácil, el costurero tenía que saber trabajar bien.
Venían las madejas de hilo para coser las bolsas de arpillera. El costurero la cortaba al medio y le quedaban pedazos de hilo de 1,20 m. más o menos. Enhebraba la aguja y quedaba doble hilo, empezaba a coser de una punta de la boca de la bolsa, hacía una oreja y cosía hasta la otra punta donde formaba la otra oreja y quedaba la bolsa cerrada.
  ¿Cómo se trabajaba con las bolsas que quedaban en el campo?
=Generalmente se iba trillando y el colono, con gente de la familia o del Centro, las iban parando para que se orearan bien. No había secadoras, había que trillar seco, aunque parando las bolsas, el cereal se seca solo. Después las recolectaban y hacían estibas en los galpones o en el campo para después sacarlas en los camiones.
 Con la humedad, estando paradas no había problema. Por ejemplo,en Villa Valeria, San Luis, hicimos 15 montones de sorgo de 700 u 800 quintales cada uno y al medio una hilera larga: Si llueve se moja una capa arriba de 10 cm. y después no entra más la humedad, se hincha y corre el agua como si fuera una lona. Por eso las bolsas se podían dejar unos días en el campo.
  Eso fue así hasta que se comenzó a trabajar a granel...
= Las tolvas y los carritos se habrán empezado a usar a mediado de los '60. Algunos trillaban con bolsa, pero eso era más económico para el colono porque se lo trillabas y se lo llevabas con el acopladito hasta los silos. Yo había comprado un silo rodante marca Tameq. Ahí cargaba el cereal de los carritos y después los pasaba a los camiones.  ¿En que zonas trabajaban?
=Con el trigo arrancábamos en el norte, el 10 o 15 de noviembre, en Barrancas, Villa Eloísa, San José de la Esquina, y los primeros días diciembre ya estábamos trabajando acá. Después íbamos al sur de la provincia de Buenos Aires, Coronel Suárez, Pringles, Puán. Allá trabajábamos un mes o un mes y medio. Pasé muchas Navidades y Años Nuevos sin estar en casa, juntando el trigo.
  ¿Cuanto tardaban en llegar al sur?
= A Coronel Suárez, con las Masey Harris cuatro o cinco días. Con las otras que compré después, tres días. A veces se tardaba más porque ibamos haciendo algunas changas en el camino. A partir del ´70, más o menos, cuando terminábamos la cosecha pedíamos al ferrocarril cuatro o cinco chatas y cargábamos, en Coronel Suárez, casilla, máquina, todo lo que teníamos, y lo bajábamos en Chapuy. En un día estábamos de vuelta.
  ¿Por qué todavía las máquinas siguen viajando al sur?
= Porque es mucho lo que se siembra, la provincia de Buenos Aires es muy grande. Donde nosotros íbamos sembraban unas 1.500 has., con esas tres máquinas teníamos toda la campaña ahí porque eran lerdas, ahora una máquina moderna en seis o siete días liquida todo.
  ¿Cómo se organizaban para estar tantos días fueras de sus casas? 
= En un principio no teníamos casillas, eran un lujo, así que teníamos una lona de siete por ocho, la cabreada, el palo largo con el puntal, y en 10 minutos armábamos la carpa. Cada uno llevaba su catre y como era verano, la mayoría de las veces dormíamos afuera.
 Una vez fuimos a Villa Eloísa con "Pirucho" Piancatelli, que llevó el bandoneón arriba de la máquina. Llegamos de tardecita y armamos la carpa sin darnos cuenta de que estábamos en una calle que era como un canal, y a eso de las 12 de la noche se largó a llover, era una cosa de locos. El agua se llevó todas las alpargatas; levantamos las valijas con la ropa, pero del bandoneón no nos dimos cuenta y quedó debajo de un catre. A la mañana, cuando Pirucho vio el bandoneón se agarraba la cabeza, lo fue a sacar de la caja y se le despegó el fuelle. Cuando lo quiso abrir se desarmó todo.
  Pero pasaban buenos momentos...
=A la noche, después de trabajar continuamente todo el día, daba gusto reunirse porque era toda gente alegre. No te los puedo nombrar ahora, porque me voy a olvidar de muchos de los que solían venir. Eramos trece, cuatro en cada máquina y Tito que quedaba libre porque había que hacer la comida o hacer los mandados. En el sur es distinto que acá. A lo mejor tenía que hacer 10 o 12 leguas para ir a buscar las cosas, andábamos con una Ford "A" sola para atender todo. La estancia nos daba la carne, entonces se compraba pan y lo que hacía falta para tres o cuatro días...
 Y vino. Para que vamos a hablar, damajuanas de 10 litros, a lo mejor llevábamos siete u ocho. Calculá que eramos todos tomadores de vino y era verano. Teníamos en cada máquina una bota Pamplona colgada, cuando se vaciaba te avisaban.  Pero no era que se mamaban ni nada de eso, en vez de tomar agua se tomaba un trago de vino.
  ¿A que hora comían? 
=A la mañana, a eso de las 8 y media, se comían los bifes, era una especie de desayuno. Después, a las 12 y media, más o menos, se almorzaba, pero para no parar y aprovechar el buen tiempo se hacían relevos. A la hora del mate parábamos todos, se paraba para echar nafta, porque estas Masey Harris eran con motor naftero. Y después se seguía con el trabajo hasta la noche, hasta que la humedad del cereal nos dejara. Podían ser las 11, las 12 o las 2 de la mañana. Hemos tenido la suerte, en un año de seca, de trabajar toda la noche.
  ¿Les traían problemas esos motores nafteros?
= No tanto, pero como estaba puesto abajo, a la altura de la paja del trigo que ibas trillando, había que tener cuidado de que no juntara basura y se prendiera fuego.
 He visto cada incendio en e sur que daba miedo.
  ¿Por que son tan grandes los incendios en esa zona?
= En los años '60 y '61, en el sur hubo una gran sequía. Tal es así que no quedaban vacas, los campos pelados completamente y en el '62 empezó la lluvia otra vez. Allá son estancia de 5.000 o 10.000 has. y había quedado, prácticamente todo sin hacienda, por eso se sembró todo trigo. Ese año gané mucha plata, porque faltaban máquinas y se cobraba mucho.
 El dueño del campo recomendaba tener cuidado con el fuego, porque si se prendía no quedaba nada y no nos salvábamos nosotros tampoco. Porque, ¿adonde nos íbamos a meter? Los lotes son de 1.000 o 1.500 has, y pegado a ese a lo mejor hay otro. Cuando había hacienda no, porque cortaban con lotes de hacienda, pero ese año habían sembrado hasta debajo de la cama.
 Todos los días se veían, a lo lejos, humaredas de incendios, daba miedo.
  Antes se acostumbraba quemar el rastrojo.
= Acá si, porque son chacras chicas. Pero allá, prohibido terminantemente prender fuego un lote. Le echaban hacienda y la pisoteaban para poder trabajarlo de vuelta.
 Nosotros le trabajábamos a un tal Segón. Tenía un galpón todo de chapa y sin una sombra. Obligadamente teníamos que hacer fuego ahí adentro, y cuidadito que te viera que tuvieras un cigarrillo en la boca.
 Nosotros no tuvimos incendios, pero una vez se nos venía el fuego del campo vecino y nos metimos en medio de unas plantas. De cualquier manera lo cortaron antes. Era terrible.
  Y después de la cosecha, a reparar...
=Teníamos un mes y pico de reparación. Había que cambiar poleas, revisar todo, llevar piezas al torno. No había bolilleros, muchos rodillos, mucho desgaste. A eso había que hacerlo todos los años, generalmente, se desarmaba la máquina completa y lo que estaba gastado se ponía nuevo. Cuando tenía la Massey Harris todos los repuestos eran importados, norteamericanos.
 Hasta el otro trigo no hacíamos otra cosecha. Después cuando se empezó con el maicero ya no. Llegábamos y teníamos que desarmar todo, armar el maicero y salir. Yo con el maíz no salía mucho afuera.
  Al principio no cosechaba maíz.... 
= Nosotros hacíamos trigo nada más, hasta que mucho después aparecieron las plataformas maiceras. Después de la Massey Harris compré la primer Giubergia, la Preferida, y cuando en el '68 compré la Super G, esta venía con el maicero de cinco surcos. Algunos no querían saber nada con los maiceros y juntaban todo a mano.
  ¿También se sembraba girasol?
= Si, pero poco. El girasolero es más viejo que el maicero, es una puntonera, son unas bandejas separadas por unos 10 cm. de abertura.
 Te cuento que una vez, con el girasolero de la Massey Harris le fui a trillar un girasol a Adamo Pellegrini, en el campo de Baldessari. El girasol estaba tan enredado que las tortas se quedaban trancadas en las bandejas, las cañas quedaban debajo de la plataforma para atrás y si no las pisabas, no corrían y se hacía un montón adelante. Entonces Adamo iba agarrado al costado de la plataforma pisandolas; pisaba acá, pisaba allá... Y había un eje que tenía un engranaje con un prisionero, que yo le dije "tenga cuidado". "No, vos dale, dale..." Por ahí veo que el prisionero le enganchó la manga del pullover, así que enseguida saque el embrague para que se pare la máquina, pero igual siguió por el envión. Vos podés creer que lo desvistió completo; le quedó puesto el sombrero y las alpargatas. Le sacó el pullover, la camisa, la camiseta, los pantalones y los calzoncillos, todo quedó enrollado en el eje. Menos mal que cuando lo quiso levantar, se agarró fuerte y ya la máquina fue parando; pero lo desvistió. Se tapaba y se reía. "Andá a decirle a tu madre que me mande un par de pantalones y calzoncillo" le decía al hijo, a Pedrito.
 Primero nos reíamos, pero después nos asustamos mucho.
  ¿Cuál ha sido uno de los campos donde más ha trabajado?
= Cuando empecé a trabajar con las máquinas en el '53 entré en la estancia La Lyda y hasta que se vendió la última parte, que no hace mucho que se separaron y que le vendió el campo a Hathor, estuvimos trabajando. Trabajé como 50 años ahí adentro, así que conocía todo el movimiento.
  ¿Hasta cuando estuvo en esta actividad?
= Hasta hace dos años y medio o tres, trabajabamos como tractoristas rurales, en Villa Valeria, hacíamos los trabajos y lo cosechába-mos también.
  Desde sus comienzos a la actualidad las máquinas tuvieron un gran avance ¿no?
= Subir a las máquinas de ahora es un lujo. Por eso es que ahora se achica la mano de obra. Con las tres maquinitas que teníamos nosotros íbamos trece personas, ahora una máquina sola hace el trabajo de lo que nosotros hacíamos en cinco días; y va el maquinista y el tractorista.
 Además, al haber muchas máquinas, antes las fábricas tenían mucho trabajo con el tema de los repuestos, después empezó a venir lo importado y tuvieron que cerrar. Por otro lado, chacras casi que no quedan más. No quedó nada, por eso se ha achicado mucho la mano de obra.
 Será que uno es medio sentimental, pero a veces no quiero salir por el campo. Tengo 75 años y a las chacras las conocí de pibe y con este trabajo. Y ahora son todas taperas; y yo cuando veo eso me agarra una amargura... Ahora se ven las plantas de las taperas, te da pena.
  Además de trabajar en las máquinas, también se ha dedicado al fútbol...
= Si. En el '53, '54 , '55 y '56 en Belgrano teníamos un cuadro muy bueno. Tres años seguidos salimos campeones de zona, pero nunca pudimos mojar el campeonato de la Liga, porque nos desbandábamos todos cuando llegaba el tiempo de la cosecha y nos íbamos a las máquinas.



 Las Massey Harris y el personal posando para la foto.




 En la casilla. Un momento de recreo entre tanto trabajo.
 Recién llegada. La familia posa junto a la nueva Giubergia.








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