miércoles, 30 de diciembre de 2015

El Gordo de Navidad

Por Norberto Oscar Dall’Occhio 

Se acercaban las fiestas de fin de año y comenzaban los preparativos para su festejo, aunque fuera de manera muy modesta. La Comuna en esos momentos era presidida por Santiago Raimondi. El país tenía un presidente de facto, el general Edelmiro J. Farrell, quien de alguna manera facilitó la carrera política del entonces coronel Juan Domingo Perón, que llegó a ocupar  varios puestos claves en el Poder Ejecutivo. Es decir, a partir de los cargos que  desempeñaba en el Gobierno, Perón comienza  a lanzar  una corriente de pensamiento de carácter nacional y popular  de enorme gravitación en el país, cuyos principios básicos aún hoy  tienen plena vigencia en nuestra vida política.

En lo deportivo Juventud Unida continuaba festejando el título obtenido en el campeonato de la Liga Venadense de Fútbol y Boca Juniors hacía lo mismo con otro campeonato  logrado en el fútbol profesional.

En el orden internacional proseguía la Segunda Guerra Mundial. Debido al conflicto bélico la Argentina no podía exportar a Europa su producción agrícola y se habían acumulado  varias cosechas de maíz sin vender. Había falta de insumos importados de todo tipo. Una difícil situación para el país con la consiguiente repercusión en la vida social y económica  de toda la población.

 A pesar de esas penurias económicas la vida continuaba. Así llegamos al  viernes 22 de diciembre de 1944. Para la gente de Santa Isabel no fue un día más. Al mediodía de esa calurosa jornada de verano un hecho inesperado conmocionó el pueblo. En el sorteo del Gordo de Navidad  de la Lotería Nacional realizado en la Capital Federal (se transmitía por radio) había salido con el primer premio el número 11.880. Los diez  décimos correspondientes a la Lotería de Santa Fe -que jugaba junto con la Nacional- fueron vendidos por la Agencia de Lotería de Santiago Lorenzatti, ubicada en la esquina de General López y Sarmiento.

Resultaron varias las personas del pueblo que gracias a un golpe de suerte, el número  11.880 les cambió la vida. Entre los favorecidos estaban José Costas, el médico Alfredo  Horsman, Juan Benso, Emilio  Fontana, los dueños del Hotel Central: Aurelio y Dafara, quienes le habían dado participación en el billete a Felice y a Negri. Otros  ganadores  fueron  dos productores agropecuarios: Millet  y  Juan  Paganini y también un almacenero español al que algunos lo  llamaban “Yesca”, que tenía su negocio  ubicado "atrás de la vía".

La noticia corrió como reguero de pólvora por la zona  y en el pueblo había comentarios de todo tipo, desde aquéllos que decían que habían tenido el billete en sus manos y lo cambiaron por otro número hasta los que vieron el billete colgado en la vidriera y no pudieron adquirirlo porque no tenían plata en ese momento. Abundaban muchas  anécdotas y por supuesto aparecían las especulaciones acerca de qué harían los nuevos ricos con tanto dinero.

Entre las anécdotas había una muy llamativa. El día del sorteo del Gordo de Navidad el agenciero Lorenzatti estaba preocupado porque se acercaba el mediodía y aún  tenía sin vender varios billetes incluido dos décimos del 11.880. A fin de colocarlos se dirigió a la casa de los hermanos Rossi ubicada en la esquina de 25 de Mayo y General López. Allí les ofreció dos billetes con el número 11.880 a los dueños de casa y luego del consabido parloteo logró convencer a uno de ellos y se los dejó. Lorenzatti tomó el camino del retorno  y cuando había hecho una cuadra por General López sorpresivamente se acercó corriendo uno de los Rossi para decirle que sus hermanos no querían ese número porque no les  gustaba y pidió que se lo cambiara por otro billete. El agenciero hizo el  cambio y se dirigió directamente al consultorio del Dr. Alfredo  Horsman, que alquilaba la casa ubicada en General López 1323. El médico le dijo que no quería comprarlos pues no tenía dinero. Por  la  inminencia del comienzo del sorteo y antes de quedarse con lo que consideraba "un clavo", Lorenzatti muy desesperado le puso los dos décimos del número 11.880 doblados  en el bolsillito de arriba del saco y le dijo: "Doctor, después me los paga". Cosas del destino.

Las malas lenguas dicen que los hermanos Rossi estuvieron  tres días seguidos con hielo en la cabeza. No es para menos. El azar les jugó una mala pasada.

Algunos vecinos recuerdan que la esposa de Juan Benso, al enterarse por  boca de un joven que llegó corriendo a su domicilio y muy agitado le  informó que  había ganado la Grande, con una alegría incontenible, espontáneamente salió presurosa de su casa y comenzó a correr por las calles del pueblo gritando ¡¡¡sooomos riiiicoos¡¡¡. Dicen que al joven  que le trajo la buena nueva luego le regalaron un traje a medida. Benso explotaba la cancha de pelota a paleta ubicada en Belgrano y Francia y allí vivía con su familia.  Después la explotación de la cancha pasó a manos de Valentín "Valengo"” Romero (jugador de Juventud Unida).

¿Y qué destino le dieron los afortunados ganadores al dinero? Por ejemplo, don José Costas compró más de cien hectáreas de campo pertenecientes a Victorio Dedominici. La chacra estaba  ubicada cercana al pueblo, en el sector oeste. Por su parte Juan Benso adquirió un camión de transporte y una vivienda. Más adelante formó  parte  de  una sociedad propietaria del "Frigorífico Santa Isabel". Juan Paganini se convirtió en empresario y años después se asoció con Abelino De Dios de Villa Cañás y con Francisco Farrando. La sociedad  adquirió a Angel Ferro las instalaciones del antiguo molino harinero de la calle General López y Rivadavia.

Cabe aclarar que en aquella época no existía en el país el cúmulo y la diversidad de juegos de azar como ocurre en la actualidad. Por lo tanto el sorteo del Gordo de Navidad era muy esperado por la población en todo el territorio argentino y creaba una enorme expectativa en la gente que aguardaba ansiosa el sorteo, con la esperanza de "salir de pobres", como decían algunos. 


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