miércoles, 28 de octubre de 2015

Los Pessino. Tradición gráfica.

Publicado en "Acercar a la Gente" N° 58 y 59 - 11/05/05 - 22/06/05
Con Hugo Pessino repasamos la historia familiar y de su profesión. También sobre sus participaciones en distintas instituciones de la localidad.

Y... ¡Sáquen una hojita!! porque vamos a recordar sus tiempos como profesor en la 214.

  

 Instalado entre los apellidos tradicionales que han cruzado casi toda la historia de Santa Isabel se encuentra el de los Pessino que, como tantos otros, inicia su derrotero argentino en la lejana Italia.
A aquellos inmigrantes europeos que arribaban apiñados en barcos los movilizaba el afán de "hacer la América" y también hambrunas, guerras o desgracias familiares. Esto último provocó la llegada de los Pessino a la Argentina; fueron unas castañas guardadas en vasijas de cobre que, contaminadas con este metal, causaron el envenenamiento de todos los mayores tras un desayuno fatal y la desbastación de la familia que solo quedó con sus miembros más chicos que no comieron el fruto mortal.
 El mayor de ellos, de 12 años vino a vivir a la casa de su padrino en Máximo Paz.
 Nietos de este niño inmigrante, Hugo y Ruben (Teddy) Pessino serán los encargados de mostrarnos la historia familiar, de sus empresas gráficas, de su profesión y de los acontecimientos locales en los cuales han actuado.
 Para el número venidero dejamos la charla con Teddy y su hijo Mauro, heredero de los secretos que hacen a las artes gráficas que la familia ha sabido cultivar. En cambio, esta primer entrega está reservada a la entrevista que hemos realizado a Hugo, el mayor de los hermanos Pessino.

 Una vez instalado ¿A qué se dedicó su abuelo?
=Comenzó a trabajar y fue progresando de tal manera que pudo traer a sus hermanos menores y reunir a la familia. Más adelante abrió una fonda en Máximo Paz, en un local frente a la plaza y le fue anexando otros ramos. Después de varios años dejó ese negocio y se instaló en un campo de Santa Emilia dedicandose a la actividad agropecuaria.
 ¿Cómo llegan los Pessino a Santa Isabel?
=Mi papá, Ángel, iba a los bailes de Elortondo y en una oportunidad, tendría unos 23 años, se suspendió por la lluvia y se vino con unos amigos a nuestro pueblo. Se quedaron a dormir en el hotel que estaba donde ahora está Alianak (Santa Fe y Sarmiento). Al día siguiente preguntó si había una imprenta, porque se estaba por casar y buscaba un lugar para instalarse. Le dijeron que solo había una imprenta chica.
Dando vueltas fue a parar donde ahora es el Hotel Central (Santa Fe y San Martín), que en esa época no era hotel, era una propiedad de Esteban Maglione, y decidió alquilarle.
El 21 de marzo de 1931 se casó, fue a Buenos Aires de luna de miel y aprovechó para comprar las máquinas que a principios de abril ya habían llegado por ferrocarril.
 ¿Como había conocido el oficio?
=Mi abuelo lo mandó a estudiar al colegio San José en Rosario donde aprendió algo. Después dejó el colegio, estudió en otro y al volver a Máximo Paz consiguió trabajo en una imprenta que fue donde desarrolló lo que sabía.
 ¿Ustedes aprendieron de él?
=Yo nací en diciembre del '31, y después, a los dos años, nació Teddy, o sea que nosotros nos criamos dentro de la imprenta.
 ¿Cómo fue evolucionando el negocio?
=Después de un tiempo empezó a construir este local (Sarmiento y J. Ingenieros) y nos vinimos cuando yo tenía seis años. Mi papá empezó haciendo los trabajos del pueblo, el primero que recibió fue del Club Belgrano, por eso cuando yo nací, me hizo socio del Club. El primer empleado que tuvo fue "Juancho" Sgavetti, otro fue Ramón Serratti, "Moncho". Es ahí que empieza a viajar junto con Moncho, vendiendo trabajos de imprenta, almanaques y otras cosas de la que era representante, como patentes para los automóviles que compraban las comunas, trofeos o medallas.
 ¿Cuales fueron los principales trabajos?
=De entrada la impresión. Después se incorporaron los almanaques que al principio no los fabricaba, los revendía. También vendía artículos de cotillón, serpentinas, papel picado, matracas, etc.
Una cosa importante fue la fabricación de bolsas de papel kraft que se usaban en los almacenes. Esto surgió cuando volvíamos de un viaje a Rosario, yo era chico; había llovido y el auto se quedó encajado. Un señor que pasó nos llevó a su casa en Carreras. Ese hombre tenía un almacén de ramos generales muy importante y le propuso a mi papá la fabricación de las bolsas. Había que cortarlas y pegarlas a mano, hubo un momento en que había unas 15 o 20 personas dedicadas a esto.
 ¿Durante toda la trayectoria, cuáles han sido las empresas para las que tranbajaron?
=De la zona casi todas. Te puedo mencionar en Venado Tuerto a Andueza & Gamboa o un almacén muy grande que se llamaba Los Empleados. En Villa Cañás, Gastón, Aramendi, Areso, la Cooperativa; en Teodelina también la Cooperativa. De María Teresa Nicasio Guerrico y Cía, Baldomá, que puso una fábrica de aceite...
Cuando el tema de las bolsas de papel se fue apagando se empezó a trabajar mucho con las estampillas comunales que se ponían en la documentación, y eso se vendió a muchas comunas, hasta en el norte de la provincia.
 ¿Usted estuvo viviendo afuera?
= A principios de 1944 me fui a estudiar a Buenos Aires, hice el colegio secundario y después ingresé a la Universidad para estudiar Ciencias Económicas. Un profesor que tuve en 5º año me dio trabajo en su estudio contable con muchos clientes importantes, como estancias, el Club Regatas o el dueño de Pelikan, que en ese tiempo era rector de la Universidad de Buenos Aires.
Al terminar la escuela secundaria me ofreció trabajar con él en el estudio o en la facultad donde era secretario. Me quedé a trabajar con él y la verdad es que aprendí mucho; al tiempo le salieron otras cosas, como la gerencia de Grafa, y me dejó a cargo del estudio contable. Yo tenía 17 o 18 años.
Después me tocó el servicio militar en Buenos Aires, en el Ministerio de Defensa, donde era ayudante de oficina y hacía un horario de 7 a 1 de la tarde.
Todas esas actividades fueron demasiadas y me enfermé; en ese tiempo le decían surmenage, ahora se lo conoce como estrés. Entonces me vine a Santa Isabel pero viajaba a Buenos Aires porque seguía rindiendo exámenes y visitando el estudio donde mis amigos seguían con el trabajo.
 ¿En qué viajaba a Buenos Aires?
= En colectivo, con un Chevallier que pasaba por el cruce. Solía viajar un hombre de apellido Musse, de una firma, Corbela y Musse, que estaba donde ahora está Balassone (Belgrano y Rivadavia), que tenía influencias. Logró que el Chevallier viajara desde Santa Isabel a Buenos Aires, tenía la terminal en el Hotel Central, es la misma línea que después se extendió a Villa Cañás.
En ese tiempo a mi hermano le toca hacer el servicio militar dos años en la marina, así que empecé a ayudar a mi papá en la imprenta. También surgió el tema de las clases en la escuela, mi papá se va a vivir a Rosario y al poco tiempo vuelve Teddy.
 ¿Eso hace que Ud. deje lo de Bs. Aires?
=Si, aunque yo iba a periódicamente a visitar clientes. Ahí fue cuando consigo como cliente de almanaques a la Asociación de Cooperativas Argentinas, A.C.A. Ese fue otro de los grandes clientes, porque teníamos como 300 cooperativas a las que hacerles los almanaques.
 ¿Estos almanaques estuvieron presentes en la mayoría de los allegados al campo argentino? 
=Había otras fábricas de almanaque que también hacían ese modelo, pero el de la mayoría de las cooperativas, los que tenía toda la gente ligada al campo, los hacíamos nosotros. Eso fue por lo menos en toda la década del '60. Se hacía una cantidad muy grande y había que despacharlos a todas las cooperativas, por correo, en tren, por camiones, con combinaciones, ...
 ¿En qué meses trabajaban más con los almanaques?
= Con A.C.A. teníamos un contrato en el cual teníamos una fecha, por ejemplo el 30 de noviembre, para entregar todo y ellos hasta el 31 de julio para entregar los pedidos; ese era un período de mucho trabajo. Hacíamos hasta para cooperativas de Salta, Jujuy y Tucumán.
 O sea que A.C.A. fue el gran cliente...
= Ese fue uno de los grandes, otros fueron Isaura y Amargo Obrero. Yo me movía más vale en la parte de la comercialización, además teníamos representantes en lugares como Junín, Venado Tuerto o Rosario donde estaba mi papá y otro más. Por eso las grandes empresas de Junín fueron clientes nuestros.
 ¿Los almanaques eran el eje central del negocio?
=Si, pero además aparecieron otros clientes como las casas mayoristas de casimires. Nosotros les hacíamos los muestrarios para que pegaran las telas y los enviaran a los sastres. Además les hacíamos las etiquetitas de cada muestra; eso era un trabajo grande porque abarcaba las temporadas de invierno y verano. También les hacíamos unos libros que ellos regalaban a los sastres para que anotaran las medidas que le tomaban a los clientes.
Además en un tiempo fabricábamos carpetas para escolares, había un cliente que compraba unas 100 mil carpetas.
 Estos trabajos coinciden con el auge industrial de Santa Isabel que va de mediados de los 50 hasta mediados de los '70...
=Si, también en los '80, porque después empezamos con la fabricación de cajas de herramientas para la empresa Gherardi y otros clientes, y también hacíamos almanaque para empresas como Grimaldi y Grassi, Sansoni o Ricardo Rodríguez. A este último le despachábamos por correo los almanaques en bolsas de cartón directamente a sus clientes. Pero vimos que el tema de los grandes pedidos no nos convenía y lo fuimos dejando, porque absorbían todo el tiempo, había que pasarles un precio bajo por la gran cantidad, se descuidaba a los medianos y chicos y quedábamos prisioneros de esos clientes grandes.

 Cuando Usted regresa a Santa Isabel, también empieza con actividades institu-cionales. ¿Cuál fue la primera de ellas?
= Cuando volví de Buenos Aires, que fue en el '53, acá había problemas con la electricidad, apenas si daban una hora por día para que las panaderías hicieran el pan y que los bombeadores cargaran los tanques con agua; después todo estaba a oscuras. Mi papá tenía un motor con un dínamo de corriente continua para hacer funcionar la imprenta e incluso se usaba para la casa. El problema era que cuando se prendía alguna máquina se bajaba el voltaje, y al apagarla, subía. Por eso se hizo un regulador manual que era un tablero con lámparas de distintos voltajes, así que si se iba a apagar o prender una máquina había una persona que prendía o apagaba lámparas, para compensar.
Los motores de la usina se fueron deteriorando y ya no se podía dar corriente. Ante este problema, muchos se fueron del pueblo, era un verdadero problema, había divisiones y peleas por distintas cuestiones. Los que estaban en la Cooperativa de Luz, habían conseguido un motor de 300 C.V.; esto era impor-tante, pero otro grupo quería dos motores de 150 C.V. Técnicamente a lo mejor tenían razón, pero en ese tiempo no se podía conse-guir más que el de 300.
Ahí había una gran pelea y en una asam-blea presen-tamos una lista con muchachos jóvenes como Leandro Quatrín, Antonio Amorós, Enrique Canal y yo, junto con otros que ya estaban de antes. Como presidente quedó Isidoro Crespi, secretario Felipe Enrico y tesorero Bartolo Salemme; también estaba "Nisín" Alianak. En ese tiempo el gerente era Norberto Ricordi y como administrativo estaba Raúl Paggi.
El combate siguió pero nosotros, que buscábamos la unidad del pueblo, nos abocamos a hacer las cosas como debían ser. Por ejemplo, cuando llegó el motor, para conectarse había que aumentar las acciones, algunos no querían pagarlas, entonces no le poníamos la luz. Además, por los problemas económicos, tomamos medidas que algunos criticaron ya que le bajamos la tarifa a todas las industrias que eran las que más consumían y a las que si les aumentábamos se ponían motores propios. Como les bajamos el precio se quedaron todas enganchadas y eso hizo que se pudiera mantener la usina y con posterioridad, a medida que aumentó el consumo, bajar las tarifas domiciliarias.
En esa época estaba el molino, el peladero (frigorífico), la fábrica de oxígeno OXI-ITAD... Esas industrias se fueron creando a través de una comisión que habíamos hecho tratando de promoverlas.
 ¿Además nacieron a partir de la regularización del servicio eléctrico?
= Si, tal fue así que al poco tiempo el motor no alcanzó más y hubo que traer otro, el M.W.M. No fue fácil lograr esto, al principio había resistencias, peleas; tuvimos que ir tantas veces a Santa Fe... Pero nosotros, como tipos jóvenes y más neutrales poníamos paños fríos y tratábamos de calmar, porque en la usina había habido líos grandes, con tiros y todo. Nosotros llegamos después de ese enfrentamiento entre grupos antagónicos.
 Otra comisión en la que trabajó fue en la reapertura del hospital Miguel Rueda. ¿Qué había pasado? 
= Por qué se cerró el hospital, no se. La cuestión es que el hospital estaba cerrado, ya no había enfermeras, no había nada. Estaba muy abandonado, hubo que limpiar todo, faltaban cosas, aunque en ese tiempo no había tanta depredación como ahora.
Rafael Pasquinelli trabajaba en la Cooperativa Unión y Fuerza, donde estaba Leandro Quatrín, Enrique Canal y yo que había estado ayudando en unos balances. Cuando se presentó como candidato a diputado nosotros lo apoyamos y cuando llegó a serlo se pensó en reabrir el hospital y se creó una comisión. Estaban, entre otros, Pasquinelli, "Mito" Martínez, el Dr. Fahr, "Titi" Ruiz, Gerardo Tobío y Néreo Ansaloni.
Se firmó un convenio con el gobierno provincial pon el cual se comprometía a hacer aportes para mantener al hospital y nosotros recaudábamos fondos para la compra de materiales. El gobierno querían que todo pasara a propiedad de la provincia y nosotros no. Finalmente prevaleció nuestra opinión, el hospital se puso en marcha nuevamente y una la principal fuente de ingreso fueron los carnavales. Estaba José Arias, un zapatero, que siempre había querido hacer un gran corso, así que se puso a trabajar, creó comparsas en los barrios, ofreció premios y consiguió ropas para los que no tenían. El primer corso grande, que se hizo en 1957, dejó mucha plata y permitió comprar cosas, traer médicos, instalar un laboratorio. Se compró un microscopio, se un fotocolorímetro para hacer análisis, se pintó, se repararon las camas...
 Era gente joven con ganas de trabajar...
= Acá hay gente que ha hecho mucho por Santa Isabel, por ejemplo "Bambín" Albanesi, Héctor Nesprías o Rafael Pasquinelli que cuando fue diputado provincial obtuvo un subsidio para hacera importantes trabajos en la biblioteca, como es el frente del edificio.
 ¿Estuvo Ud. en la Bibliotaca Sarmiento?
=Fui presidente varios años. Además del aporte del subsidio se hicieron muchas cosas a fuerza de trabajo de la Comisión Directiva. También se firmó un contrato con la Comuna cuando era presidente "Chalo" Carpi para instalar el Parque Pinocho. La Biblioteca puso el terreno, la escuela 179 unos juegos que tenía y la Comuna se comprometió a realizar el mantenimiento. En la Comisión estaban Juan Forneris, Ismael Cañete, Albino Gobbi, "Tito" Ruiz, "Titi" Pennacchietti y Leandro Quatrín entre otros.
La Biblioteca Sarmiento había estado cerrada durante mucho tiempo, estando en distintas casas. La sede actual era de la Sociedad Argentina que no estaba en actividad pero tenía personería jurídica. Se hizo una fusión y se le puso el nombre de Asociación Cultural D. F. Sarmiento y se le empezó a dar mayor actividad.
 Una bibliotecaria de mucho tiempo fue Isabel Gobbi..
= Isabel Gobbi es una persona a la que no se le ha reconocido todo lo que hizo por la Biblioteca. Ella estuvo años y años, desde antes de la fusión con la Sociedad Argentina, abriendo el local sin cobrar un centavo.
 ¿También estuvo Ud. en la creación de la Caja de Ahorro y Crédito?
=Acá no había bancos, ya funcionaban las industrias y había problemas con los cheques, todo se manejaba por cambios de cheques entre las empresas, pero había que encontrar los cheques justos que se necesitaban. Nosotros, por ejemplo, teníamos cuentas en Rosario y en Buenos Aires, para depositarlos, mandábamos los cheques por correo y después el banco enviaba la boleta de depósito que llegaba a los 4 o 5 días.
Enrique Canal conocía a una persona que estaba en la creación de las Cajas. Y justo se hace una huelga bancaria que duró como dos meses y lo invita a este hombre a dar una charla sobre el tema que se dio en el Prado Español. Nos interesó y comenzamos a formar el grupo, que siempre caía más o menos en los mismos. En este caso estabamos Juan Balassone, Enrique Canal, Anonio Amorós, Florencio Mercé, Alberto Arminchiardi y otros más que en este momento no recuerdo.
Se comenzó a trabajar, a recorrer distintos lugares y a elaborar los estatutos y adaptarlos a Santa Isabel. Se creó entonces la Caja de Ahorro y Crédito de Santa Isabel Coop. Ltda., la primera que se forma en la zona pero no la primera en abrir. En Venado Tuerto se formó después pero abrió unos dos meses antes que la nuestra.
Un objetivo era la creación de una entidad que facilitara la operatoria de los comercios, otro el que el dinero del pueblo se manejara en el pueblo y, además, darle una salida laboral a los que estudiaban de perito mercantil en el secundario, que podrían trabajar en la misma Caja o bien en las empresas que se fueran creando a partir de eso.
El primer gerente fue Domingo Romero, quien justamente había sido uno de los bancarios huelguistas y que no tenía trabajo. Y la verdad es que Romero fue una buena elección porque hizo mucho para la institución.
A partir de la Caja el pueblo cambió mucho porque se empezó a dar créditos. El primero que se otorgó fue a una persona que tenía que operar a la esposa, y después de eso empezó a venir más gente. La Caja de Santa Isabel promovió a muchas de la zona, por ejemplo la de Villa Cañás, la de Murphy, lla de San Eduardo, Hughes y María Teresa, etc.
Con el tiempo las Cajas habían crecido tanto que manejaban el 20% de los depósitos del país. Durante el gobierno del Dr. Illia se presentó un proyecto de ley en el que se les daba a las Letras de Cambio cooperativa características similares a la de los cheques bancarios.
La revolución que derrocó a Illia truncó ese proyecto y circulaban rumores de que las Cajas de Crédito estaban al servicio del comunismo. Detuvieron a los directores del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y crearon pánico entre los depositantes. Eso ocurrió un día viernes, el sábado se realizó una reunión en Rosario y nosotros optamos por hacer una asamblea urgente el día domingo en la que explicamos a los socios cómo salir de la emergencia. La gente respondió con confianza como en muchos otros lugares, pero en el camino se cerraron unas 300 Cajas ya que el día lunes todos estaban pidiéndoles la plata.
 Pero la persecución continuó hasta que se debieron transformar en bancos...
=Después de estos hechos, como no pudieron matarlas crearon la llamada Orden del Ladrillo, una Letra de Cambio que tenía dimensiones grandísimas para que nadie pudiera andar con semejante libro en el bolsillo. Hubo que inventar talonarios con las Letras dobladas al medio para que fuesen más chicos y prácticos, esa fue una idea que propuse acá y que se popularizó en otras Cajas.
Después empezaron a actuar sobre los capitales mínimos, pidiendo cada vez más, pero no les dio resultado porque la gente ponía plata en acciones. Finalmente las obligaron a convertirse en bancos cooperativos. Así se formó el Banco CES, luego debieron fusionarse y se creó el Argencoop y ahora es el Credicoop.
Las Caja daba créditos con mucha facilidad y poco interés, con una sola garantía a satisfacción. Así se pudieron hacer obras importantes como la primera pavimentación del pueblo y también valiosas donaciones a instituciones.
 Otra institución en la que incursionó Ud. es en la Sociedad Italiana.
= Si, esta es historia más reciente. El edificio estaba mal, con el techo en mal estado, con parte del cielorraso caído, los palcos rotos y muchos otros problemas.
Se hizo una convocatoria que no tuvo mucho éxito pero que logró que un grupo de gente se pusiera a trabajar. Entre la gente de la Comisión estaba Ilda Imnocenzi, Erina Montanari, Antonio Risso, Norma Achilli, Zulma Pennacchietti, "Chalo" Carpi, "Titi" Pennacchietti y Jorge Tirelli. Después de mucho trabajo, de conseguir dinero prestado y la ayuda de mucha gente se pudo reconstruir la sala y reinaugurala en 1996. No solo se recuperó este edificio si no que también se lo fue dotando de muebles y de equipamiento.

 A Ud. mucha gente lo recuerda por haber sido profesor de geografía en la escuela Nº 214, antes Nº 7.
=La escuela se abrió en el año '56 a mitad de año. Al año siguiente la profesora de geografía renunció y me ofrecieron historia o geografía. A mi me gustaba más historia, pero como el Dr. Busto, que había venido a hablarme, daba historia, me incliné por geografía.
En la facultad había estudiado mucho geografía e historia económica, así que entré en el segundo año de la escuala y estuve hasta 1982.
 Usted era algo así como el terror de la escuela por la modalidad que tenía para dar dar las clases.
= Yo estudié en un colegio muy bueno de Buenos Aires y en la facultad con profesores de los que desconocía, en ese, momento su importancia. Por ejemplo el Dr, Biggeri, que era un genio de las matemáticas reconocido mundialmente, que había resuelto problemas planteados varios siglos antes. O sea, eran profesores muy exigentes en la calidad, no eran malas personas, y nosotros también le teníamos cierto miedo, pero era un miedo que provenía de que te pidiera algo y que vos no lo supieras. Y lo mismo en el colegio secundario, donde muchos profesores eran autores de los libros de estudio que se usaron en el país, como por ejemplo uno de matemáticas de Repeto, Linskens y Fesquet o Julio César Levene, que era el director del colegio Nacional de Comercio Nº 5.
 Tomó el modelo de esos profesores y lo trasladó a Santa Isabel...
=Yo me daba cuenta de que la disciplina era importante, nunca persiguiendo al alumno sino buscando el camino más conveniente para su interés educativo. Creo haberlo logrado porque nunca tuve que aplicar una medida disciplinaria. Además muchos alumnos ahora me dicen que resolvieron problemas de su adolescencia en alguna charla en clase o en forma privada. Por mi parte los recuerdo a todos con un enorme afecto y les debo los mejores momentos de mi paso por la docencia.
 "Saquen una hojita" es la frase clásica de Hugo Pessino que todos recuerdan...
=Esas famosas pruebas que consistían en 10 preguntas sobre el tema del día, que se contestaban en forma sintética y concreta con una o dos palabras, estaban destinadas a lograr que estudiaran todos los días. Tomarlas llevaba 10 minutos pero en lo personal me insumía mucho tiempo corregirlas en casa, teniendo en cuenta que en cada curso había un promedio de 20 alumnos. Pero lo hacía con gusto para conseguir que aprendieran sin tener grandes baches en sus conocimientos.
 ¿Cuál es su parecer sobre la forma de enseñanza actual?
=Los métodos de enseñanza y la tecnología disponible cambian con los tiempos. Tanto antes como ahora se pueden encontrar aspectos positivos y negativos. Creo que siempre es bueno que una clase sea creativa y a la vez ordenada, porque el orden permite concentrar la atención en los temas tratados y el desorden la dispersa.
En definitiva, la calidad de los resultados obtenidos le dará a cada uno la respuesta verdadera.
 ¿Qué resultado cree que dio su tarea? 
=Siempre habrá alguno con otra opinión, pero los que fueron mis alumnos, cuando me ven, siempre me dicen que aprendieron la materia, que saben bastante y que siempre tienen un buen recuerdo. Esto es en términos generales, yo no salí a constatarlo, pero en las reuniones de egresados todos me dicen lo mismo, me recuerdan bien y con afecto.

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Teddy y Mauro Pessino nos ponen al tanto de su empresa gráfica, continuadora de una tradición familiar de impresores y artistas gráficos, iniciada a poco de nacer Santa Isabel.
 

 En el número pasado publicamos la entrevista realizada a Hugo Pessino en la que, entre otras cosas, extractó la historia familiar que, desde la llegada a Santa Isabel en sus primeros años, estuvo siempre ligada al trabajo de la imprenta y las artes gráficas.
En esta oportunidad los entrevistados son su hermano Rubén - Teddy - y su hijo Mauro, receptor y continuador de esta profesión.
En el taller gráfico de Mitre al 800 mantuvimos con ambos, esta charla que nos acerca a una profesión de la que solemos desconocer muchas de sus facetas.

 Cuéntenos, Teddy, sus comienzos en la imprenta.
Teddy = Cuando terminé la escuela primaria me mandaron a Buenos Aires a estudiar. Pero mi vocación era la imprenta con la que viví desde chico. Por eso, después de un año y medio abandoné y ya en 1949 estaba trabajando con mi papá. Antes de ir a estudiar ya le ayudaba en algunas cosas; intercalar, abrochar almanaques o armar pantallas.
 ¿Las que se usaban para abanicarse? ¿Cómo se fabricaban?
Teddy = Se compraban los cartones impresos con fotos de artistas o de paisajes, y los palitos. Se imprimía en el revés del cartón lo que el cliente pedía, luego se les ponía el palito y se los abrochaba, y por último se hacían los paquetes, que era lo más difícil, por la forma que tenían.
 ¿Al dejar el estudio se volcó de lleno a la fabricación de almanaques?
Teddy = En ese tiempo mi papá los vendía, pero no los hacía. Pero compró algunas máquina y los empezó a hacer, medio de corajudo. Tenía un amigo dueño de una imprenta muy grande en Buenos Aires que le propuso que me mandara a aprender los secretos para la fabricación de almanaques.
 ¿Y el pibe fue?
Teddy = Y el pibe fue. Estuve como seis meses. Yo tenía 16 años y cuando volví se sumaron mis conocimientos y la facilidad para vender de mi papá, y se comenzó a trabajar mucho más con los almanaques.
 ¿Le sirven esos conocimientos aún hoy?
Teddy = No en la intensidad como al principio, pero todavía algunas empresas, encargan almanaques como los que hacíamos. Las costumbres fueron cambiando y ese estilo de almanaque comercial, que se hacen de felpa o papel, con letras en bajorrelieve de color dorado, ya no se usan tanto.
 ¿Cómo se imprimen las letras con oro?
Teddy = Hay tres tipos de dorado, el dorado a fuego falso, el dorado en purpurina, que es un polvo que se coloca sobre un pegamento, y el oro puro. Para las letras en oro puro vienen hojas de este material, unas 10.000 hojas de papel de oro, de 10cm. por 10cm. hacen 1 cm. de alto. Se usaba mucho para los carnet de conducir o de los clubes. Pero, por los costos, en los almanaques se usaba el oro falso, que es otro material.
Para imprimir las letras en oro se usa una máquina especial para dorar, con formas de letras de bronce. Por cada impresión lleva una o dos hojas de oro; son tan finas que con la misma respiración se rompen. Se usa un cabello para poder ponerlas a imprimir.
 ¿Donde más se hacían estos trabajos?
Teddy = Acá, en la zona, no lo hacía nadie. En Rosario había una sola casa que hacía este tipo de trabajos, que solía mandarnos algunos a nosotros.
 ¿De qué máquinas disponían para hacer los trabajos?
Teddy = Además de algunas especiales, teníamos las que se usaban ene esa época. La Minerva a pedal o la eléctrica.
 ¿Cómo se trabaja con las Minervas? 
Teddy = Los originales a imprimir deben ser convertidos en formas tipográficas y clisés, sobre los cuales, una vez entintados, se apoya el papel, ejerciendo presión para que absorba la tinta.
El tipógrafo es el que arma las formas que se van a poner luego en la máquina, es como armar un rompecabezas. Coloca las letras, que están separadas, de a una, para dar forma a lo que se va a imprimir en las hojas . Es un trabajo que lleva un tiempo aprender; sobre todo hay que tener buen gusto. Un buen tipógrafo es un artista, por eso se habla de artes gráficas, porque es un arte.
Una vez armada las formas, estas se colocan en la máquina y el minervista procede a imprimir, poniendo y sacando las hojas una por una.
Hoy en día, para algunas cosas, se sigue usando la Minerva, forzosamente tenés que caer en esa máquina.
También, del mismo modo que las formas se arman para la Minerva, se las hacen para la máquinas automáticas verticales o planas.
 ¿Cuando aparece la primera máquina offset en la empresa?
Teddy = Cuando estábamos en sociedad con Hugo, apareció una offset pero, por distintos motivos no se usó.
Cuando yo empecé había pocas, pero terminó siendo como con las computadoras, hoy cualquiera tiene una, y con la offset pasó igual.
 O sea que una imprenta sin offset, no es imprenta...
Teddy = Es imprenta, pero estás muy limitado para realizar los trabajos.
 ¿Cuando comienza Gráfica Teddý?
Teddy = Hace 20 años. Ahí me di cuenta de que tenía que cambiar en la forma de trabajar, porque todo venía cambiando. Además, Mauro se incorporó a la empresa, que es quien la va a continuar, y empezamos a trabajar con la offset.
 ¿Cómo trabaja una máquina offset?
Teddy = En forma sintética se lo puede describir así. Primeramente se realiza el trabajo en la computadora y se imprime un original en un papel vegetal transparente. Este papel se coloca sobre una chapa especial que contiene ciertas propiedades químicas y se la somete, durante cierto tiempo, a un determinado tipo de luz. Donde esta luz pasa, graba la chapa. A esta chapa grabada se la coloca en la máquina. En este sistema se usa agua y tinta, dos elementos que se rechazan. Durante el proceso de impresión la máquina moja la chapa y también la entinta.
Mauro = Cuando se graba la chapa, lo que se va a imprimir queda con una sustancia afín a la tinta, y como esta es grasosa rechaza al agua que queda en los sectores que no se imprimen.
El agua y la tinta terminan siendo adsorbidos por el papel que, según cuál sea, puede tener una mayor o menor estabilidad dimensional. También puede influir la humedad ambiente, las fibras del papel, cómo fue cortado...
Es una forma de impresión indirecta, porque la chapa, a su vez, entinta un rodillo de caucho que lo traspasa al papel.
 ¿Cómo se logra una impresión a todo color?
Teddy = Eso es una cuatricomía. Son cuatro impresiones, una para el negro, otra para el azul o cian , otra para el amarillo y otra para el rojo o magenta. La combinación de esos cuatro colores, según las tramas, hace que aparezcan todos los colores. En nuestra máquina, como es monocolor, hacemos cuatro pasadas al papel para lograrlo.
Para que las cosas salgan bien es necesario tener experiencia y conocer la máquina, no todas son iguales y si la cambiás hay que conocer cosas nuevas. A veces, cuando no salen los trabajos, algunos maquinistas le echan la culpa a la máquina, pero a lo mejor otro la hace andar bien. Toda máquina tiene su maña.
 ¿Se hacen cuatricromías en la Minerva? 
Teddy = Si, yo he hecho algunas. Se mandan a hacer cuatro clisé, uno para cada color. Las primeras se las hice a la Cooperativa de Tamberos de Rosario, que después fue Cotar, fue en la década del '60 y se las hice con la Minerva.
Con la offset, al principio nos dio un poco de trabajo. Es que son muchas las cosas que juegan a favor o en contra de una buena impresión en color, comenzando por la fotografía, no es lo mismo una foto casera que una foto hecha por profesionales pensando en una impresión gráfica.
 ¿El uso masivo de las computadoras les ha quitado trabajo?
Mauro = No porque hay trabajos que las computadoras hogareñas no pueden hacer. Todo tiene un límite, ya sea en calidad o e costo.
Cuando compraron lo offset, también tuvieron que comprar la P.C. y la impresora láser...
Mauro = Si se compró todo. A la impresora láser la única utilidad que le damos es la de sacar las transparencias para grabar las chapas. Si la impresión tiene que ser de alta calidad se envía a un taller de fotocromía el archivo digitalizado o las fotos, para que hagan, las transparencias.
Los formularios continuos con que los imprimen?
Mauro = Es otra máquina offset a la que se le hace pasar en forma continua el papel especial para estos trabajos, ya vienen troquelados y al salir de la máquina se va doblando solo.
¿Cómo manejan el tema de los tiempos que el cliente exige?
Mauro = Generalmente se trata de cumplir con todos si les damos la palabra.
Teddy = A veces se da el caso de gente que se queda sin facturas y quiere que se las hagamos de un día para el otro. Ahí la cosa cambia, tratamos de hacerles un lugar y terminárselas a tiempo.
Mauro = Con respecto a las facturas, la mayor complicación está en el tema fiscal, especialmente con los inscriptos a I.V.A. porque hay que hacer por Internet varios trámites con la D.G.I. Hay que pedir la autorización, cargar los números que te suministran y con eso generar un código de barras y el dígito verificador para imprimirlos en las facturas .
Otra cosa, que pocos saben, es que cada mes hay que declarar a la D.G.I. todas las facturas que se hicieron, cada seis meses todas las facturas de los monotributistas. Eso es tiempo y se necesitan programas de computación para poder hacerlo.
 ¿Quién repara las máquinas de imprimir cuando tienen problemas? 
Teddy = A algunas reparaciones las hacemos nosotros y para otras, llamamos a un técnico.
Antes llamábamos a Buenos Aires. Una vez era una pavada pero nosotros no podíamos dar en el clavo. El tipo vino a las 8 y media de la tarde y a las 9 y 10 ya había apretado un tornillo y la máquina andaba. Lo invité a cenar y a las 12 se fue en colectivo. Setecientos pesos.
 Pero después apareció un service en Rosario y nos volcamos a este muchacho, que muchas veces nos guía por teléfono.
Mauro = Siempre hay que tenerlas bien cuidadas y hacerles el mantenimiento, pero no siempre los problemas son de la máquina. Influye también el papel, el clima, los días húmedos son terribles.
 ¿Hacia adonde apunta Gráfica Teddy para el futuro?
Mauro = Después de la crisis que vivimos, no había forma de apuntar a nada porque no sabíamos que iba a pasar mañana. Como todo el mundo, pretendemos estabilizarnos, que es lo que está sucediendo, tratar de afianzarnos y mantener la clientela y ganar nueva.
 ¿Tienen clientes de otras localidades?
Teddy = Si. Tenemos clientes de Villa Cañás, de Venado Tuerto y otros pueblos. Estos clientes vienen un poco por la tradición de la familia y también porque los hemos ido a visitar.
Mauro = Algunas veces se consiguen porque los salimos a buscar, otras veces por recomendaciones de otros clientes. Pueden ser cualquier tipo de trabajos, pero lo que más hacemos son almanaques.
 En los último años Uds. han estado haciendo nuevos modelos de almanaques. ¿Es una idea propia?
Mauro = En realidad yo no vi que otros los hagan, con fotografías y trabajos de diseño gráfico. Surgió de una charla nuestra para intentar cambiar un poco. Además los almanaques dorados a fuego son muy lindos pero muy caros y por otra parte, en la sociedad actual, no encajan. La mayoría de los que hacemos son con trabajos hechos en fotocromía, pegados sobre el cartón del almanaque. Como siempre, al taco y al mensual los compramos hecho.
 ¿Por qué en el ambiente gráfico suelen mezquinar el ingreso de otras personas a los talleres?
Mauro = Nosotros tratamos de preservar la discreción en los trabajos, o sea que nadie pueda ver lo que estamos imprimiendo hasta que el cliente lo reciba y decida qué hacer. Es como una parte íntima de cada cliente.
Por ejemplo, las memorias y balances de las cooperativas o de alguna empresa. Si entra un extraño puede ponerse a mirarlas y, en realidad, es solamente para los socios a los que la entidad se los entregará en su momento.
 Pero esto generan una especie de misterio sobre la profesión...
Mauro = Es más la idea que se hacen que lo que es. Pero especialmente es por el motivo que te explicaba, de todas maneras cuando hago algún diseño en la computadora los hago pasar.
Teddy = Pero además ya es una tradición en casi todos los imprenteros, es difícil que te hagan pasar.
 ¿Qué significado tiene para los Pessino es trabajo? ¿Es solamente un negocio?
Teddy = No. Es por vocación pero también me sirve para vivir. Es como en cualquier profesión. Si un cura no tiene vocación sacerdotal no puede ser cura, el médico lo mismo. Y esto es igual.
 Cuál es tu opinión, Mauro, siendo que sos parte de la tercer generación de la familia en mantener esta profesión?
Mauro = En esto hay mucho de vocación y de arte y, como en cualquier trabajo, es importante ponerle un poco de pasión a lo que se hace. Cuando empecé a trabajar fue en la transición de lo manual a la llegada de la tecnología, que fue a partir de 1991 en que empiezan a aparecer muchas máquinas nuevas. Especialmente con la informática, con las computadoras que se adecuan perfectamente al diseño gráfico.
Teddy = Tenés que tener creatividad, te tiene que gustar. No es rutinario porque todos los días se hacen trabajos distintos
Mauro = Este es un lindo trabajo porque además de tener que ser creativo, se tiene contacto con determinados clientes. Aparte aporta a la cultura de la humanidad, de tal manera que ha cambiado el mundo desde su llegada.
 Internet es una amenaza para las imprentas?
Mauro = En un primer momento parecía que se iba a comer todo, que los diarios en papel iban a desaparecer. En realidad se complementan, la tecnología permitió el enriquecimiento de la parte gráfica. Hoy en día se pueden hacer cosas, en Santa Isabel, no hay que salir de acá, inimaginables algunos años atrás. Por ejemplo, hacer en otro lugar un trabajo gráfico en la computadora, pasarlo por e.mail a la imprenta y, sin que nadie se mueva de su lugar, se impriman los ejemplares que se deseen.
 Gráfica Teddy ¿Es solo una imprenta o está dentro de las artes gráficas?
Mauro = Hay lugares que se dedican solo a hacer boletas porque no saben hacer otra cosa o porque no lo pueden hacer. Eso es una imprenta. Pero cuando se hacen trabajos con valor agregado, digamos que ya se está dentro de un rango más elevado, más artistas.
 Y ustedes se consideran artistas...
Mauro = No, no. Yo te digo las diferencias, después que la gente nos pongan donde sea.
Teddy = A los títulos honoríficos que los pongan los demás. Nosotros hacemos determinados trabajos, pero puede haber quienes lo hagan mucho mejor.
 

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