viernes, 11 de febrero de 2022

Custodiando a Evita

 

 Por esto de ser un entusiasta de los acontecimientos de nuestra localidad he tenido la oportunidad de escuchar muchas historias interesantes e increíbles referidas a Santa Isabel y a sus habitantes. Algunas de ellas las he podido plasmar en charlas grabadas que luego fueron publicadas por distintos medios y formatos, mientras que otras solo quedaron en mi mente. El implacable paso del tiempo y la inevitable llegada de la muerte provocan que los protagonistas de esas historias ya no estén para volver a contarlas con todos los detalles. 

 El siguiente relato solo está en mi recuerdo de charlas informales que alguna vez tuve con Antonio Carlovich, Pocholo. Lo tienen a él y a José Bolognese, Bolo, recordados vecinos de Santa Isabel, como protagonistas exclusivos y llega a estas letras con distorsiones producto de mi memoria que solo ha retenido algunos pasajes de importancia. De todas maneras, bien vale recordarla con los pocos elementos que poseo. Pocholo me la contó en dos oportunidades y Bolo la corroboró, todo en distintos momentos de fines de la década de 1990 y principios de la de 2000.

 El 26 de julio de 1952 es la fecha oficial del fallecimiento, tras padecer cáncer de cuello uterino, de María Eva Duarte de Perón, Evita, líder indiscutible del peronismo y referente del feminismo en Argentina. La gente siguió las alternativas del agravamiento de su estado de salud a través de los boletines que emitía Radio del Estado y fue así que, pasadas las 21:30 de ese día, el locutor Jorge Furnot anunció: "Cumple la Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación el penosísimo deber de informar al pueblo de la República que a las 20 y 25 ha fallecido la señora Eva Perón, jefa espiritual de la Nación".

 Por esos días Pocholo y Bolo estaban cumpliendo con el Servicio Militar Obligatorio en distintas reparticiones de las Fuerzas Armadas cercanas a la ciudad de Buenos Aires y la casualidad quiso que ambos, estando de franco y vestidos con el atuendo de conscriptos en la mañana siguiente al anuncio, se encontraran en una de las calles más concurridas del centro porteño.

 Más allá de los anuncios oficiales, el rumor que estaba en las calles indicaba a la sede del Ministerio de Trabajo y Previsión, actualmente la legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, como el lugar elegido para el velatorio. Eva había trabajado allí, diariamente, desde el año 1947.

 Hacia allí, a pocas cuadras de su encuentro fortuito, se dirigieron nuestros protagonistas; solo para curiosear.

 Al llegar ya había gente reuniéndose frente al edificio de Perú 160 y, aunque ellos se mezclaron en medio de la incipiente multitud, su ropa se destacaba entre la de los civiles presentes. Es por eso que un militar los llamó, les ordenó ingresar al edificio y les asignó una misión específica: custodiar el féretro en el que se hallaba, ya preparado, el cuerpo de Evita, en el Hall de Honor ubicado en el primer piso.

 Parados y en silencio a cada uno de los costados del ataúd fueron observadores, por un largo tiempo, de cómo se ultimaban los detalles para el inicio de las exequias. En un momento determinado se produjo un movimiento inusual de los colaboradores que allí se encontraban y apareció la figura del Presidente de la Nación, Juan Domingo Perón, quién se dirigió hasta el cajón, frente al cual permaneció por varios minutos.

 Un rato más tarde, Pocholo y Bolo fueron desligados de la orden que les había sido impuesta e invitados a retirarse. Cuatro granaderos los reemplazaron, se apostaron a ambos costados del féretro y, ese domingo 27, a las 11 de una mañana lluviosa, se habilitó la capilla ardiente en donde ya las ofrendas florales se contaban por centenares. Al lado, en el Salón Dorado, se encontraba Perón.

 Así se inició un velorio que duró 16 días, uno de los más largos de la historia. Dos isabelenses, sin proponérselo, participaron de los preparativos.


(Raúl Pellegrini)

Fuente consultada y fotografía: https://www.infobae.com/sociedad/2019/07/26/los-16-dias-de-funerales-de-evita-como-se-embalsamo-el-cuerpo-los-deseos-no-cumplidos-de-la-familia-duarte-y-el-llanto-de-peron/

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